Heredera divorciada Novela de Juliany Linares -
Chapter 46
Chapter 46
Necesho saberto.
Mi padre comenzó a reprender a Michelle, enumerando las faltas que había cometido y que gracias aello, tendría que presentar su
carta de renuncia, la muy descarada se atrevió a negarlo absolutamente todo y no pude evitar soltarun risa sin gracia.
-Sra. Boyer, le recuerdo que el implicado está esperando afuera, si tan mala memoria tiene, lo puedohacer pasar para que nos diga
como sucedieron las cosas. -Su cuerpo se tenso a mi lado y me lanzó una mirada fulminante.
Volvió la vista a mi padre y asintió con su cabeza sin tener más opciones, pues claro, si estaba entre laespada y la pared.
– Está bien, he infringido el acuerdo, se lo he contado al Sr. Lancaster, pero no lo hice con malaintención, senti que seria bueno que
supiera…
– Esa es una decisión que a usted no le compete, es mi hijo y yo decido a quién, cuando y cómocontárselo, a usted no deberia importarle si el Sr. Lancaster lo sabe o no.-dije antes de dejar a Tristánen el suelo, pues estaba inquieto e incómodo en mis
piernas.
Mi padre terminó dándole un sermón y diciendo que no tomaría medidas legales, porque habíatrabajado por muchos años para la empresa y se limitó a darle un plazo para que entregue su carta derenuncia y se devolviera a París.
Michelle salió del despacho derrotada, dejándome sola con mi padre y con Tristán que ahora jugabacon los adornos de la mesa de
centro.
– ¿Por qué no me has dicho que estaba aquí?–pregunté, luego de asegurarme que nadie meescuchaba.
– Ha sido de último momento, lo siento hija, antes de correr a la Sra. Boyer, necesitaba firmar elcontrato y adelanté la reunión, se me pasó avisarte. -dijo apenado conmigo, porque sabia que si me lohubiese dicho antes, no hubiese llegado con Tristán. -¿Se lo dirás ahora mismo? -preguntó concuriosidad y miré a mi hijo por un momento, recordando lo asustado que estaba por Alexander.
– Supongo que es lo mejor, ¿para qué esperar más? -respondi sintiendo los nervios que burbujeabanen mi sistema.
Esto no sería una tarea sencilla.
– Cuentas con todo mi apoyo, claro que es lo mejor. Aprovecha esta oportunidad que está aquí y dilequien es el padre de Tristán,
antes de que el miedo por ese señor en Tristán aumente. -asenti con mi cabeza y le regalé unasonrisa a mi padre. No sé que sería de mi sin él y sus consejos.
Tomé la pequeña mano de mi hijo y caminé junto a él y mi padre hasta la sala de estar, dóndeesperaban el par de hombres, Julián
estaba sentado en el sofá con las piernas cruzadas y Alexander de pie, caminando de un lado a otrocomo si estuviera impaciente.
Al darse cuenta de nuestra presencia, clavó sus ojos en mí y en el pequeño que caminaba a mi lado,no podía descifrar su mirada, pero se notaba afligido y aquello hizo que mi estómago se revolviera porlos nervios.
– Una disculpa por la tardanza, tenía asuntos importantes que resolver, ¿desean brindar conchampagne? ¿O es muy temprano para beber alcohol? –preguntó mi padre divertido, tomando asientoal lado de Julián, también me senté pero en el sofá individual, buscando el momento adecuado parahablar con Alexander.
El alegre castaño aceptó una copa de champagne, porque era la mejor manera de cerrar tratos,Alexander apenas respondió estando de acuerdo con Julián y mi padre le pidió a Maga que trajera labotella de la mejor reserva,
– Mamá, mira ese señor malo. -Tristán me susurro sentando en mis piernas, sin dejar de mirar aAlexander que tenía sus ojos
puestos en nosotros como si no estuviera escuchando la conversación que se llevaba a cabo con mipadre y Julián.
– No es malo, mi amor, no lo ha hecho adrede, fue un accidente, pero le pediré que se disculpecontigo y te compre otro helado, ist? – Fastán asintió emocionado al escuchar la palabra helado y nopude evitar soltar una risita.
– Helado, si, helado. —Oplaudió con sus manos y mi corazón por poco se derrite por mi hermoso einteligencia hijo.
… Sra. Petit, ime regala unos minutos de su tiempo? -deje de mirar a Tristán para alzar la vista yencontrarme con un inexpresivo Alexander, mi hijo in abrazo escondiendo su rostro de él y lo acaricié
para que se calmara. -Necesita conversar con usted, c.
puede?
– Puedo, dejaré al niño con Maga y lo alcanzo. -dije antes de levantarme de mi asiento y abrazar elcuerpo de Tristán que se
aterraba a mi, como si su vida dependiera de ello.
– No, sra. Petit, lleve al niño.-dijo con voz gélida y mi piel se erizó enseguida.
Hubiese preferido soltarle la verdad con Tristán lejos, pero si él lo quiere así, no me iba a oponer.
Alexander salió hasta el estacionamiento después de disculparse con los presentes y yo no hice másque seguirlo, sintiendo los
estragos en mi estómago y las piernas temblando como gelatina, tenía miedo de caer por los nervios,pero me mantuve fuerte por
Tristán.
Llegó a un costado de su auto y se detuvo para girar a mirarme, no sabía si debería ser yo la quecomience a soltar todo.
-Lo escucho Sr. Lancaster. -preferí que él hablara primero, mientras buscaba las palabras adecuadaspara decirle que es el padre de Tristán.
Alexander resopló, mientras miraba la espalda del niño que no quería ni verlo y me miró después deunos segundos en los que parecia que estuviera pensando de más.
– Anoche… Anoche usted me dijo algo que me ha dejado un poco inquieto. -dijo con voz firme,aunque se notaba un poco de nerviosismo, me sorprendió un poco que me estuviera hablando deusted.
– Le dije muchas cosas, por favor, sea más claro. -respondi, mientras terminaba de aclarar mi mente,ya tenía pensado las palabras
adecuadas que iba a utilizar.
– Usted me dijo que si cualquiera fuera el padre de ese niño, no estaría respondiendo a mis preguntas,a pesar que es su vida . privada y no tendría porqué darme explicaciones. Entonces lo he entendido yahora que lo veo, siento… siento algo en mi pecho que me dice que no estoy tan lejos de la realidad.Pero necesito escucharlo de su propia boca, Sarah. Digame, necesito saberlo. -lo mire sorprendida,porque no imaginé que fuera capaz de pensar con claridad en mis palabras, pero al parecer lo habíapensado toda la noche y lo que va de día, como para al fin comprender el mensaje que queria darle. :
Tomé una bocanada de aire y me vi obligada a calmar mis nervios y los acelerados latidos de micorazón que los sentia en mis oidos.
Calma, este es el momento adecuado.
Lo miré fijamente a sus ojos miel, que me miraban impacientes, esperando una respuesta de mi parte,la respuesta que él sabía, la
respuesta que oculté pensando que sería lo mejor para todos, pero no me di cuenta el daño que lecausaría a mi hijo.
Acaricie el cabello oscuro de Tristán, como si él me diera la fuerza que necesitaba para soltar larespuesta y asenti con mi
cabeza.
– Estás en lo cierto, Alexander. –respondi sin rodeos y de su boca salió un jadeo apenas audible. Sudura expresión fue reemplazada
por una de incredulidad y apenas parpadeó. Su mirada se clavó en la espalda del pequeño pelinegroque no queria ni verlo y pude ver
cómo sus ojos se cristalizaba. – Tú eres el padre de mi hijo.
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