Mi Frío Exmarido (Amelia y Dorian) novela completa
Mi Frío Exmarido Capítulo 200

Capítulo 200

Rubén estaba un poco apenado, no esperaba que ninguno de los dos estuviera interesado.

“No te preocupes, la próxima vez te presento a alguien más, dijo Rubén con una sonrisa que quería romper el hielo.

“Gracias, señor Rubén,” respondió Dorian con cortesia.

“No tienes por qué agradecer, contestó el profesor con una sonrisa. “Pensé que como son de edades similares y tienen caracteres parecidos, podrian llevarse bien si les presentaba

“Pero no hay problema, si no se hacen pareja, ser amigos también está bien, agregó Rubén con otra sonrisa.

Amelia solo sonrió, sin saber bien que responder, el ambiente era un poco incómodo.

Dorian solo desvió la mirada hacia el profesor, sin añadir nada.

Ruben

ya había cambiado su atención hacia Amelia: “Meli, ya no estás para perder el tiempo, la carrera es importante, pero no dejes que el trabajo te haga descuidar tu vida personal.”

“Lo tengo presente profe, no se preocupe por mi, dijo con ligereza.

“Espero que asi sea, no me tomes a la ligera, insistió Rubén, que se tomaba esos temas muy en serio. “¿Quién no quiere tener pareja? Esa actitud no te conviene. Aprovecha que eres joven para enamorarte y si encuentras a alguien

adecuado, casarte.

Amelia no sabia como continuar la conversación y solo asintió con una sonrisa incómoda: “Si.”

El profesor siguió: ¿Qué tipo de chico te gusta? Te puedo ayudar a buscar.”

“De verdad profe, no hace falta, dijo Amelia, ya no podia disimular su incomodidad.

“Eso no puede ser. Si esperas a decidirte por ti misma, ¿quién sabe cuándo te casarás?” Rubén estaba realmente preocupado. “He enseñado a muchos estudiantes, de todo tipo, y no faltan los excelentes. Solo dime qué buscas y yo te ayudo.”

La sonrisa de Amelia ya era forzada.

Dorian le echó un vistazo y cambió de tema: “Señor Rubén, ¿usted y su esposa planean quedarse en Arbolada

permanentemente?”

“Si, Rubén se distrajo con la pregunta. “Nuestra hija y yerno trabajan aquí, así que nos quedamos para ayudar con los

nietos.”

Rubén miro a su nieta que comía obedientemente y luego a Amelia: “Meli, deberías aprovechar mientras eres joven para casarte y tener hijos, no esperes demasiado.”

Ofelia, que estaba al lado, le lanzó una mirada severa: “¿Qué sabes tú? Casarse y tener hijos puede retrasar mucho la carrera. Meli acaba de graduarse, es tiempo de ponerse las pilas, no debe distraerse con el matrimonio. Si una chica no encuentra a alguien que realmente le guste, no hay prisa. Es el momento de enfocarse en la carrera.”

Rubén no supo qué decir durante un rato, hasta que finalmente murmuró: “Solo decía que si aparece la persona adecuada, hay que actuar rápido.”

Amelia aprovechó para zanjar la conversación. “Gracias, profe, estaré atenta.”

Y con eso, el tema quedó cerrado.

Rubén tampoco volvió a sacar el tema.

La cena transcurrió en un ambiente alegre. Quizás el profesor todavia guardaba la esperanza de unir a Amelia y Dorian, porque no paraba de hablar de ella, contando anécdotas de sus años de estudiante, de lo mucho que se esforzaba y lo preocupado que estaba por ella/

Dorian parecia interesado en la conversación, escuchando atentamente y de vez en cuando la miraba con sus ojos oscuros y profundos, pensativo.

Amelia se sintió incómoda durante toda fa cena, intentando cambiar de tema varias veces, pero Rubén siempre volvia

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a llevar la conversación a ella.

Al terminar la cena, se sintió extremadamente avergonzada. No le gustaba hablar de sus dificultades, especialmente delante de Dorian.

Después de la cena, los dos se quedaron un rato charlando con Rubén y no fue hasta pasadas las diez que se levantaron para despedirse.

El profesor se levantó para acompañarlos: “Dorian, ¿podrías llevar a Mell a casa?”

“No hace falta, rechazó ella instintivamente.

Pero Dorian ya había asentido levemente: “Claro.”

Rubén pensó que ella no queria molestar y le preguntó: “¿Cómo voy a dejarte volver sola a casa a estas horas de la noche?”

Después de hablar, volvió su mirada hacia Dorian: “Gracias.”

“No hay de qué.”

Dorian respondió con indiferencia y se despidió de Rubén y Ofelia antes de mirar a Amelia, obviamente esperando a que ella se uniera.

Se vio obligada a despedirse también de Rubén y Ofelia antes de salir con Dorian.

El auto de Dorian estaba estacionado justo frente a la villa.

Él se acercó al vehiculo y abrió la puerta del copiloto, luego se volvió hacia una mujer que dudaba, sin decir palabra.

Ruben y Ofelia también los habían acompañado a la puerta, querian verla subir al auto para estar tranquilos.

Amelia no tuvo más remedio que subirse al auto de Dorian y se despidió de Rubén y Ofelia con un adiós con la mano.

Él también se despidió de los dos, tiró de la puerta del conductor y subió al coche.

El sedan negro se alejó lentamente hacia la carretera en la oscuridad de la noche.

El interior del auto estaba en silencio.

Amelia se sentó en el asiento del copiloto, con las manos colocadas cuidadosamente sobre las rodillas.

Había visto muchos aspectos de Dorian, distante, amable y firme; los había visto todos, pero nunca había visto esta faceta desconocida.

No estaba segura de cómo enfrentarlo.

La dinámica entre Dorian y ella siempre había sido guiada por él de manera inconsciente.

Dorian estuvo en silencio durante todo el trayecto, con un rostro tranquilo y sereno.

Solo cuando estacionó frente al complejo de Amelia, finalmente la miró.

“Amelia, voy a ir a una cita a ciegas,” dijo con calma, “Si todo va bien, me casaré antes de fin de año.”

La comisura de los labios de Amelia se curvó en un esfuerzo por sonreír: “Felicidades.”

La sonrisa de Dorian también fue tenue.

“A partir de ahora, vive tu vida y yo la mía, sin molestarnos el uno al otro, dijo.

“Está bien.”

Amelia respondió suavemente, agitando su mano para despedirse, “Me voy a casa.”

Elasintió levemente. Ten cuidado.”

Ella tambien asintió: Tú también.”

Luego abrió la puerta del auto y bajó.

Dorian la observé salir del coche, su delgada silueta desapareciendo lentamente en la oscuridad de la noche.

quedándose sentado en el auto sin moverse por un largo rato.