Diario de una Esposa Traicionada por Rocio H. Gómez
Diario de una Esposa Traicionada Capítulo 258

Capitulo 258

Me repetia una y otra vez que no deberia darle más importancia, pero cuando escuché que algo le había pasado, mi cuerpo reaccionó de manera incontrolable. Parecia que, a lo largo de esos más de ocho años, habla desarrollado una especie de reflejo condicionado. No podía evitarlo

Mientras coma hacia afuera verdad? Estaré alli enseguida,”

egarrando las llaves de

del auto, me esforzaba por mantenerme calmada y confirmé “¿Está en Horizonte Azul,

“Si, en la habitación número 1.” Dijo César.

En el camino a la Clinica Horizonte Azul, todavia estaba bastante lúcida, pero mis pensamientos estaban desordenados. Aunque la situación actual de Montes Global Enterprises no era la mejor, seguía siendo el grupo lider en Puerto Nuevo, y siempre habia la posibilidad de darle la vuelta a la situación y alcanzar nuevas alturas. ¿Quién se atrevería a tomar represalias contra Isaac en ese momento? A pesar de estar preparada mentalmente, al llegar a la habitación y ver a Isaac pálido, sentado en la cama, mirando por la ventana sin enfocarse en nada, dejándose que el médico le cambiara las vendas de las heridas en su brazo y pecho, igualmente me sorprendi. Mi corazón se retorció de dolor, como si hormigas to mordisquearan п.

“Presidente Montes.”

César me vio y me llamó.

Isaac se volvió hacia él, y al darse cuenta de mi presencia, intento hablar.

Levante ligemmente los labios, solo para darme cuenta de que mi garganta estaba tensa y le pregunté: “¿Por qué es tan grave?”

En la bandeja de acero inoxidable, las vendas ensangrentadas que el médico había quitado eran un espectáculo doloroso, y las heridas eran tanto profundas como largas ||

Su mirada se movió mientras hablaba con ligereza: “No es nada, solo un pequeño rasquño.

“Um, un pequeño rasguño‘ por el que estuviste inconsciente durante un día y dos noches, y apenas despertaste esta mañana. No es asi como se actúa orgullosamente, presidente Montes…”

César no se contuvo en mostrar su desaprobación

Isaac lo miró con frialdad, diciendo en voz baja “¿Quién te permitió decirle?“8

“Eso“!

César señaló hacia el gemelo que jugueteaba en su mano, y antes de que Isaac pudiera regañarlo, se escabulló rápidamente.

El médico también terminó de vendar rápidamente, desinfectó y medicó otra herida en su frente, aconsejándole seriamente: Presidente Montes, no debe tomar a la ligera estas heridas. Si no las cuida bien, definitivamente dejarán secuelas. Y asegúrese de no mojarlas, para evitar la infección recurrente como sucedió con el disparo anterior.”

Isaac asintió levemente: “Entendido.“}

Sabiendo que no habia prestado atención, el médico se volvió hacla mi con cierta resignación diciéndome: “Señora Montes, por favor, póngale más atención.”

Me senti incómoda, sin saber si responder o no.8

Finalmente, bajo la esperanza expresada en la mirada del médico, asenti: “Se lo haré saber a su asistente..

“Está bien, entonces me retiro.” No había terminado de hablar cuando el médico me interrumpio, saliendo tranquilamente.

En la habitación, quedamos solo él y yo. Frunci los labios preguntándole: “¿Por qué… no querías que César me lo dijera?”

Hacia unos dias estaba suplicándome que me disculpara sin querer divorciarse. ¿Por qué en aquel momento, cuando seria el momento perfecto para ganar simpatia, eligió quedarse callado e incluso le instruyó a César para que me lo ocultara?

Isaac también tenia moretones en su rostro, su mano izquierda vendada colgaba de su cuello, pero aun así no afectaba su alre distinguido y noble

“Temia que si lo sablas, no vendras.“||

El hombre habló suavemente, con una voz ronca y una sonrisa autodespreciativa: “Eso me harla parecer demasiado patético.

Respondi con tono suave: “Si vamos a hablar de eso, entonces he tenido muchos momentos patéticos.” En muchas ocasiones, cuando lo necesitaba, él no estaba a mi lado.8

“Cloé Coral “8

Isaac de repente me llamó por mi nombre completo, con una voz seductora y sus ojos llenos de temura y seriedad: “Todavia sientes algo por mi, ¿verdad? Al oir que estaba herido, viniste. Entonces, ¿por qué… no estás dispuesta a darme una oportunidad para enmendar las cosas?”

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