Diario de una Esposa Traicionada por Rocio H. Gómez
Diario de una Esposa Traicionada Capítulo 232

Capítulo 232

-Destinos que se cruzan!

Eso fue lo primero que se me vino a la mente cuando giré la cabeza y vi esa cara brillante y guapa de Camilo. David también lo miró, frunciendo ligeramente el ceño, preguntó:

“¿Camilo vive aquí?”

Esa era precisamente la pregunta que yo quería hacer Con su fortuna, podría haber escogido cualquier mansión, ¿cómo terminó viviendo en un lugar tan lleno de vida y color?

Camilo sonrió despreocupadamente: “Estoy acompañando.”

¿Acompañando? Pensé que estaba buscando desesperadamente a su futura esposa, resultó que ya tenía hijos. Pero bueno, las familias adineradas siempre eran un enredo, ¿quién no tenía uno o dos hijos ilegítimos que preferían mantener en secreto?

David sonrió, intercambiaron unas pocas palabras más, y luego él trajo las maletas desde el ascensor y las llevó adentro. Viendo que todavía quería ayudar a organizar, rápidamente le hice señas de que no hacía falta:

“No te preocupes, Leticia estará aquí en cualquier momento, ella me ayudará. Mejor ve a ocuparte de

tus cosas.”

Acababa de volver a la familia Guzmán y con Lidia entrometiéndose, seguro que tenía mucho en qué

pensar.

“Está bien.” David miró la hora y no insistió màs, pero aún preocupado preguntó: “¿Qué tal? ¿Estás conforme con la casa?”

“Por supuesto que sí, no podría estar más contenta.” Le aseguré.

Los electrodomésticos estaban prácticamente nuevos, solo necesitaba comprar algunas cos

día a día.

“Me alegra oírlo. Te enviaré la contraseña de la puerta por WhatsApp, y puedes cambiarla cuan quieras.” Me dijo con una mirada suave y tierna, después agregó: “Entonces me voy. Cualquier o que necesites, no dudes en contactarme.”

“Claro.” Con eso, lo acompañé al ascensor y esperé a que las puertas se cerraran antes de regresar nuevo hogar.

Camilo parecía que acababa de despertarse, dio una vuelta por su casa y luego, sosteniendo un vaso d agua, se apoyó en la puerta y me preguntó con lentitud:

“¿Evitando problemas?”

Lo miré con fastidio al contestar: “No te hagas el que no sabe. Mejor ocupate de tu hermana y evita que cause problemas a los demás.”

Dada la relación entre los Galindo y los Monroy, él y Abril debían llevarse bastante bien. Pero claro, si la consideraba su hermana, ¿cómo no iban a llevarse bien? Y cuando finalmente encontrara a la heredera perdida de la familia Monroy y cumpla el compromiso matrimonial, se convertiría oficialmente en el cuñado de Abril. No pude evitar verlos.como una familia, y eso me irritó.

Camilo levantó una ceja como muestra de descontento: “No me vengas con esas cosas de los mayores, inventándome hermanas. No me gusta eso de llamar hermanos a gente sin lazos de sangre.”

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Capitulo 232

Asentí, fingiendo sorpresa: “Quién lo diría, resulta que tienes tus principios.”

Qué falso. Ese día en la casa de los Guzmán, él y Abril se mostraban bastante cercanos. Las discusiones iban y venían entre ellos dos, como los viejos tiempos de Isaac y Andrea.

De repente, sonrió de manera traviesa: “Cloé… ¿Aún vale lo que me prometiste aquel día?”

Fruncí el ceño preguntando con fastidio: “¿Qué cosa?”

Persistió: “¿Lo olvidaste?”

En ese momento, al cruzar miradas con Camilo y su expresión burlona, tuve un destello de comprensión, recordando que fue aquel día en la residencia de los Guzmán, cuando me pilló de sorpresa y accedí de manera evasiva. No quería tener más enredos con él, y como las palabras se las llevaba el viento, preferí hacerme la desentendida:

“No me acuerdo, ¿tienes alguna prueba?”

“¿Necesitas pruebas?” Continuó insistiendo.

Yo continué actuando: “¿Qué otra cosa, Camilo? Sabes bien que sin pruebas, las palabras no valen.”

Él me miró con interés y me hizo una seña con el dedo: “Ven aquí.”

“¿Para qué?” Pregunté mirándole con cautela, sabía por experiencias pasadas que probablemente no era nada bueno.

Camilo sacó su teléfono, hizo un par de movimientos y me lo pasó, la luz del sol que entraba por la ventana iluminaba su figura, resaltando su arrogancia despreocupada con una sonrisa burlona al decirme: “Mira esto.”

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