Capítulo 3

Cuando despertó nuevamente, Eliana se dio cuenta de que ya era la mañana del segundo día y se encontraba completamente sola en la habitación.

Observó detenidamente las marcas moradas en su mano, con lágrimas brillando en sus ojos.

No sabía si esas marcas eran causadas por él o eran síntomas de su enfermedad, pero lo que sí sabía era que, le dolían mucho, tanto física como emocionalmente.

Se preguntó en su interior:

«Hilario, ya que no me amas, ¿por qué no me dejas ir?»

En ese momento, el sonido del teléfono interrumpió sus pensamientos. Con su cuerpo agotado, Eliana tomó el teléfono y contestó.

Desde el otro lado, escuchó la voz ansiosa y preocupada de Mariana, quien solía ser la criada de la familia Dolores:

—Señorita, algo malo ha sucedido al señor. Por favor, ¡regrese lo antes posible!

***

En la familia Dolores.

Cuando Eliana llegó a casa, vio al médico salir de la habitación de su padre. Se acercó rápidamente y agarró firmemente el brazo del médico, preguntándole:

—Doctor, ¿cómo está mi padre?

—El señor ha sufrido un leve derrame cerebral. Ahora debe evitar cualquier tipo de estímulo.

El médico le explicó detalladamente la situación de Guillermo y le advirtió que su padre necesitaría atención cuidadosa y que no podría levantarse de la cama por un tiempo.

Después de despedir al médico, Eliana se detuvo frente a la habitación y vio a Mariana cuidando atentamente a su padre.

Mariana había trabajado en la familia Dolores durante más de veinte años y era respetada por todos. Desde la muerte de la madre de Eliana, ella había tratado a Eliana como a su propia hija, brindándole cuidado y amor en todo momento. Eliana también consideraba a Mariana como un miembro cercano de la familia con quien tenía una relación íntima.

—Mariana, ¿qué pasó en realidad?

—Estos días, el señor ha estado enfrentando una serie de problemas en sus inversiones, y como resultado, la empresa también está sufriendo grandes pérdidas. Esta mañana recibió noticias de que varios inversores que originalmente habían decidido financiarnos se están retirando. La ira y la frustración lo llevaron a desmayarse.

Mientras hablaba, notó que Eliana se había adelgazado mucho. En sus ojos se reflejaban profundas preocupaciones.

Eliana se acercó a la cama. Mirando a su padre, quien comenzaba a despertar, se sentía profundamente arrepentida por su incapacidad.

Al ver la llegada de Eliana, Guillermo agarró su brazo tembloroso y le suplicó:

—Hija, tienes que ayudarme a salvar la empresa. Es el fruto de toda mi vida.

Le dirigió una mirada suplicante a Eliana. Era la primera vez que Eliana veía a su padre en ese estado, lo cual indicaba que la crisis debería ser realmente muy grave… Sin embargo, ¿cómo podría ella ayudar?

Guillermo apretó la mano de Eliana que sostenía su muñeca y le dijo con determinación:

— Ve y suplica a Hilario. Si él puede invertir en el Grupo Dolores, ¡todos los problemas se resolverán fácilmente!

En realidad, si no fuera por la desesperación de la situación, Guillermo no le pediría que hiciera esto.

La familia Dolores y la familia Lucero habían sido amigas durante muchos años, y sus empresas habían mantenido una relación de cooperación. Sin embargo, desde que Eliana se casó con Hilario hace tres años, la familia Lucero empezó a cancelar varios acuerdos de cooperación uno tras otro.

En apariencia, las dos familias estaban unidas por el matrimonio, pero en realidad, la familia Lucero estaba oprimiendo en secreto a la familia Dolores. Hilario era implacable en sus métodos de hacerlo y no mostraba consideración alguna hacia la familia Dolores. Incluso había llevado al Grupo Dolores a enfrentar crisis tras crisis.

Eliana sabía que Hilario no iba a ayudar, pero al ver la súplica en los ojos de su padre y recordando las palabras del médico, tragó las palabras y asintió ligeramente con la cabeza:

—Padre, haré todo lo posible en ese asunto.

Al escuchar esas palabras, Guillermo finalmente se alivió un poco.

***

Después de salir de casa, el rostro de Eliana ya estaba pálido. Apretó fuertemente los puños y las uñas clavaron profundamente en la palma de su mano.

Si ella iba a buscar a Hilario para pedirle ayuda, ¿él accedería?

De cualquier manera, tenía que intentarlo.

Mientras se dirigía en coche hacia la sede del Grupo Lucero, recibió una llamada de Eliana. En realidad, era una llamada dentro de su espera.

—Eliana, debemos reunirnos, ahora mismo.

Se escuchó la voz autoritaria de Deva desde el teléfono. Eliana no le prestó atención a su petición y respondió con un tono extremadamente indiferente:

—Padre está enfermo. Deberías regresar a casa y visitarlo.

Como hija, aunque ella no reconociera la familia Dolores, ni a Guillermo como su padre, nunca podía negar el lazo biológico entre ellos.

Pero estas palabras sonaron como una broma para Deva, ella se rio con desprecio y preguntó:

—¿Qué tiene que ver conmigo la vida o muerte de ese viejo?

Eliana cerró los ojos agotada. Efectivamente Deva no había cambiado. Seguía igual que antes, sin intención de recompensar sus errores.

Después de conocer la actitud de Deva, Eliana no quería desperdiciar más tiempo con ella y estaba a punto de colgar el teléfono cuando volvió a escuchar la voz de Deva:

—Eliana, estoy esperándote en la cafetería del este de la ciudad. Si no vienes, me suicidaré.

Como antes, una vez que algo le sucediera a Deva, la persona que se llevaría la peor parte sería Eliana.

Eliana apretó los labios. Odiaba ser amenazada por Deva, pero… con la crisis de la empresa en mente, en este momento, enfadar a Deva significaría que perdería las únicas esperanzas con Hilario…

***

La cafetería.

Cuando Eliana llegó, vio de inmediato a la mujer sentada junto a la ventana.

Deva estaba elegantemente maquillada, llevaba una blusa negra delicada. Su figura entera irradiaba un encanto seductor, muy diferente de esa palidez en el hospital aquel día, y no parecía en absoluto una enferma con cáncer terminal.

Al ver a la recién llegada, Deva esbozó una sonrisa de desdén:

—Hermana, no te ves muy bien, ¿verdad? Este es el resultado de robarme a mi hombre.

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