Capítulo 1702

Esther quedó desconcertada. ¿caer bajo?

Verónica cruzó los brazos y frunció el ceño, acercándose un poco más y bajando la voz, “¿Crees que soy ciega, cuñada? ¿No ves lo que llevas alrededor del cuello? ¡No soy

ciega!”

¿Alrededor del cuello? Esther seguía confundida hasta que Verónica sacó su teléfono y le tomó una foto, permitiéndole ver las marcas en su cuello…

El rostro de Esther se ruborizó en un segundo, “Eh… Esto es…”

Verónica se posó sus manos en su cintura, “¡No me engañes! ¡Sé lo que es! Cuñada, ¿cómo pudiste con Brayan…?”

Esther levantó la mano y le dio un coscorrón a Verónica, “¡Deja de decir tonterías! ¿No

sabes cuál es mi relación con él?

Verónica gimió quejándose por el golpe de su cuñada, antes de darse cuenta de que no podia ser Brayan.

Brayan es el hermano menor de su cuñada, entonces ¿quién podría ser?

“Cuñada, ¡mi hermano ha reaparecido! Dijiste que harías todo lo posible para traerlo de vuelta a casa, ¿verdad? ¡No puedes enamorarte de alguien más ahora!”

Esther resopló y se tocó la frente, “No es lo que piensas, mejor ve a cambiarte de ropa para tu cita. No te metas en mis asuntos.”

Le daba vergüenza decirle a esta joven que había visto a Adrián esa mañana, y mucho menos que las marcas en su cuello eran obra de Adrián…

Verónica se sintió desolada, “Cuñada…

Esther no quería seguir escuchando sus reclamos, “¡Cállate! ¡Si sigues hablando tonterías, no te dejaré salir a ver a tu novio hoy!”

Al pensar en Felipe, que seguramente la seguía esperando ansiosamente, Verónica dudó por un momento antes de decidirse por ir a cambiarse de ropa y maquillarse.

Después de que Verónica se fuera a escondidas, Helena se acercó y estiró la ropa de Esther, Mami, ¿qué te dijo la tía hace un momento?”

Esther volvió en sí y miró a su hija, No es nada. Vamos, entra con mamá.”

Helena hizo un puchero y extendió sus brazos para que la abrazaran, “Mami…”

Esther no podía resistirse a los encantos de su hija. Se inclinó y la abrazó, acariciandole suavemente la espalda. “Eh, mamá está aquí.”

Helena se acurrucó en el hombro de su madre y murmuró con tristeza, “Mamá, no quiero hablar con Gaspar nunca más.”

Antes de que Esther pudiera decir algo, Gaspar gruñó con enfado: “¡Yo tampoco quiero hablar contigo!”

Helena se volvió hacia él y le lanzó una mirada despectiva, “¡Humph!”

Esther no sabía si reír o llorar ante las travesuras de sus dos pequeños, “¡Basta ya! ¿Van a seguir discutiendo sin parar? ¿Van a romper la relación de hermanos por una pequeñez? ¿Quién os enseñó eso?”

Helena hizo un puchero, “¡Así es como todos actúan en la televisión! Mami, ¿por qué no te llevas a este Gaspar y traes de vuelta al otro hermano? Me gustaba más ese hermano, al menos él no era tan cruel conmigo…”

Gaspar se sintió ofendido al escuchar esto, “¡Mami! ¿Mirala? Siempre dice que no soy tan bueno como los demás, ¡humph!”

Esther, sostuvo a Helena con una mano y Gaspar con la otra, les dijo, “¡No más peleas! Gaspar, ¡necesitas cambiar tu actitud cuando hablas con tu hermana! Y Helena, no debes hablar asi de tu hermano, ya sea este o el que mamá trajo por error antes, ambos son tus hermanos. Somos una familia y pronto se reunirá de nuevo…”

Gaspar dijo: “Oh…”

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