Heredera divorciada Novela de Juliany Linares -
Chapter 43
Chapter 43
Nadie va a arruinar nuestra noche.
Mi mano temblo por un momento y por poco dejo caer el celular al suelo, sentí el frío recorriendo micuerpo y erizando mi piel a su paso, los estragos en mi estómago casi hacen que devuelva todo lo quecomí en el dia.
Miré a Tristán, aún en mi brazo, su cabeza reposaba en mi hombro y parecia que estaba por quedarsedormido.
Abri mi boca para responder, pero las palabras se quedaron en mi garganta, me resultaba casiimposible pronunciar palabra alguna.
– Sarah, sé que estás ahí, estoy escuchando tu respiración. Responde, žtuviste un hijo? – al escucharsu voz que se volvió gélida y con cierta desesperación, sali de mi ensimismamiento y me acerqué aMaga para que tuviera a Tristán por un momento.
¿Cómo lo supo?
Esta no’era la manera que debía saberlo, no por otra persona que no fuera yo, era un tema que solome compete a mi.
– ¿De dónde ha sacado eso, Sr. Lancaster?-pregunté sin responder a su pregunta, pues antes, queriasaber cómo diablos se entero.
Eran muy pocas las personas que lo sabían, mis amigos, mi familia y el personal de la empresa, peroestos últimos, habían firmado un acuerdo de confidencialidad, por lo que no tenían permitidomencionar lo más mínimo relacionado a Tristán.
Caminé hasta el balcón, alejándome de Maga y de mi hijo, el viento golpeaba mi cuerpo, pero nisiquiera podía sentir un poco de frío, mi pulso aumento de sobremanera y mi respiración era pesada.
– ¿Debo tomar eso como un si? -preguntó impaciente y cerré mis ojos frustrada porque esto se iba avolver una guerra de preguntas sin respuestas.
Mordi mi labio inferior con fuerza y trate de calmarme o terminaría diciéndole cualquier locura.
14
– Sr. Lancaster, no le dare una respuesta si no me dice de dónde ha sacado tal cosa. -meimpresionaba mi voz tranquila y serena, cuando por dentro estaba muriendo de nervios y rabia a lavez.
Escuché un estruendo del otro lado de la línea, como si hubiese lanzado algo al suelo y soltó un largosuspiro que me puso los vellos
2
de punta.
– Di mi palabra de que no diria el nombre de la persona que me ha dicho esto, pero te lo dirésolamente porque quiero escuchar la respuesta de ti, con tu propia voz.-tragué en seco, mientras mismanos seguían temblando como si estuviera muriendo de frio, pero mis mejillas estaban ardiendocomo el mismísimo infierno. –Michelle Boyer.
Mis ojos se abrieron en gran medida y la rabia en mi ser aumentó.
¡Esa mujer
¡Esa estúpida mujer se atrevió a seguir metiendo sus narices en mis asuntos!
Acaba de firmar su sentencia de muerte, no solo acabó con la poca paciencia y tolerancia que mequedaba, sino también acaba de infringir el acuerdo de confidencialidad, esto le traeria problemas con
mi padre y lo más probable es que sea despedida directamente.
– ¡Clarol Boyer, ¿cómo no se me ocurrió antes? —pregunté más para mí misma, pero Alexander meescuchó.
Michelle estaba entrando a un terreno donde no habría nada ni nadie que pudiera salvarla, se estabametiendo con mi hijo y eso no lo iba a permitir.
– Si, Boyer. Es cierto o no? Dime, ¿tienes un hijo?-miré el cielo oscuro, mientras me preguntaba, porqué nada podía salir como lo : tenia planeado. –Sarah…
– Si, tengo un hijo. –respondi con voz serena al escuchar su tono de advertencia.
.
::: El silencio se hizo presente y podia escuchar los latidos de mi corazón que por poco sale disparadode mi pecho, mis piernas
temblaron por los nervios y el pánico que me recorria entera. Se me hizo casi imposible respirar connormalidad por la punzada que
sentia en mi pecho.
Froté mis dedos en la frente, la jaqueca amenazaba con aparecer, esa sería la cereza del pastel.
– Increible. -murmuró antes de soltar una risa sin gracia, como si le resultara imposible de creer. -¿Esde Paul o de Vincent?
Porque tienes tantos amorios que ni siquiera se puede saber de quién és. -alcé mis cejas sorprendidapor lo que acaba de insinuar.
¿Por quién me toma?
No me faltaron las ganas de colgar el teléfono y seguir ocultándole que es su hijo, pero tomé unabocanada de aire calmando mis
impulsos y pensando que ya era la hora de que lo supiera.
Días más, días menos, de todos modos lo iba a saber.
– Alexander. -dije su nombre sintiéndome realmente molesta, tomé un respiro y me repeti una y milveces que debería seguir
tratándolo de usted. -¿Usted cree que si alguno de ellos fuera el padre, yo estaría respondiendo a susrepentinas preguntas o siguiera manteniendo esta inesperada llamada? Yo no deberia informarle austed sobre mi vida privada después del divorcio, no obstante, aquí estoy respondiéndole. -dijecompletamente seria, mientras pensaba lo mucho que me costaba decirle directamente que él es elpadre de mi hijo.
De hecho, decirlo por llamada no era lo más apropiado.
– ¿Qué quieres decir con eso? Sarah, sé más directa, no estoy de humor para tus rodeos. -solté unarisa silenciosa por lo lento que está siendo, la ira no lo dejaba analizar mis palabras, el malhumor seseguia notando hasta el otro lado de la linea, solo con su tono de voz y la respiración agitada, podíadarme cuenta que estaba cabreado, como si le afectara demasiado que hubiese tenido un hijo de otrohombre.
Eso no debería importarle en lo más mínimo, después de todo, él me cambió por otra mujer, ¿acasono queria ser libre? ¿Con qué . derecho me reclamaba? ¿Se le está olvidando que estamos felizmentedivorciados?
– No creo que sea lo más adecuado hablar de este tema por teléfono, ¿qué tal si… -iba a invitarlomañana a casa para que conociera a Tristán, hoy no sería posible porque estábamos sobre la hora
para la pasarela de hoy, sin embargo, habló interrumpiendo lo que estaba por decir, estaba cegado porla ira.
– Tanto te cuesta decir quien es el padrel ¿Acaso no lo sabes?-me quedé en silencio por unossegundos, a punto de perder la poca
paciencia que me quedaba por lo molesto y poco racional que se estaba volviendo Alexander.
– ¿Tanto le afecta lo que haga o deje de hacer, con quién voy o con quién no? Si está muy interesadoen saberlo, solo espere que lo
presente el último día de la semana de la moda. Hasta luego. – finalicé la llamada, sintiendo micorazón latir a mil por hora.
Respiré hondo, recuperando la compostura.
Vale, Alexander ya sabía de la existencia de mi hijo, ahora el tema es decirle que era suyo yprobablemente no me crea, pero si le
queda dudas después de ver el gran parecido con él, podla hacerle cualquier prueba, yo lo iba aaceptar,
Mi teléfono volvió a sonar, era él otra vez, ignoré la llamada y volvi a la habitación donde Maga estabadesvistiendo a Tristán para
darle un baño.
Una vez más, el teléfono sonó y no me quedó de otra que apagarlo, ya no quería hablar sobre mi hijo,cuando él me acusaba
indirectamente como una mujer fácil.
No quiso escucharme cuando le iba a proponer que viniera, antes de lo planeado, ahora iba a retomarmis planes y él debia
esperar.
En el desfile de esta noche, Abby no paraba de burlarse de los chismes más recientes donde meinvolucraban con mi propia familia, Paul no parecía muy contento con la nueva oleada de ataques,pero lo calmé contándole lo que tenía planeado y lo mucho que iba a disfrutar ver la humillación en elrostro de Amelia.
–¿Será que la vicepresidente tendrá el resto de la noche disponibļe? —preguntó Paul a mi lado,cuando Abby se distrajo con . Vincent.
Lo miré avergonzada por haber arruinado la primera cita, pero esta noche no habla nada que impidieranuestra cita. — Esta noche está totalmente disponible para nuestra primera cita, no creas que se meha olvidado. –respondí lanzándole una
mirada de complicidad y automáticamente sonrió.
– Hoy no te dejaré escapar. –Susurro en mi oido y tomó mi mano para entrelazar nuestros dedossobre su pierna, lejos de
incomodarme, me agradaba su cálido tacto.
El desfile comenzó y di por finalizado el tema.
Le lancé una mirada a Michelle, quien estaba sentada a una distancia considerable, no pude evitarsonreír con satisfacción.
Antes de venir, le habia contado a mi padre absolutamente todo y dejó que asistiera esta noche aldesfile, pues seria su última noche
en New York, porque mañana, después de firmar el contrato de colaboración, le iba a pedir surenuncia inmediata.
Eso no hubiese pasado si se hubiese mantenido al margen y lejos de asuntos que no son de suincumbencia.
Clavé mi vista en los diseños de esta noche que lucian unos mejores que otros, confirmando así, ladecisión de la junta directiva.
Nada ni nadie me distrajo hasta que la pasarela llegó a su fin.
Esta noche me iba a saltar cualquier otro evento para pasarla junto a Paul, quien me ha sido tanpaciente conmigo.
Antes de esfumarme, saludé a algunos representantes de las marcas de esta noche y me despedi demis padres y amigos, dejando a Jack a cargo de cualquier imprevisto.
Caminé enganchada del brazo de Paul, hacia la salida, mientras le preguntaba sobre el lugar al queme iba a llevar, pero insistia en
que era una sorpresa y si me lo decía lo arruinaria.
Un cuerpo se interpuso en nuestro camino y la sonrisa desaparecio de mi rostro al darme cuenta queera Alexander.
Lo que me faltaba.
-Sra. Petit, me parece que tenemos una conversación pendiente
su aura fría me produjo escalofrios, su fría e indiferente mirada
viajó de Paul hacia mí y fue imposible que mis manos volvieran a temblar al recordar nuestraconversación por llamada.
– Buenas noches, Sr. Lancaster, creo que ha olvidado los modales. -Paul habló, antes de que pudierapronunciar palabra alguna,
me aferré a su brazo, como si fuera lo único que pudiera mantenerme estable ante la presencial deAlexander.
– Disculpe, Sr. Dubois, pero no estoy hablando con usted, ¿se puede retirar? Necesito hablar con laseñora. -apreté ligeramente mi agarre en el brazo de Paul y le lancé una mirada mientras negabalentamente con mi cabeza.
– Lo siento, pero no pienso separarme de Sarah, lo que tenga que hablar con ella lo puede hacerdelante de mi. -Paul estaba rigido a mi lado, listo para defenderme de ese imbécil que se crela elmandamás, sin embargo, no quise que se involucrara demasiado.
– Paul no se irá a ningún lado, creo que todo quedó claro, no tengo nada de qué hablar con usted. -respondi con calma, sin que su
presencia me perturbara.
Enarcó una ceja mirando con hostilidad a Paul, como si verlo fuera lo más molesto para él.
– Oh, ya veo. Entonces es él. -dijo sin apartar la mirada del castaño. Paul me miró confundido y solome limité a acariciar su mano
para que no se preocupara por nada.
Volvi la mirada a Alexander, quien miraba con el ceño fruncido el contacto de mi mano con la de Paul.
– Ya le dije, Sr. Lancaster, el último día del desfile lo sabrá, claro, si es que está muy ansioso porsaberlo. No se desespere. – dije con
una sonrisa despreocupada. -Continue disfrutando del evento.
Tiré del brazo de Paul y caminé junto a él pasando por un lado de Alexander, pero nos vimosobligados a detenernos cuando
habló.
– No hace falta esperar cuando la respuesta es más que obvia. El padre de su hijo es el Sr. Dubois. -esta vez Paul me miró
confundido y supe descifrar su mirada.
Se dio cuenta que Alexander sabla de la existencia de mi hijo, pero era toda la información que ledieron.
– ¿De qué está hablando? –me preguntó Paul solo para que yo escuchara,
Ya estaba cansada de Alexander, estaba actuando como si le debiera algo, como si fuera muyimportante para él saber sobre mi vida, o como si aún fuera su mujer cuando eso terminó hace años.Es mi problema lo que hacia o con quién lo hacía.
Además, este no era el lugar adecuado para conversar de algo tan importante como lo es mi hijo.
-Sr. Lancaster, ¿le debo dar explicaciones de mi vida? Le vuelvo a recordar que nos hemos divorciado,puedo hacer con mi vida lo
que me piazca. -dije tajante y noté como sus músculos se tensaban, esbocé una sonrisa antes dedecir. -Al fin y al cabo, son tantos mis
amorfos que no se sabe de quién pueda ser.-repeti sus mismas palabras, cuando insinuó lo peor demí, como si todos los chismes que
inventaron fueran reales.
Me miró con los ojos entrecerrados y su rostro se volvió rojo de ira.
No quise perder un minuto más de mi preciado tiempo y retomé mi camino junto a Paul que parecíamolesto por la situación y no
era para menos.
– ¿Qué está pasando, Sari? –preguntó Paul una vez que estuvimos dentro del auto y lejos decualquier persona que pudiera
escucharnos.
Me sentia mal por el momento tan incómodo que tuvo que pasar por mi culpa.
– Luego te cuento, Paul, no tienes nada de qué preocuparte. Lo importante es que, nadie va a arruinarnuestra noche.
If you replace any errors (non-standard content, ads redirect, broken links, etc..), Please let us know so we can fix it as soon as possible.
Report