Capitulo 81: Clen Millones de Dólares, Por Favor Recibelol
En la habitación.
Valentina, ya camblada de ropa, se quedó mirando fijamente una foto colgada en la pared.
En la foto, tres personas estaban juntas, dos hombres y una mujer, todos vestidos como en sus dias de estudiante.
Pero las caras de los tres estaban cubiertas con pintura negra.
¿Esa joven, es la “Lucy” de la que hablaba el señor Valenzuela?>
¿Quiénes son los otros dos?»
¿Es señor Mendoza? ¿Y señor Valenzuela?»
Valentina no lo pensó mucho, se secó el cabello rápidamente, dejándolo caer libremente sobre su espalda, y se preparó para salir.
Al abrir la puerta de su habitación, dos miradas se posaron en ella.
-Señor Valenzuela… señor… Izan… -una expresión de sorpresa cruzó el rostro de Valentina.
Pensó que después de que el señor Valenzuela la dejara en su habitación, se habría ido.
Pero ahí estaba él, esperando.
Y no solo él ¿cuándo había llegado Izan?
La mirada que el señor Valenzuela le dirigia estaba llena de shock y un atisbo de desconcierto.
-Ah…
Alonso, por instinto, casi llama por su nombre a «Lucy», pero de repente se da cuenta de algo vuelve en si.
Valentina miró su vestido y lo entendió todo, disculpándose de inmediato.
-Lo siento, señor Valenzuela, ¿me he puesto el vestido equivocado? Me lo quitaré enseguida…
El vestido que llevaba lo habla tomado de un rincón del armario.
Pensó que si estaba en un lugar discreto, no debla ser algo muy preciado por el dueño.
¡Pero parecia que tomó el que no debla!
Justo cuando iba a darse la vuelta, Alonso la tomó de la muñeca.
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Valentina se quedó paralizada por un instante, pero Alonso soltó su mano rápidamente, volviendo a su habitual compostura de caballero elegante y culto.
-Señorita Lancaster, no hace falta que se camble, jese vestido te queda muy bien!
-Ese vestido se lo regalé a Lucy, a ella no le gustó, asi que solo se lo puso una vez y luego lo dejó en el armario sin volver a tocarlo. Así que puedes usarlo sin preocupaciones, ¡no hay problema!
Alonso sonrió con calidez.
-Eh…
Por un momento, Valentina se encontraba en un dilema, sin saber si cambiar o no.
Justo cuando no sabia qué hacer, Izan de repente habló:
-Valen, ya es hora de bajar.
La sonrisa radiante de Izan iluminaba su rostro, extendiendo su brazo caballerosamente, esperando que Valentina lo tomara.
Valentina, sin darse cuenta del deseo posesivo en sus acciones, elegantemente enlazó su brazo con el de Izan.
Alonso observaba la figura de Valentina alejándose, perdido en sus pensamientos.
Creía que Valentina solo tenía ojos parecidos a los de Lucy.
Pero en el momento en que ella apareció con ese vestido, esa sonrisa, ¡le pareció ver a la misma Lucy de antaño frente a él!
-Lucy..
Alonso murmuró en voz baja, incapaz de contenerse y siguió a Valentina.
En el patio trasero de la villa.
Santiago, vestido con un elegante traje, se sentaba en el rincón más apartado del jardin, fijando su mirada en la escalera del segundo piso.
Tras un largo rato sin ver a Valentina, una leve irritación se asomó en su apuesto rostro.
Justo cuando estaba a punto de perder la paciencia, Valentina bajó las escaleras del brazo de Izan.
+15 BONOS
Los ojos agudos de Santiago se estrecharon.
¿Era necesario que se agarrara asi de un compañero común de clase?
Et celo en la mirada de Santiago era indiscutible.
Mientras se enfurecia, desde dentro de la villa se oyó la voz de Alonso.
-Permitanme presentarles a alguien, la estrella de la noche, la campeona del concurso de joyas. ¡
señorita Valentina Lancaster!
Valentina, sin tiempo para prepararse, sintió todas las miradas dirigirse hacia ella.
-Ah, hola, todos, soy Valentina Lancaster -dijo, mostrando una sonrisa apropiada.
Penso que con solo un saludo podria retirarse discretamente y encontrar un rincón tranquilo
para esconderse.
Pero entonces, la voz de Alonso resono de nuevo, atronadora…
-¡El evento más importante de esta noche de celebración es festejar que la señorita Lancaster ha ganado la subasta millonaria de señor Mendoza! Valentina, un cheque de cien millones de dolares te espera, ¡por favor verifica!
Con el eco de la voz de Alonso, Valentina sintió su teléfono vibrar.
Al revisarlo, aparte de incontables llamadas perdidas de Izan, un mensaje del banco con una
serie de ceros capturó su atención.
Valentina se quedó petrificada.
-¡Carajo!
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