Capítulo 442

A pesar de haber sido drogada, me encontraba terriblemente avergonzada

Al segundo siguiente, el hombre volvió a morderme suavemente, sus ojos brillaban mientras respondía de manera distraida al teléfono: “Ya, ya, señorito.”

Luego, colgó la llamada.

Sus labios cayeron una vez más en la esquina de los mlos, preguntando en voz baja: “¿Puedo besarte?”

Ese hombre, definitivamente lo hacia a propósito. No me habla preguntado antes de morderme. Mi corazón latia como un tambor, así que cerré los ojos, rodee su cuello con mis brazos y lo atraje hacia ml, besándolo con iniciativa. Mis orejas ardian casi hasta el punto de incendiarse. No importaba. Habia sido drogada. Podria culpar a la droga por todas mis acciones esa noche.

Esa iniciativa pareció complacer mucho a Camilo, quien me besaba suave y tiemamente una y otra vez, mientras su voz ronca se filtraba entre nuestros labios y dientes, sonriendo complacido: “¿Amigos nada más?”

El boomerang regresaba. Siempre había sido rencoroso desde pequeño.

Mi conciencia comenzaba a desvanecerse y le dije: “Si…”

“¿Aún dices que si?*

Me mordió ligeramente, trayéndome de vuelta a la lucidez: ¿Cuántos amigos como yo tienes?”

“Ninguno…

Mis ojos permanecian cerrados y perdida en sus besos, murmuré: “Solo tú, Camilo, solo tú

“Cuando algo sucede, no me llamas. Cuando recuperaste la memoria, tampoco me lo dijiste.”

Camilo me besaba suavemente y sus labios llegaron a mi oreja: “Realmente me tratas como a un amigo, peor que a tu exmarido.”

Mis dedos se entrelazaron en su suave cabello, intentando explicarme con la poca conciencia que me quedaba: “No es eso, es que isaac también estaba en la cena. No sabia quién había puesto la droga, no podia confiar en nadie más.”

“Oh…”

Se rio ligeramente, mientras su mano bajaba lentamente, amasando mi suave cintura y dijo: “Finalmente has hablado, pensé que ibas a seguir siendo muda.

Sabia que se refería a lo de esos dos años. Decidi hacerme la “muda” de la que hablaba, sin decir una palabra.

Los cálidos labios se alejaron de mi mejilla, y el hombre no se movló por un largo tiempo, como si el aire se hubiera congelado. Después de un rato, un suspiro apenas audible llenó el aire, como si fuera una mezcla de resignación y compromiso. Finalmente bubo movimiento, los dedos delgados del hombre agarraron mi tobillo, quitándome el tacón alto. Se detuvo un momento, como si estuviera revisando si los zapatos de tacón alto hablan lastimado mis dedos o talones. En ese momento, cuando mis ojos aún borrosos se encontraron con los suyos, llenos de deseo, lel unas palabras y dos signos de puntuación.

¿Lo deseas?”

Era el estilo de Camilo Aparentaba ser desenfrenado y rebelde, como un verdadero rufián. Pero me habla buscado sin descanso durante más de veinte años. Sin embargo, su amor por mi no era de posesión. Aunque en aquel momento parecía una buena oportunidad, aun asi, justo cuando estaba a punto de responder, me beso apasionadamente y, levantándome en brazos, se dirigió hacia el baño.

Tus piernas…

La droga era demasiado fuerte, apenas podia articular una frase completa, mi voz sonaba débil y tierna. Eso mostraba cuanto me odiaba la persona que me drogo.

Camilo dijo: “Llevarte no es problema.”

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