Capítulo 500

Faustina aún vivia en el extranjero, así que aparte de los tres mayores, solo quedaban ellos tres, los más jóvenes. Una vez repartidos los sitios en la mesa, resultó que Silvia quedó justo enfrente de ella, con la cara torcida y un claro gesto de disgusto.

Al sentarse, Bianca no paró un momento, se ocupó personalmente de servir el vino tinto que acababa de airearse, a pesar de que su abuelo siempre decía que esas cosas deberian dejarlas para que los sirvientes lo hicieran. Aun así, ella insistia en hacerlo.

Violeta se sentó al lado de Lamberto, aunque en la posición más alejada. Había sido invitada, pero igual se sentia incapaz de integrarse al ambiente. Por un momento, se sintió completamente aislada.

Incluso llegó a arrepentirse de no haberle insistido a Rafael para que cancelara su viaje y la acompañara.

El celular en su bolsillo vibró de repente, había recibido un mensaje de WhatsApp. Violeta lo sacó discretamente debajo de la mesa.

Como si tuviera un S**to sentido, Rafael le habia escrito: “Vivi, ya estoy en el avión, a punto de despegar. Si te sientes muy incómoda, no te preocupes, ¡pronto iré a buscarte!”

Al leer el mensaje, una oleada de calor recorrió su corazón y la incomodidad anterior se desvaneció.

Sabía que él siempre estaría a su lado, ofreciéndole su hombro para protegerla y cuidarla. No le había pedido que cancelara su viaje porque confiaba en esa certeza y se sentía capaz de enfrentar la situación por sí misma.

Violeta tecleó un “bien” con una carita sonriente y lo envió de vuelta.

Justo cuando sacó el celular, Bianca pasaba detrás de ella y leyó el mensaje con claridad.

La mano que sostenía la jarra de vino se tensó, un destello helado cruzó sus ojos, pero en un instante volvió a sonreír dulcemente. Sin embargo, al regresar a donde estaba, le susurró algo a Silvia.

Cuando Violeta levantó la vista, se encontró con la mirada furiosa y celosa de Silvia, fijándose en su celular y su rostro.

Violeta frunció el ceño, pero eligió ignorarla.

Debido a la extrañeza y el malestar, la comida no fue del todo placentera para Violeta. Pero ya estaba mentalmente preparada y decidió comportarse como si fuera una boda a la que asistía sin conocer a casi nadie, simplemente comiendo en silencio.

Un sirviente anunció desde la cocina, “Señor, su comida medicinal está lista.”

“¡Abuelo, también quiero probar!” exclamó Silvia inmediatamente al oírlo.

Melisa sonrió y tomó la palabra, “¡Silvia siempre tan curiosa! Pero es cierto, esa comida es beneficiosa, contiene ingredientes que yo misma traje, como hongos y cornamenta de venado. Es bueno para la salud. Los jóvenes de hoy en día no cuidan su salud, deberían fortalecerse. Voy a pedir que les sirvan un plato a ti y a Bianca.”

“Y uno para Violeta también”, añadió Luis mientras el sirviente se dirigía a la cocina.

Bianca, que estaba sirviendo comida a Luis, apretó los labios al oir la orden, pero rápidamente los relajó, como si el frio. destello en sus ojos nunca hubiera existido.

Después de la comida, Violeta esperó cortésmente hasta terminar el postre y, con la noche empezando a caer, se despidió.

Lamberto quiso enviarla a casa con el chofer, pero ella declinó, pues Rafaei le había enviado otro mensaje tras aterrizar, diciéndole que pasaría directamente por ella. Calculando el tiempo, debería llegar pronto.

Al salir de la villa y cruzar el jardin, escuchó una voz que la llamaba.

“¡Oye, espera!”

Violeta hizo como si no oyera y siguió caminando sin detenerse.

Silvia, con pasos apresurados, la alcanzó y la agarró del brazo, bloqueándole el paso y jadeante por el esfuerzo-que teple que hacer para comer con tacones, y luego le dijo, “¡Te estaba llamando! ¿Por qué seguías caminando

pererte Casi me muero de cansancio!”

to siento, no escuche que me llamabas. Dijiste bye”, le respondió Violeta con inocencia, parpadeando.

Siva sabia que lo había hecho a propósito y soltando su brazo con desden, gruñó, “Te burlaste de mi el otro día, Everdad?

Violeta pensó un momento y le preguntó lentamente, “¿Te refieres al día en el Grupo Castillo, cuando intentaste drogar a Rafael y terminaste golpeándote la cabeza?”

“Por qué tenías que decirlo!” Silvia señaló a Violeta con el dedo, tan furiosa que comenzó a pisotear el suelo, y debido a que llevaba tacones altos se lastimó el pie

Violeta se encogio de hombros, era Silvia quien le había preguntado al principio.

Silvia intento calmarse, cruzó los brazos sobre su pecho y alzó la barbilla tratando de parecer intimidante, “Vine a buscarte porque tengo algo que decirte. Primero que nada, no reconozco que tú seas mi prima, y además, te aconsejo que te alejes de Rafael. ¡No voy a darme por vencida por segunda vez, él es mío!”

Mientras declaraba esto, el celular de Violeta que estaba en su bolsillo comenzó a vibrar una vez más.

Esta vez no era un mensaje, sino una llamada. No podía contestar, así que extendió la mano y cortó la llamada.

Despues de escuchar a Silvia, Violeta casi no sabía si reír o llorar, porque Silvia parecía demasiado inocente y audaz. Aunque estaba tratando de amenazarla, sus palabras no tenían la sutileza de las antiguas juramentaciones de Bianca,

sonaban muy infantiles, como un niño queriendo apropiarse de su juguete favorito.

Levantando la vista, Violeta le preguntó con paciencia, “¿Eso es todo?”

“No, hay más!” Silvia le respondió con los ojos llame antes, “No te alegres demasiado. Incluso si se casan, no importará, podria quitártelo después de que te casaras con él.”

¿Estás planeando ser la otra en nuestro futuro matrimonio? ¿Eso acaso no es un poco humillante para ti?” Violeta le

preguntó entre risas.

“Yo…” Silvia se sonrojó, estaba tanto avergonzada como enojada, sin poder rebatir sus propias palabras.

Violeta frunció el ceño ligeramente y le dijo, “No importa si eres tú o Bianca, no voy a ceder. Además, una relación es cosa de dos, Rafael no es un objeto que puedas simplemente tomar cuando quieras.”

Bah, si no vas a escuchar mi advertencia, después no te arrepientas!” Silvia apretó sus pequeños puños.

“Está bien, no me arrepentiré, le respondió Violeta asintiendo y luego le preguntó, “¿Ya terminaste? Si es así, tengo que

irme.”

Silvia estaba tan enojada que no quería moverse, pero al escuchar pasos detrás de ella, volteó y vio a Rafael entrando con las llaves del coche en la mano. No pudo evitar llamarlo, “¡Rafael!”

Luego recordó los eventos vergonzosos que habían sucedido antes en el Grupo Castillo y corrió lejos, humillada y frustrada.

Rafael ni siquiera le prestó atención y se dirigió directamente hacia Violeta. De hecho, ya había estado allí por un rato, pero como había aparcado un poco lejos, esperó un buen rato y ella no salió, así que decidió entrar a buscarla.

“¿Por qué no contestaste mi llamada hace un momento?”

Tomando la mano de Violeta, Rafael frunció el ceño y le preguntó.

Al oír esto, Violeta se dio cuenta de que la llamada era de él y torció la boca, respondiéndole no muy contenta, “¡Cómo

ba a tener tiempo para contestar el teléfono, no ves que estaba lidiando con una rival en el amor!”

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