Capítulo 36

La penumbra envolvia la ciudad cuando Odalys tomó un taxi hacia Oasis Sereno, su intención era resolver las cosas por teléfono con Gerson, pero él no habia respondido a sus llamadas, no sabia si era a propósito o simplemente no las habia escuchado, no estaba segura de que él volveria a ese lugar, ya que en los últimos años raramente lo visitaba. Pero tras tres años de matrimonio sin haber logrado integrarse a su circulo, no le quedaba otra opción que esperar ahi por él.

Al bajar del taxi, ella contempló la mansión sumida en la oscuridad y, tras dudar un instante, decidió entrar; con su huella digital abrió la cerradura y buscó el interruptor en la pared. La luz brillante iluminó cada rincón de la sala, incluido Gerson, quien descansaba con la cabeza reclinada en el sofá. El hombre frunció el ceño y, cubriendose los ojos con la mano, ordenó con fastidio: “Apaga la luz“.

Odalys no esperaba encontrarlo alli. Después del mal rato que había pasado Noelia ese día, pensó que él se quedaria a su lado consolándola; incluso estaba preparada para una larga espera infructuosa. Aunque, si estaba en casa. ¿por qué no había encendido las luces? ¡Qué mania!

Apagó las luces de la sala, dejando solo la del vestibulo encendida, se sentó frente a él y fue directa al grano: “Gerson, retira la denuncia. Si tienes algo contra mi, enfocate en mi, pero no arrastres a personas inocentes en esto“.

Su único deseo era resolver la situación rápidamente y sacar a Otilia de la comisaria, Gerson debía saber por qué estaba alli. El bajo la mano, el dolor de estómago le quitaba las ganas de hablar, ya estaba de mal humor y en ese momento su temperamento se agitaba aún más, así que inquirió: “¿Vienes a suplicar o a provocar con esa actitud?“.

Odalys se quedó sin palabras, no era una súplica ni una provocación, estaba intentando negociar seriamente. Antes de que pudiera responder, él continuó: “La última vez te vi cenando con un hombre ajeno en un restaurante para parejas, y ahora vienes a buscarme por otra persona sin relación. Odalys, ¿debería llamarte santa o hipócrita?“, sus labios esbozaron una sonrisa fría y burlona.

Ella instintivamente queria replicar, pero recordando a Otilia detenida, reprimio la ira que brotaba dentro de ella, solo quería un resultado: “¿Qué quieres para dejar en paz a Otilia?“.

Si él había decidido dejarla encerrada, no estaria allí esa noche, ni le habría dado la oportunidad de hablar con él, estaba claro que estaba jugando con ella, y lo hacia muy bien.

Gerson la miró y se burló con frialdad: “¿Ya te comportas como una visitante, aunque aún no nos hemos divorciado? ¿La próxima vez ni siquiera entrarás?“.

Odalys no quería discutir esos detalles sin importancia. Durante los dos años y nueve meses que vivieron juntos, ¿cuándo se habia preocupado él por si ella cambiaba de zapatos o usaba cubiertas? Hablar de eso en ese momento era solo una forma de hacerla enojar y evitar liberar a Otilia. Respiro.hondo y le preguntó: “Gerson, ¿cuándo estarás dispuesto a hablar en serio?”.

“Estoy con hambre y el estómago me duele. No quiero hablar“, dijo Gerson cerrando los ojos, con una actitud de despedida.

Odalys se enfureció, pero se contuvo: “¿Si no te duele el estómago hablarás?.

“Quizás“, respondió Gerson con indiferencia.

Ella sabia que la estaba desairando. ¿Quizás? Nadie sabia si luego encontraria alguna otra excusa para complicarle las cosas, pero en ese momento no tenía otra elección más que apostar a que, después de comer, él estaría dispuesto a negociar. Apretando los dientes de rabia, ella fue a la cocina.

Al abrir la nevera, encontró solo unas botellas de agua, una bolsa de fideos y algunos huevos, compras que ella había hecho antes de irse de la casa hacía tiempo, los fideos eran frescos y tenían fecha de caducidad,

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que justo era ese día. A esas horas todas las tiendas cercanas estarian cerradas, y la más lejana requeria una media hora en coche, ella no estaba para tanto esfuerzo y decidió conformarse con esos fideos a punto de expirar.

Justo cuando rompla los huevos en un tazón, oyó la voz fria de Gerson desde la entrada de la cocina: “No quiero pasta“.

“Sólo hay eso“, dijo Odalys sin voltearse. “Y, el supermercado de afuera ya cerró“.

Gerson dijo como si fuera obvio: “Entonces cambia de supermercado, no es posible que todos los supermercados de Capital estén cerrados“.

Al escuchar eso, Odalys no pudo contenerse más: arrojó los cubiertos en el fregadero, se giró y lo miró con impaciencia: “¡Si te gusta, comelo y si no, déjalo!“.

Antes, siempre que Gerson volvia a casa, no importaba cuán tarde fuera, ella se las ingeniaba para prepararle algo de comer, pero esos platos terminaban en la basura o en manos del chofer o del guardaespaldas. En ese momento, que le preparara una sopa de pasta ya era un gesto de buena voluntad. ¿qué derecho tenía él para ser tan exigente?

Gerson la miró con una mirada profunda: “¿Ya no quieres sacar a Otilia de la cárcel?“.

Odalys maldijo en su interior y finalmente, resignada, le preguntó: ¿Y tú qué quieres comer?“.

Gerson enumero algunos platos: Langostinos al ajillo, tofu con cangrejo, cerdo agridulce, costillas al sal y pimienta, sopa de verduras“.

Eran platos que ella habia preparado antes, él les había dado un vistazo en aquel momento y solo recordaba esos pocos. Ella frunció el ceño. ¡Vaya si que sabia pedir!

Pero negarse significaria que él usaria a Otilia para amenazarla de nuevo, ella giró su mirada y encontró una excusa perfectamente razonable: “Es muy tarde y tú tienes dolor de estómago, no es bueno comer alimentos grasosos.

La mirada de Gerson hacia ella parpadeo ligeramente, su voz se volvió baja y de repente parecia mucho más complaciente: “Entonces, ¿qué seria lo adecuado?.

Odalys: “Sopa“.

Gerson se rio con suavidad, su rostro se suavizó un poco, en ese momento parecia un caballero gentil y cortés, ¿estaba de acuerdo?

Odalys se relajó un poco, pero entonces el hombre cambió su expresión tan rápido como en una ópera, frunció el ceño y dijo con un gruñido: “¿Esa es tu actitud al pedir ayuda?“.

Qué más daba, ¡los hombres nunca cambiaban!

De camino al supermercado, Gerson conducia con dolor de estómago, mientras la mujer en el asiento del copiloto miraba furiosa por la ventana desde que subieron al auto, ignorándolo completamente. Al llegar al supermercado, ella se dirigió directamente a la sección de alimentos frescos empujando el carrito, a veces iba alli a comprar y conocia el lugar. Avanzó con paso firme, las ruedas del carrito rodaban sobre el suelo. Gerson la seguía con una mano en el bolsillo, tranquilo y sosegado, su voz llegaba lentamente con un tono burlón: “¿Tan ansiosa estás de cocinar para mi?.

Odalys se volteó y le lanzó una mirada fría: “La vanidad es una enfermedad incurable“.

A esa hora, el supermercado no tenia muchas verduras frescas, y los langostinos que quedaban no se velan frescos en el agua, sin saber si estaban vivos o muertos. Ella los sacó con una red y los metió en la bolsa sin mirar. Gerson frunció el ceño despreciativamente: Siempre has sido tan negligente comprando comida? ¿No ves que esos langostinos ya están muertos? ¿No te di dinero o estás tratando de vengarte de

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mi?“.

Odalys lo miró de reojo y respondió con convicción: “Si te atreves a tocar a Otilia, ¿qué importan unos langostinos muertos? Incluso podria envenenarlos“.

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