Mi Frío Exmarido (Amelia y Dorian) novela completa
Mi Frío Exmarido Capítulo 100

Capítulo 100

Amelia se enteró de que Fausto había tenido un accidente al día siguiente de lo ocurrido.

Fue Blanca quien la llamó personalmente.

-“¿Dónde te has metido, muchacha? Dos años fuera y ni una llamada a tu familia, ni un dólar has mandado. Tanto que te cuidamos y mira cómo nos pagas. Tu papá te adoraba y mira cómo le pagas, ni siquiera sabes que está a punto de morir.”

Al otro lado del teléfono, la voz de Blanca, ahogada entre llantos, hizo que el rostro de Amelia palideciera.

“¿Qué le pasó a mi papa?”, preguntó con urgencia.

Aunque no había llamado ni enviado dinero a Blanca y a Fabio, Amelia se mantenía en contacto ocasional con Fausto. De hecho, la semana anterior habían hablado por videollamada.

En aquella llamada, aunque Fausto se veía envejecido y desgastado por los años de beber, su espíritu parecía estar bien, no daba la impresión de estar enfermo.

“Tuvo un accidente manejando y atropelló a alguien. Está en la UCI y no sabemos si lo va a superar”, Blanca hablaba con la voz entrecortada, incapaz de seguir, “Antes de ser llevado al hospital… ya estaba delirando, no hacía más que mencionar tu nombre.”

“Tranquila, ya voy para allá, dijo Amelia, intentando calmarla antes de colgar.

Aunque le había dicho a Blanca que se calmara, ella estaba en pánico.

No se atrevió a demorarse y llamó a Frida para darle algunas instrucciones, luego compró un boleto de avión para regresar ese mismo dia.

Donan le pidió a Yael que se hiciera cargo del asunto de Fausto.

Fabio lo había llamado para pedir dinero prestado.

El pobre hombre había tenido un accidente de tráfico, tanto él como la otra parte estaban gravemente heridos en la UCI. Aún no había un veredicto por parte de la policía de tráfico sobre quién tenía la culpa, pero la otra parte insistía en que Fausto era el responsable, exigiendo que la familia Soto adelantara los gastos médicos.

Fabio no estaba al tanto de la situación de Fausto, pero sabía de su afición por la bebida y temía que hubiera conducido ebrio. La otra parte estaba firme en su postura y para colmo, no había cámaras de vigilancia en el lugar del accidente. Los testigos no podían dar una versión clara, pero todos vieron que el coche de Fausto chocó con el otro.

Fabio ya estaba inclinándose a pensar que su padre era el culpable. Ambas partes necesitaban una suma considerable para los gastos médicos y posiblemente, una gran compensación.

Después de preguntar por ahí, Fabio se dio cuenta de que no podia afrontar el pago de la indemnización, así que en su desesperación fue a buscar a Dorian.

Dorian le pidió a Yael que se informara sobre la situación y aunque no se comprometió con la compensación, si adelantó el dinero para los gastos médicos de Fausto.

Yael había estado corriendo de un lado para otro, ocupándose de todo lo relacionado con Fausto esos días.

Por suerte, el hombre estaba recuperándose bien y después de tres días en la UCI, finalmente fue trasladado a una sala común.

Al volver a la oficina, Yael le informó a su jefe sobre la mejora.

“¿Ya desperto?” Dorian dejó su trabajo y levantó la vista para preguntar.

Yael negó con la cabeza: “Todavía no”.

El funció el ceño levemente, miró su teléfono, cerró su portátil y se levantó: “Voy a ir al hospital”.

Yael no se atrevió a detenerlo; aunque Dorian ya estaba divorciado de Amelia, Fausto seguia siendo su ex suegro,

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ademas las llamadas habían llegado a su móvil.

“Voy a prepararle unos regalos y una canasta de frutas”, dijo Yael.

Cuando Dorian llegó al hospital, Fausto aún no había despertado.

Yacia en la cama de la habitación, con un aspecto cansado y pálido.

Blanca estaba a su lado, visiblemente desgastada también.

Fabio también estaba en la habitación y a diferencia de Blanca, parecía estar en mejor estado, incluso jugaba en su teléfono. Al ver entrar a Dorian, dejó el dispositivo y se levantó sonriendo para recibirlo: “Cuñado, gracias por venir”.

Mientras decia eso, se adelantó para tomar los regalos y la canasta de frutas que Dorian traía en las manos.

Él no le prestó atención, solo le echó un vistazo a Fausto en la cama del hospital y luego miró a Blanca: “¿Qué dice el

doctor?”

“Dicen que se está recuperando bien, hay que ver si despierta esta noche.” La voz de Blanca sonaba ronca, incluso al hablar, sus ojos preocupados no dejaban de ver hacia Fausto en la cama.

Dorian asintió levemente, sin decir mucho más, se quedó un rato en la habitación del hospital. Al poco tiempo, el médico pasó a revisar y preguntar sobre la condición de Fausto, después de lo cual se despidió de Blanca y Fabio, se dispuso a salir empujando la puerta de la habitación, pero en el instante en que levantó la mirada al empujar la puerta,

se detuvo en seco.

Amelia, que salia apresuradamente del ascensor, también levantó la vista y lo vio, así que sus pasos se detuvieron por

un instante.

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