Capítulo 80

Ni siquiera cuando perdieron a su primer hijo, cuando ella salió del quirófano solo encontró su mano firme, su voz ronca consolándola, diciendo que todo estaría bien, que su pequeño solo se había ido por un rato y que, tras cuidar su salud, regresaría. Nunca antes había mostrado tal vulnerabilidad frente a ella como ahora,

Ahora, el siempre comedido y extraordinariamente tranquilo Dorian tenía los ojos rojos, diciéndole que se sentía mal, que le dolla el corazón. Amelia sintió un punzante dolor en el pecho y una angustia abrumadora.

Desvió la mirada, sus ojos también ardian y sentía la garganta obstruida por un nudo invisible.

Dorian aún la miraba con ojos enrojecidos: “Racionalmente, sé que debería asumir toda la responsabilidad, tú tienes derecho a decidir sobre nuestro hijo, pero…”

No logró terminar la frase, giró la cabeza y su nuez de Adán se movía incontrolablemente arriba y abajo.

Amelia no habló, solo apretaba los labios, luchando por contener los sollozos que amenazaban con convertirse en

llanto.

Dorian la miró y dio un paso hacia adelante, inclinándose para abrazarla.

No dijo nada, simplemente la abrazó fuerte, palmeando su hombro suavemente en un intento silencioso de consolarla. Entre lágrimas, Amelia lo empujó suavemente, mirando hacia abajo sin verlo.

Dorian dejó que lo empujara, manteniendo un abrazo en el aire sin mirarla.

Ella suspiró profundamente, intentando calmarse, luego habló con voz baja: “Dorian, realmente quiero empezar de nuevo, ¿puedes dejar de irrumpir en mi vida? Entrar en tu mundo es demasiado doloroso, tu familia y tú, todos me hacen sentir mal, ¿pueden dejar de molestarme? Realmente odio esta vida”.

Dorian la miraba, sus ojos todavía ligeramente rojos, clavados en ella.

Amelia, con los ojos también rojos, dijo: “Tengo clases, así que no puedo huir, pero ¿pueden ustedes dejar de aparecer? Ya me he escondido tan lejos como podía de ustedes, incluso mi propio hijo…”

No pudo seguir hablando, solo apretaba inconscientemente la manga de Dorian, suplicándole.

La mirada del hombre seguía fija en ella, sin asentir ni hablar, solo observándola estáticamente, aunque su mano en su brazo se apretó incontrolablemente, pero al ver el ceño fruncido de Amelia, se relajó como si de repente entendiera.

“¿Dorian?” La voz de Amelia era suave y llorosa, implorante.

Él la miró fijamente. Ella nunca antes había mostrado tal debilidad al pedirle algo, pero ahora, usaba la más suave de las posturas para forzarlo a hacer lo más cruel.

“Puedo asegurarte que ninguno de ellos volverá a molestarte,” finalmente habló con voz ronca, eligiendo un compromiso parcial.

Pero su compromiso no satisfizo a Amelia.

“No lo quiero,” rechazó con voz débil, sus finos dedos aun apretando inconscientemente su manga, exigiendo en

silencio.

Dorian no respondió, solo dejó que sus oscuros ojos la miraran furiosamente.

Amelia también lo miraba con igual terquedad.

De repente, el sonido de una notificación de video llamada de WhatsApp rompió la tensión en la habitación.

Ambos miraron hacia el origen del sonido; era el teléfono de Amelia, una videollamada de Frida.

Dorian le pasó el teléfono.

“Toma la llamada, te traeré algo de comer, dijo él, recuperando su calma. Al llegar a la puerta, se detuvo, sin girarse nu

avanzar

Ella to miraba confundida

Dorian no se volted, solo habló con voz suave: “Amelia, ¿si me voy, significa que nunca más te veré?”

Amelia observaba su silueta sin decir palabra.

‘No te vayas, dijo Dorian con voz casi inaudible, sin girarse, “Tu cuerpo no está en condiciones de hacer esfuerzos ahora, descansa en la cama, yo me encargaré de que te envien lo que necesites.”

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