Capítulo 12

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Después de un rato, el representante de Joann llevó a Eliana a la sala de descanso.

Media hora después de que Joann terminara la sesión de fotos, Eliana llegó a la sala de descanso. Joann se sentó en el sofá y miró despectivamente a la mujer frente a ella. Su tono estaba lleno de desprecio y burla:

-Lamento haberte hecho esperar tanto, he estado muy ocupada estos días. ¿En qué puedo ayudarte, Eliana?

La mención del nombre de Eliana trajo consigo muchos malos recuerdos del pasado. Eliana. ya sabía que sería así, así que sonrió profesionalmente y respondió tranquilamente:

-Vengo en representación del Grupo Lucero para negociar contigo sobre una colaboración de representación.

Joann se rio con desdén y la miró burlonamente. Tomó la botella de agua que su asistente le había preparado y dio un sorbo. En su mirada se reflejaba malicia.

-¿No eras tú quien siempre menospreciaba en el pasado? ¿Por qué ahora quieres que sea tu representante?

Eliana entrecerró los ojos y respondió con calma:

-Lo pasado, pasado está. Ahora eres una artista que nuestra compañía valora.

Joann se recostó en el respaldo del sofá y rechazó directamente:

-Estoy muy ocupada, tal vez no tenga tiempo. Además, Eliana, no veo mucha sinceridad en tu visita hoy.

-¿Qué tipo de sinceridad esperas? -preguntó Eliana.

Joann encogió los hombros:

-Pero eso depende de ti.

Antes de que Eliana pudiera responder, se escuchó la voz de los miembros del equipo desde fuera de la puerta:

-¡Joann, prepárate para la próxima sesión de fotos!

Eliana entendió de inmediato y dijo:

-Entonces no te molestaré más en tu trabajo.

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Después de decir eso, se levantó y salió de la habitación.

Apenas su figura desapareció de la sala de descanso, Joann agarró el teléfono. que estaba junto a ella y marcó una serie de números familiares. Al conectarse, su voz burlona resonó en la sala de descanso.

-Deva, Eliana acaba de venir a buscarme, dice que quiere hablar sobre una colaboración de representación.

-¿Y has aceptado?

-¿Cómo es posible que acepte su petición tan fácilmente? -dijo Joann mientras jugueteaba. el tazón en la mesa.

-Recuerdo muy bien cómo nos trató en el pasado.

-Entonces, no la dejes salirse con la suya tan fácilmente.

Después de salir del estudio, Eliana caminaba sin rumbo por la calle. No pudo evitar suspirar profundamente. En el momento en que vio al nombre de Joann, supo que la cosa no iba viento en popa.

Sin embargo, si no conseguía firmar este contrato de representación, las futuras sesiones de fotos se verían afectadas y temía no poder explicárselo adecuadamente a Patricio.

En medio de sus pensamientos, su teléfono vibró, interrumpiendo su concentración. Era un mensaje de Marc:

[Eliana, debes venir al hospital a tiempo para hacerte los exámenes y tomar tus

medicamentos según lo programado.].

Sus ojos se nublaron un poco al pensar que, no importaba cuántas veces fuera al hospital, su enfermedad no mejoraría. Además, en este momento, no tenía tiempo para cuidarse a sí

misma.

De repente, un auto se detuvo frente a ella. La ventanilla se bajó lentamente, revelando el perfil guapo y familiar de un hombre. No era otro que… ¡Roberto Morales!

La sorpresa brilló un segundo en los ojos de Eliana, ¿por qué estaba aquí?

-Qué casualidad, señora Lucero.

Una vez que Eliana volvió en sí, asintió hacia la persona en el auto y luego trató de hacerse la desconocida, caminando rápidamente hacia adelante.

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Aquella colaboración ya había terminado y ella no quería tener ningún otro contacto con Roberto. Sin embargo, aparentemente, Roberto no quería dejarla ir.

-Es definitivamente el destino. ¿Por qué no subes al auto y charlamos un poco?

Originalmente, Roberto había venido a recoger a su amante, Joann, para una cita. Pero justo ahora, vio una figura familiar y decidió acercarse en el automóvil para confirmar si era ella. Y así la confirmó. Al ver que Eliana lo ignoraba, su auto no se detuvo y siguió a ella.

-Si no me prestas atención ahora, ¿no tienes miedo de que pueda cancelar nuestro trato en cualquier momento? amenazó el hombre..

-¡Tú!

Eliana se detuvo un momento, miró al hombre en el auto con enojo y no supo cómo

contradecirlo.

Roberto notó la vergüenza e impotencia de la mujer y mostró una sonrisa de satisfacción:

-¿Todavía no vas a subir al coche?

Con un rostro serio, Eliana subió al coche obedientemente. Después de todo, se había esforzado tanto por obtener esa contrato y no quería darle la oportunidad de cancelarlo.

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