La Heredera del Poder novela completa -
Capítulo 219
Capítulo 219
La familia Solos sin duda era la realeza de la Capital Nube, y su hogar estaba decorado con un esplendor inusual.
Los invitados que iban y venían eran nobles de todo el país.
Yolanda miraba a su alrededor.
Finalmente, no muy lejos, vio al hombre que odiaba hasta la médula.
Vestía un traje impecable y se paraba entre la multitud, con un cigarrillo entre los dedos, aceptando los halagos y las adulaciones de todos.
Sus ojos encantadores ligeramente entrecerrados.
Daba una sensación de trastornar a todo ser viviente.
Antes, ella no sabía por qué a Vicente le gustaba entrecerrar los ojos.
Después se dio cuenta de que esa era la mirada de Vicente cuando veía a sus juguetes.
En el fondo de sus ojos se escondían el desdén, el desprecio, la repugnancia…
La última escena que Yolanda vio antes de morir fue justo a Vicente entrecerrando los ojos, incluso con una sonrisa en sus labios, “qué vida tan dura, jaun así no mueres!”
Después de esas palabras, Yolanda cerró los ojos para siempre.
“Srta. Muñoz.” Una voz masculina agradable resonó al lado de Yolanda, interrumpiendo sus pensamientos.
Yolanda levantó la vista y vio que quien se acercaba era Vicente.
Igual que en su vida anterior.
Vicente se había acercado a saludarla.
En su vida pasada, ella ingenuamente pensó que Vicente se había enamorado de ella a primera vista.
Poco después, cuando vio a la abuela de la familia Solos llegar a la familia Muñoz para pedir su mano, todavía creía ingenuamente que Vicente se había enamorado de ella a primera vista.
En ese momento, tenía ilusiones sobre el matrimonio.
Sin imaginarse que desde ese día, había pasado del cielo al infierno.
¡En este mundo, no existe el amor a primera vista!
“Sr. Solos,” Yolanda ocultó muy bien el miedo en sus ojos, “esta es mi hermana Gabriela.”
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En esta vida, la presa de Vicente era Gabriela.
No tenía por qué temerle a Vicente.
Yolanda sentía cómo el sudor frío brotaba de su espalda.
Pensó que con Gabriela presente, no tendría miedo de Vicente.
Pero ai ver a Vicente nuevamente, todavía no podía contener el miedo que emanaba de sús huesos.
Vicente movió su mirada hacia Gabriela y le extendió la mano, “Mucho gusto, Srta.
Yllescas.”
Gabriela te estrechó la mano diciendo. “Mucho gusto.”
En ese momento, un sirviente vino a buscar a Vicente y le susurró algo al oído.
La expresión de Vicente no cambió, se volvió hacia Gabriela y Yolanda, “Hoy tenemos muchos invitados y el servicio puede no ser el mejor, espero que las señoritas puedan comprender.”
Yolanda no respondió, su expresión también era claramente algo incómoda.
Gabriela sonrió ligeramente, “No se preocupe, Sr. Solos, haga lo que tenga que hacer.”
-Vicente echó un vistazo a Yolanda, sus ojos se entrecerraron ligeramente y se dirigió
hacia otra dirección.
Poco después, Vicente regresó y dijo, “Srta. Yllescas, disculpe la interrupción, por favor venga conmigo.”
“¿Algo le sucede, Sr. Solos?” Gabriela levantó ligeramente la mirada, dejando de lado el postre que tenía en la mano.
La mirada de Vicente cayó sobre el postre, un delicado pastel de cereza con crema.
“Es el Sr. Víctor quien la busca, él se enteró de que la Srta. Yllescas también estaba en la fiesta y me pidió especialmente que la invitara.”
¿Gabriela era la salvadora del abuelo Víctor?
Yolanda abrió los ojos de par en par, pensando que estaba alucinando.
¡La salvadora del Sr. Víctor debería ser ella!
¿Dónde aparecía Gabriela en todo ese asunto?
¡Era un cuento de hadas!
“Se ha confundido, Sr., Solos, la persona que el Sr. Víctor está buscando soy yo.” En ese momento, Yolanda no pudo contenerse más y habló directamente.
Si el abuelo Víctor descubriera que Gabriela no era quien decía ser, quizá simplemente se
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