Mi Frío Exmarido (Amelia y Dorian) novela completa
Mi Frío Exmarido Capítulo 388

Capitulo 388

Recordando su momento de debilidad frente a Dorian, se sintió un poco avergonzada y todavía evitaba su mirada.

Él, percibiendo sus pensamientos, acarició su cabello y luego se dirigió a Frida y Yael: “Nosotros nos vamos ya,

ustedes…”

Nosotros también…” Frida iba a decir “nos vamos“, pero Yael la interrumpió, “Nosotros vamos a quedarnos un poco más, ustedes vayan adelante.”

Terminó de hablar y extendió la mano para despedirse de Serena: “Adiós, Serena.”

La mencionada Serena inmediatamente respondió con cortesía también, agitando su mano para despedirse: “Señor Yaei, adiós. Madrina, adiós.”

Frida se quedó sin palabras.

Amelia aun sonriendo, le dijo a Frida: “Aprovecha que saliste, quédate un rato más. Serena está cansada, la llevaremos a descansar.”

Con resignación, Frida asintió: “Cuidense en el camino.”

Ella asintió, se despidieron y se llevaron a Serena de regreso.

La pequeña ya no podía más del cansancio y se quedó dormida en el auto en el camino a casa.

Amelia parecía dejarse llevar por sus pensamientos a otro mundo o tal vez simplemente estaba exhausta. Una vez en el coche, se sumió en un silencio profundo.

A través del espejo retrovisor, Dorian la observó con disimulo.

Ella estaba apoyando su barbilla en la palma de su mano, perdida en el paisaje que desfilaba rápidamente más allá de

la ventana.

Dorian eligió no interrumpir sus reflexiones.

Al llegar a casa, llevó a Serena a la cama para que descansara.

Amelia agotada, apenas se lavó el rostro antes de acostarse junto a Serena, cayendo rápidamente en un sueño profundo.

Dorian, en cambio, no dormía. Se quedó sentado frente a la cama, contemplándolas en su plácido sueño.

Madre e hija, cuyos rostros no le habían parecido tan similares hasta que supo que Serena era su propia sangre, ahora yacían lado a lado y la semejanza era asombrosa.

Desde los contornos hasta los rasgos, desde la esencia hasta la postura al dormir, todo parecía reflejar una asombrosa

similitud.

Quizás temiendo molestar a Serena, Amelia todavía dormía con las manos cruzadas sobre su vientre, completamente

recta.

Serena también empezó así.

Pero una vez que Amelia se acostó, la pequeña, sumida en un sueño profundo, se giró instintivamente hacia ella, abrazando el brazo de Amelia y colocando su piernita sobre la de Amelia, abrazándola tan tiernamente como cuando Amelia se acurrucaba con Dorian al inicio de su matrimonio.

Él sonrió ante la escena, recogiendo la manta que Serena había pateado lejos para cubrirla, su mirada se detuvo un momento en el rostro sereno y hermoso de la dormilona antes de desplazarse hacia el igualmente tranquilo y atractivo

rostro de Amelia.

Si no fuera por la pequeña figura a su lado, Dorian encontraría difícil creer que ya era madre.

Su rostro todavía irradiaba la frescura y la gracia de la juventud, tranquila y sencilla, con un aura apacible y suave que la rodeaba, como una brisa de primavera.

Mirando su rostro en paz, recordó de repente lo que ella había dicho a Fabio con un nudo en la garganta, “Dorian y yo no nos juntamos por amor, fue un embarazo inesperado lo que nos forzó a estar juntos, pero nunca hubo una base emocional entre nosotros…”

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Sus ojos oscuros se tornaron sombríos por un momento, luego levantó la mano, dejando que sus dedos rozaran suavemente su mejilla.

“Amelia“, la llamó en un susurro, casi como una confesión al oido, “nunca estuvimos juntos solo por ese embarazo, nunca ha sido así.”

Si no hubiera sido por eso, ni siquiera habrían compartido aquella noche de pasión desenfrenada.

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