Capítulo 77

Donan se detuvo en seco, sus oscuros ojos clavados en el texto que brillaba en la pantalla del celular, sumido en un silencio prolongado.

No le sorprendió que Amelia le informara de esa manera que debía mudarse. Desde que él la había obligado a trasladarse al hotel, sabia que Amelia solo estaba soportándolo.

Nunca se enfrentó directamente a él; siempre parecía complacerlo en la superficie, pero en secreto tenía sus propios planes y estrategias, como cuando solicitó su ingreso a la universidad o le pidió el divorcio: nunca mostraba sus cartas hasta que estaba lista para informarle de los hechos consumados.

Esta vez era igual, desde que intentó confirmar si Amanda y ella eran la misma persona, ella ya estaba planeando su retirada.

El incidente de hoy y la aparición de sus padres simplemente le dieron la oportunidad perfecta para tomar una decisión definitiva.

A ella no le importaba si era Amanda o no, ni siquiera quería serlo. Por eso, ante los resultados de la prueba de ADN, prefirió no mirar.

Desde que le preguntó cuándo estarian listos los resultados del ADN, en realidad estaba marcando la hora de su partida, aunque Dorian había pensado que, al menos, elegiría hablar con él cara a cara con honestidad.

Amelia no era de las que se iban sin decir palabra; tenia la costumbre de explicar claramente sus razones.

La aparición de sus padres, Eduardo y Cintia, junto con Manuel y los otros, fue algo con lo que él no contaba en absoluto.

No había recibido información al respecto y sus padres no estaban tan entusiasmados con Amanda como para volar miles de kilómetros para confirmarlo, así que Dorian no había considerado esa posibilidad. Su llegada fue completamente inesperada.

Él no dudaba de que su ya frágil relación con Amelia se rompería completamente con la llegada de sus padres.

Solo pensó que aún había tiempo; Amelia aún tenia clases, según su horario, a esta hora aún deberia estar en clase, ella realmente no tenía tiempo para pensar ni para ver a nadie.

Lo que no había considerado era que, quizás en el instante en que vio a sus padres, ella ya había tomado una decisión. Dorian apagó su celular, no devolvió la llamada a Amelia; probablemente ya seria demasiado tarde para alcanzarla.

Bajo en el ascensor directamente a la planta baja del hotel y al llegar al vestíbulo, la recepcionista que reconoció al super VIP que vivía en la suite presidencial lo detuvo: “Sr. Ferrer, buenas tardes, una señora llamada Amelia acaba de dejar su llave de la habitación con nosotros para que se la entregáramos, por favor revisela.”

Él le echó un vistazo, su mirada se posó en las llaves de la habitación que sostenía y se detuvo por un momento.

La recepcionista, confundida, lo llamó de nuevo: “¿Sr. Ferrer?”

Dorian la miró y extendió la mano para tomar las llaves: “Gracias.”

No volvió a su habitación en el hotel, sino que condujo directamente al pequeño apartamento de Amelia.

En el camino, ya podia suponer que ella probablemente también había dejado el apartamento, pero aun así, guardaba una pequeña esperanza de probar suerte.

Pero Amelia no le daria esa oportunidad.

Dorian llamó a la puerta del apartamento durante un buen rato, pero nadie respondió ni abrió. Cuando llamó a su teléfono, recibió un mensaje automático diciendo que estaba apagado.

Escuchando el repetitivo “Lo siento, el número que ha marcado está apagado”, colgó el teléfono y la mano que descansaba sobre la puerta quiso golpear con fuerza, pero se contuvo a medio camino y sus largos dedos, impotentes, terminaron tocando suavemente la puerta.

Luego exhalo profundamente, bajó la mirada al suelo y vio un sobre en la rendija de la puerta.

Capitulo 77

Se agachó para sacarlo, el sobre estaba nuevo, claramente había sido dejado ahí no mucho antes. La letra en el sobre. era de Amelia, dirigida a “Dorian”, con letras tan elegantes y hermosas como siempre.

Dorian sacó la hoja de papel, que contenía una breve nota: “Imaginé que vendrías, así que pensé que sería mejor despedirme, para que no te preocupes. Estoy segura y tranquila, no tienes que estar angustiado por ml. Agradezco todo lo que has hecho por mi en este tiempo, pero al final del día, no caminamos el mismo sendero. Un niño no debe ser un lazo que nos ate, asi que aqui nos despedimos. Ya dejé la casa en manos de la inmobiliaria, pronto habrá nuevos inquilinos. Mejor no vengas más por acá. Te deseo lo mejor.”

Los dedos de Dorian se tensaron sobre la carta, marcando el papel con pliegues ligeros.

Desvió la mirada y cuando volvió a enfrentar la situación ya había recuperado su compostura.

Sacó su celular y le hizo una videollamada a Frida: “¿Dónde está Amelia?”

Frida parecia confundida en la otra linea, “¿No me preguntaste eso antes? Está en Zúrich, ya te di su dirección.”

Él insistió: “¿Dónde está ahora?”

Frida seguia sin entender. “¿Eh? No lo sé, ¿no se había mudado a un apartamento cerca de la universidad?”

Dorian la observó sin decir palabra, su mirada era tajante y la chica empezó a sentirse incómoda.

“De verdad no sé nada, aseguró levantando las manos, “He estado tan ocupada últimamente y con la diferencia de horario, apenas he podido hablar con Meli.”

Dorian dijo simplemente: “Está bien.”

Cortó la llamada y luego contactó a Yael: “¿En qué etapa está el contrato con Frida?”

Yael pensó que estaba verificando el progreso y rápidamente respondió: “El departamento legal ya lo ha firmado, pronto lo enviaremos de vuelta.”

Dorian cortó: “No hace falta.”

Yael confundido preguntó: “¿Qué?”

Su jefe concluyó: “Detenlo.”

El asistente quedó en silencio.

El fin de semana pasó y la universidad estuvo cerrada, además no obtuvo noticias de Amelia.

Al tercer día, Dorian fue a la universidad y le informaron que Amelia había pedido una licencia.

No buscó a Frida, pero ella ya estaba llamándolo con urgencia: “Dorian, ¿estás mezclando los asuntos personales con

los laborales?”

El la miró a través de la pantalla, sin perder tiempo en trivialidades: “¿Dónde está Amelia de verdad?”

Frida al principio se resistió a hablar, pero ante la mirada implacable de Dorian, no pudo más y sus ojos se llenaron de lágrimas: “Está en el hospital.”

Dorian se detuvo, fijando su mirada en ella.

Con voz quebrada, Frida confesó: “No quiere tener al bebé.”

Él se puso de pie bruscamente.

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