Mi Salvador el Sen or Wilson ( Amelia Suarez ) -
Capítulo 18
Capitulo 18
Amelia retrocedio con terror cuando escuchó las palabras de la sirviente, recordó su tiempo en la cárcel. Cuando apenas habia comenzado su condena, todos se burlaron de ella. Los mujeres de su celda afirmaron haber perdido sus pertenencias y nadie creyó en la Inocencia de Amelia. La acosaron e intentaron arrancarle la ropa para que confesara dónde habla escondido los objetos robados.
Alver a Amelia abrazando a su hijo y retrocediendo en pánico, Valeria la observó con una mirada cargada de significado oculto.
Amelia.
La antigua hija de la familia Suárez, la belleza de In Universidad del Sol Naciente de Bella Maravilla.
La Amelia de antes no sólo era hermosa, sino también extremadamente talentosa en sus estudios.
Se decía que Amelia posela un don excepcional, superaba a Valeria, quien también había sido educada entre la élite, tanto en ballet como en piano.
Como damas de la alta sociedad de Bella Maravilla, Valeria, la hija de la familia Gallego, siempre estuvo a la sombra de Amelia.
Valeria sonrio con ironia sintió una extraña satisfacción.
Amelia habia ingresado a la Universidad del Sol Naciente de Bella Maravilla con las mejores calificaciones en humanidades, pero qué lastima, en el verano de su tercer año, fue a parar a la cárcel
por un error.
Esa rosa blanca, que había florecido en el corazón de tantos hombres de la alta sociedad de Bella Maravilla no llegó a graduarse y fue enviada a prisión.
Qué desperdicio
Realmente un gran desperdicio.
Valeria reconocía el talento de Amelia, pero todo se habia destruido.
La Amelia de ese momento parecia una mendiga de la calle, humilde y sucia.
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Ya no quedaba nada de aquella que bailaba sola como el cisne blanco en el escenario.
“Amelia, ¿no escuchaste? Desnudate y demuestra tu inocencia“. Dijo Valeria con malicia.
Amelia no respondió, se encogió aún más.
“¡Mi mamá no te robó nada, no la maltrates!“. Lázaro también abrazo fuertemente a Amelia e impidió que la lastimaran.
“Si no te desnudas, nosotros te ayudaremos“, la sirviente le indicó a los demás que le quitaran la ropa a Amelia.
En cuanto a Lázaro, sólo era un niño.
“¡No me toquen…!“.
La voz de Amelia era ronca, las lágrimas ardian en sus ojos.
“¡No me toquen!“, gritó desesperadamente y rogó para que no la tocaran.
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Capitulo 18
Esos dolorosos recuerdos nunca desaparecerian.
Eran como una marca, estaban grabadas profundamente en su ser.
¿No era suficiente? ¿Aún no habia pagado lo suficiente por sus pecados?
¿Qué más debía hacer para que todo terminara?
¿Tendria que devolver esa vida para que acabara?
Ella podria morir, pero ¿qué seria de su Lázaro?
Recordó el año en que Lázaro nació, debido a su depresión posparto, sostuvo al niño en la azotea del hospital por mucho tiempo.
Deseo lanzarse con su hijo en brazos.
Si ella muriera, no habria necesidad de que Horacio y Valentino la entregaran a la cárcel personalmente.
“¿Qué están haciendo?“. La voz de un hombre interrumpió desde la entrada.
“¡El señorito…!“, exclamaron los sirvientes sobresaltados.
“¡Papá!“. Salvador corrió felizmente hacia él.
Valeria se sobresaltó y avanzó instintivamente, no quería que Yago Santos viera a Amelia. “Yago… ¿por qué has vuelto? ¿No dijiste que estarias fuera por un mes?“.
Yago fue frio con Valeria, dijo con indiferencia. “Tu padre ha regresado al país, me pidió que viniera estal noche para discutir nuestro divorcio“.
Valeria apretó nerviosamente sus manos. “Yago… ¿realmente tienes que ser tan cruel?“.
Yago no prestó atención a Valeria, ni siquiera miró a su hijo.
En el centro del patio, Yago miro inconscientemente hacia donde estaba Amelia.
La mujer estaba desaliñada, abrazando a su hijo y escondida en un rincón, él no la reconoció como Amelia a primera vista.
Yago, Valeria, Horacio y Esperanza habían sido compañeros de clase desde la secundaria.
Valeria y Horacio eran gemelos, y su madre había logrado ascender socialmente gracias a ellos, hizo que Leandro Gallego, entonces lider de la familia Gallego, la tomara como esposa.
“¿Amelia?“. Yago frunció el ceño y la llamó con cierta incertidumbre.
Él sabía que Amelia habia salido de prisión, por eso había regresado al país antes de tiempo también para averiguar sobre ella.
Amelia no levantó la cabeza, se aferró a Lázaro y tembló sin parar.
“Yago… entremos a la casa“, dijo Valeria sintiéndose algo nerviosa e intentó tirar del brazo de Yago.
Yago le lanzó una mirada fria y evidentemente desagradada a Valeria.
“Papá, ella es una ladrona, su hijo también, ella robó el collar de mamá, su hijo robó mi juguete“, dijo Salvador con enojo y sintiéndose un poco triste porque su padre parecia ignorarlo.
“¡Yo no he robado, mi mamá tampoco!“. Lázaro exclamó con una mezcla de indignación y desafio.
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Capitulo 18
Los dedos de Yago se tensaron por un momento y se acercó paso a paso hacia Amelia.
Amelia bajó la cabeza aún más.
“¿Amelia?“. Yago se agachó frente a ella y la llamó en voz baja.
Sintió emociones complicadas en su interior, ¿realmente era Amelia?
¿Cómo habla acabado de esa manera?
La Amelia de antes era el amor platónico en el corazón de la mayoría de los chicos de la clase.
“Je, el cuñado ha vuelto“, la voz fria y cargada de sarcasmo de Horacio sono desde la puerta.
Al ver a Yago agacharse frente a Amelia, la ira que no podia contener se hizo más palpable.
Al escuchar la voz de Horacio, Amelia se estremeció por instinto.
Su voz le provocó a Amelia una repulsión física en ese momento.
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