Capítulo 21

Ahí estaba yo, desplomada en la silla del interrogatorio, mirando sin fuerzas a Lucas, que ordenaba su

informe.

“No es así, no lo es”, mi voz ronca intentaba explicar, como si la última chispa de esperanza tambiénse extinguiera con mis palabras, como desearía que la policía descubriera la verdadera cara de Yuria,que me devolvieran mi honor, para así poder descansar en paz. Pero por lo que parecía, la verdadnuncal saldrá a la luz, y mi cuerpo probablemente nunca sea encontrado.

“Oficial Lucas, ella es una estafadora, una mentirosa”, seguí murmurando con voz quebrada.

¿Por qué no me creen? ¿Por qué nadie quiere creerme? ¿Por qué todos escuchan a Yuria?

“Lucas,

s, preguntamos a un montón de gente, todos conocían a Nayra, y ninguno habló bien de ella, pareceser que esta mujer sí que tenía mala fama”, comentó un policía más joven, claramente inclinándosepor el lado de Yuria. “Esa Yuria si parece buena gente”.

“Que la empujen por las escaleras y casi la maten y ni siquiera denuncie, eso dice mucho de ella, leestaba dando una oportunidad”.

Lucas seguía con su informe, y su pluma se detuvo por un instante: “Lo que escuchan los oídos, loque ven los ojos, no siempre es la verdad”.

“¿Entonces qué es la verdad?”, Nacho parecía confundido.

“Las pruebas”, Lucas señaló el informe. “Yo solo creo en las pruebas”.

La naturaleza humana era compleja y cambiante, sold las pruebas eran irrefutables. Miré a Lucas sinmucha esperanza, sin encontrar el cuerpo, nadie me creería.

Desde fuera, una policía entró con un semblante sombrío: “Lucas, salió el informe de Kent, tienecicatrices de electrocución, todas viejas, claramente fue abusado y maltratado a largo plazo durante su

crecimiento”.

Lucas frunció el ceño y echó un vistazo al informe. Desde mi ángulo, podía ver claramente las fotosdel examen médico, las cicatrices de la piel quemada por descargas eléctricas, las marcas decigarrillos, las cicatrices de látigos que habían dejado la piel abierta y luego curada, todasentrelazadas.

“Mira que él está loco y es muy guapo, a excepción de su cara que no tiene cicatrices, está lleno demarcas”, dijo la policía con empatía y rabia. “Esos degenerados, desgraciados”.

Lucas no dijo nada, solo miró el informe en silencio por un largo rato antes de hablar: “Este caso notiene nada que ver con él, tiene antecedentes psiquiátricos, no es responsable ante la ley, y ademásno tiene tutor legal, no es nuestro asunto, dejémoslo ir”.

La policía entendió lo que Lucas quería decir, era hora de dejarlo ir.

“Pero Lucas, este tipo de enfermo mental es agresivo, si sale y lastima a alguien más…”, Nacho muyparecía preocupado..

“¡Es un asesino, es un asesino!”, le grité a Lucas, ¿por qué dejarlo ir, solo porque estaba loco, esosignificaba que no era culpable de asesinato?

¡Es un asesino! Aunque haya sufrido injusticias, sigue siendo un asesino, nada de eso justifica suscrímenes, él mató a muchas mujeres inocentes.

“¿Atacó a alguien antes de atacar a Benito?”, pregunta Lucas.

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Capitulo 21

Nacho negó con la cabeza: “No”.

“Esos tipos fueron por su cuenta al orfanato abandonado y lo provocaron primero”, explicó Lucas por

Kent

Se podía ver que Lucas no creia que Kent hubiera hecho algo malo. Yo, sin fuerzas para explicar, salidel cuarto de interrogación en un arranque. Lucas era un ingenuo, el asesino estaba ahí mismo, y unay otra vez lo dejaba ir, y por su bondad, seguramente más chicas terminarán lastimadas.

En la entrada de la estación.

Me paré en el viento, y sorprendentemente, pude sentir el frío, era una sensación de frío que mecalaba hasta los huesos. Kent fue liberado y allí estaba, encogiéndose de hombros en el vientohelado, obviamente también estaba muriendose de frio; el clima se había vuelto frío, con grandiferencia de temperatura entre el dia y la noche, él llevaba solo una sudadera vieja y rota, pantalonesque no le quedaban bien, y zapatos destartalados.

“Kent, alguien vino a sacarte bajo fianza, quedate aqui esperando”, Lucas salió detrás de mi,encendiendo un cigarrillo. Probablemente también estaba sorprendido de que a un loco del orfanatoalguien viniera a sacarlo bajo fianza.

Me aleje de Kent con algo de miedo, escondiéndome en la entrada y observándolo desde lejos. Kentse la pasaba cabizbajo, pero de repente alzó la vista hacia donde yo estaba, y por un instante, jurariaque sus ojos mostraron asombro, me escondi, casi olvidando que ya habia estirado había muerto yque nadie podia verme, pero esa mirada, por un segundo, parecía como si él realmente pudieraverme, no tardé en desviar la mirada, con un aire de derrota.

Un elegante Mercedes negro se parqueó frente a la estación de policia y de él bajó un señor demediana edad, que tenia una pinta amable y observaba a Kent: “Joven maestro, ya es hora de dejarde esconderse y volver a casa”.

Kent lo miro con sospecha, como si quisiera salir corriendo y rehusarse a seguirlo. Del carro tambiénsalieron dos guardaespaldas que, sin más, lo agarraron a la fuerza y lo metieron en el vehículo,ignorando por completo su resistencia, se sentaron uno a cada lado y se fueron.

Lucas, con su cigarrillo yéndose entre claros y oscuros, era un enigma para mí. No lograba descifrarqué pasaba por su cabeza, ¿se estaría preguntando lo mismo que tipo que todos

yo? ¿Cómo era que un creían loco y que había crecido en un orfanato, resultaba ser un jovenmaestro’?

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