Despidiéndose de mi amor -
Capítulo 22
Capítulo 0022
Las palabras que él estaba explicando aún no habían terminado de salir de su boca. Un anciano herido de pies a cabeza fue arrojado al interior por un guardaespaldas.
David de inmediato lo reconoció, parecía llamarse Miquel. Anteayer, Julio logró localizar a la madre e hijo que huyeron al extranjero, solo para descubrir que Silvia se casaría con él, ¡no con Luis!
Por lo tanto, ordenó directamente que ataran al anciano. A pesar de un día entero de tortura, el anciano aún afirmaba no saber en realidad el paradero de Silvia.
Julio lo miró con desprecio y dijo: ¿Aún planeas casarte con Silvia? - El anciano asustado, soportando sus heridas, respondió apresuradamente: -No, no, ya no, nunca más me atreveré...
El anciano fue arrastrado afuera. No era necesario imaginar cuál sería su fatal destino.
La cara de Julio no mostraba ninguna expresión, su mirada se dirigió directo a David: -¿Estabas defendiendo a Silvia?
David no discutió en absoluto.
-Es solo que pensé que no era necesario atacarla todo el tiempo.
Julio apretó lentamente la mano que sostenía la pluma, las venas en su dorso eran muy evidentes.
-Ella fue la que empezó a atacarme
Cuando Julio se levantó, inmediatamente dijo: ¿Realmente crees que ella está muerta?
-Esa mujer definitivamente no morirá tan fácilmente.
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Estas palabras parecían más un autoengaño por parte de Julio.
El despertador del teléfono sonó, al instante Julio miró la hora, terminó el día puntualmente, dejando a David solo en la oficina. Una oficina vacía.
David apretó la hebilla de la corbata hasta que le salió sangre, luego instintivamente la soltó.
Camino afuera, vio a Miquel, que yacía en la carretera con apenas signos de vida. Le ordenó fríamente: -Llévalo de regreso.
Villa Oasis.
La casa estaba especialmente silenciosa. En un rincón de la sala de estar se encontraba una caja roja brillante, destacando enormemente.
Cuando Julio regresó a casa puntualmente, se sentó en el sofá donde Silvia solía sentarse con gran frecuencia.
Todo era como antes, pero también algo diferente.
Después de no saber cuánto tiempo había pasado, su mirada se dirigió directo a esa caja.
Fue entregada por David, pertenencias de Silvia. Hasta ahora, Julio no la había abierto.
Se acercó, se inclinó y apresuradamente abrió la caja.
La contraseña de la caja era especialmente simple, ¡era su
cumpleaños!
Julio lo sabía porque la contraseña de toda la casa era simplemente el cumpleaños de Silvia.
Dentro de la caja, había artículos de uso diario y ropa que se veían
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algo simples, no como las pertenencias de una vanidosa muchacha.
Julio ni siquiera se atrevió a mirarlas, cerró la caja de nuevo.
No comió nada y regresó a la habitación que solía compartir con Silvia.
Al entrar, de inmediato se podía ver la urna de cenizas de Silvia y la foto en blanco y negro que estaba colocada allí.
Después de la cremación, no se podia detectar el ADN, pero Julio estaba seguro de que
Silvia no estaba muerta...
¡Definitivamente no moriría! ¡Ella, no se atrevería a morir!
Esa mujer, tan temerosa del dolor, ¿cómo se atrevería a morir?
Hizo que investigaran a Luis, él siempre había estado soltero. Era verdaderamente el príncipe azul en el corazón de Silvia, su amigo de la infancia.
Una noche sin dormir.
Al día siguiente, se despertó muy temprano.
Después de asearse, su asistente le trajo el desayuno.
Al principio, no notó ningún cambio en su vida, pero poco a p
dio cuenta.
La mesa tenía un plato menos;
En la casa, apareció una foto más;
Cuando no estaba en casa, faltaban los mensajes de texto
insistentes todo el dia;
Cuando regresaba a casa, las luces estaban apagadas...
No sabía cuándo, pero la hora de regresar a casa se volvió cada vez más temprana y puntual.
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La gente en la empresa notó el cambio radical en Julio.
Cuando Silvia estaba presente, Julio
solía trabajar hasta tarde todas las e
noches no volvía a casa. The
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Los secretarios de Julio suspiraban de alivio.
-¿Cuánto puede odiar a esa sorda? Desde su muerte, Julio se va della empresaltodos los días a tiempo.
-Si yo fuera un hombre tan destacado como Julio, tampoco me enamoraría de una sorda que ho se viste bien y
no entiende nada en absoluto de buen gusto. The content is on
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-Es verdad. Si fuera tan guapa como ella, todos los días me vestiría de manera atractiva.
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