Capítulo 11

Enzo se quedó con la mirada fija. Miró friamente hacia Ainhoa y le dijo: “Si no te importa perder la vida, puedes intentarlo.”

En la delicada cara de Ainhoa apareció un dejo de sarcasmo: “¿Cómo sabes que no lo he intentado? ¿Qué pasaría si te dijera que acabo de perder 2000 de sangre, seguirías pidiéndome que le done?”

“Ainhoa, deja de ser irracional. La mayor pérdida de sangre durante la menstruación no supera los 60, si vas a poner una excusas, al menos que sean creíbles.”

Ainhoa sonrió amargamente. Ella lo había dejado tan claro y aun así él no le creía. Si él se preocupara un poco por ella, al menos le habría preguntado. Si él la conociera un poco, sabría que ella no era de las que dejaban a otros en la estacada. Esa era la diferencia entre sentir amor y no sentirlo. Un pequeño corte hizo que él se desesperara por Irene. Y ella, después de pasar por una operación de aborto tan peligrosa, él ni siquiera se había dado cuenta.

Justo cuando Ainhoa sentía ese dolor en el corazón, vio la figura de esa persona en la puerta de la habitación. Ainhoa se quedó paralizada en su lugar. Ese día, cuando perdió el conocimiento, vio una silueta. Y escuchó la voz baja y tierna de un hombre llamándola. Forzó sus ojos a abrirse y lo que vio fue al hombre que tenía delante en aquel momento. Lo recordaba muy bien, ya que sus manos se aferraban fuertemente al brazo del hombre, suplicando en voz baja: “Por favor, sálvame.”

Cuando despertó, Leonor le dijo que un tipo guapo con gafas la había llevado. Ainhoa se rio de sí misma con sarcasmo. Caminó hacia donde estaba César y preguntó con voz suave: “Hola. ¿Eres el hermano de Irene?”

César asintió levemente y su voz era cálida mientras le decía: “Señorita de la Vega, si tienes algún problema de salud, puedo…”

Ainhoa cerró los ojos resignada. La vida no había sido tan mala con ella. El hombre a quien siempre había querido agradecer por salvarle la vida resultó ser el hermano de Irene. Ella sonrió amargamente y dijo: “Señor García, ¿podemos hablar un momento en privado?”

Justo cuando iba a llevar a César a la escalera cercana, Enzo le agarró la muñeca con fuerza y le dijo: “¿Para qué lo buscas? ¿Hay algo que no puedas decir delante de mi?” Ainhoa se rio fríamente y le preguntó: “¿Delante deti? ¿Qué derecho tienes a saberlo?” “Ainhoa, ¿cuándo te volviste tan irracional?”

“¿Soy yo la irracional o tú el que carece de amnatis?”

Capitulo 11

Dicho eso, no esperó a que Enzo reaccionara y se liberó de su control. Bajo la mirada fría y severa de Enzo, se llevó a César a un lado. El rostro normalmente delicado de Ainhoa estaba pálido. Levantó la cabeza y miró a la guapa cara de César mientras le decía: “Señor García, me salvaste la vida ese día y aún no te he agradecido. No pensé que tendría la oportunidad de devolverte el favor tan pronto. No te preocupes, le donaré sangre a tu hermana, pero tengo una condición, espero que puedas guardar silencio sobre el hecho de que me salvaste.”

César frunció el ceño y su voz era cálida mientras le preguntaba: “El niño era de Enzo, ¿verdad?”

Ainhoa sonrió ligeramente y respondió: “Ya no importa de quién era, de todas formas ya no está, solo no quiero que este asunto afecte mi decisión.”

Ella no sabía cómo reaccionaría Enzo al enterarse, solo quería evitar complicaciones y alejarse de él lo antes posible.

César miró intensamente a Ainhoa, y en su expresión parecía ver el rostro de su madre. Algo lo conmovió en su pecho, y preguntó con preocupación: “Pero tú sangraste mucho, y no ha pasado mucho tiempo desde entonces, ¿estás segura de que tu cuerpo aguantará?”

Ainhoa sonrió con ironía y le dijo: “Eso es asunto mío, solo quiero saldar mi deuda contigo y que después de esto, no nos debamos nada más.”

Capitulo 14

Tip: You can use left, right keyboard keys to browse between chapters.Tap the middle of the screen to reveal Reading Options.

If you replace any errors (non-standard content, ads redirect, broken links, etc..), Please let us know so we can fix it as soon as possible.

Report