Capítulo 40

En las afueras de la mansión.

La niñera y algunos empleados charlaban animadamente, ignoraron completamente la situación de Amelia.

Un auto negro se adentro en la propiedad y la niñera se puso tensa al instante. “Señor Wilson“.

¿Qué hacia Wilson volviendo a esa hora?

Normalmente, Wilson nunca regresaba en ese momento del dia.

Al bajarse del auto, Wilson tenia a un pequenin a su lado.

La niñera se puso pálida al verlo. Ese era el hijo ilegitimo que Amelia había tenido.

“Señor Wilson, ¿cómo……?“..

Dónde está Amelia?“, preguntó Wilson con voz grave.

“No… no la he visto“, respondió rápidamente la niñera negando con la cabeza.

Lázaro miró hacia el patio trasero, escuchó sonidos de destrucción y corrió hacia allá.

La primera vez que fue a la casa de los Gallego, lo hablan encerrado alli con su madre.

“Lazaro!“, Fausto estaba preocupado por el pequeño, así que lo siguió.

El almacén estaba cerrado con llave desde fuera, pero claramente habia alguien dentro.

“¡Abran la puerta!“, gritó Fausto.

La niñera comenzó a temblar, no se atrevia a abrir.

“¿No escuchas?“. La presión que emanaba Wilson en el aire era intensa.

“El señor Horacio… dijo que no, que no tocáramos nada“, se excusó rápidamente la niñera.

Wilson frunció el ceño, era evidente que algo andaba mal.

Se apresuro hacia la puerta y de una patada la abrió.

Cesario salió enloquecido, tenia los ojos rojos y un palo en la mano, claramente había sido provocado y habia perdido el control.

“¡Amelia!“. Wilson entró corriendo y frunció el ceño al ver el polvoriento almacén.

En un rincón, Amelia estaba casisepultada bajo objetos y respirando débilmente.

Ya no tenia fuerzas para responder.

Lázaro corrió hacia donde estaba su madre.

Wilson sintió un nudo en el pecho y rápidamente retiró las tablas de madera que cubrian a Amelia. Al ver a Amelia agonizando y cubierta de sangre, Inhaló profundamente.

Lazaro se quedó parado, su muñeco de tela cayó al suelo.

Fausto instintivamente cubrió los ojos de Lázaro.

Para un niño de cinco años, su primera reacción de ver a su madre en un charco de sangre no fue llorar, sino quedarse en silencio con los ojos enrojecidos.

Esa reacción hizo que Fausto, un adulto, sintiera aún más dolor, le habló a Lázaro con una voz más suave. “Lázaro, tu mamá estará bien, ven conmigo afuera, ¿51?“.

Lázaro estuvo en silencio durante mucho tiempo y luego preguntó en voz baja. “¿Mi mamá va a morir?“.

Hizo la pregunta de una manera demasiado tranquila.

“¿Por qué preguntas eso? Claro que no“. Fausto levantó a Lázaro y salió con él, no le importó que Lázaro estuviera sucio.

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Capitulo 40

“Mi mamá dijo que… mi papá es un héroe, fue al espacio exterior a luchar contra monstruos, y mi mamá dijo que quizás ella también tendría que ir“.

Fausto se detuvo por un momento y miró hacia atrás a Wilson que llevaba a Amelia en brazos.

Wilson no dijo nada, tenia una expresión muy fea.

Se escuchó un grito desgarrador en el patio.

Fausto salió con Lázaro en brazos y vio a Cesarlo golpeando a la niñera Belinda con un palo fuera de control.

“¡Maldita seas! Quieres arruinarme, ¡no lo conseguirás, te mataré!“.

“¡Te acabaré!“.

La niñera fue golpeada hasta sangrar, gritó para pedir ayuda, pero nadle se atrevió a acercarse a Cesario en su estado.

Si la seguridad no hubiera llegado a tiempo, la niñera probablemente habría sido asesinada.

Wilson subió a Amella al auto y miró friamente a Fausto. “Llama a la policia, veamos quién encerró a Amelia y a Cesario en el almacén. Hay cámaras en el patio como evidencia de su intento de asesinato. Busca un abogado, vamos a demandar“.

La niñera se puso pálida de miedo, comenzó a suplicar. “Señor, por favor perdóname, no ful yo, no ful yo. Fue la señorita Carolina, ella dijo que Cesario estaba loco y los encerró a él y a Amelia en el almacén, no tengo nada que ver con eso, ¡por favor, perdón!“.

Wilson le lanzó una mirada fría a la niñera. “Si Carolina es la mente maestra, entonces ve y diselo a la policia“.

Tras decir eso, Wilson cerró la puerta del auto.

A un lado, los tres guardaespaldas no pudieron contener a Cesario, quien seguia vociferando que iba a matar a la niñera.

Amelia abrió sus ojos con debilidad y observó a través de la ventana del auto con una mirada profunda y pensativa.

Wilson observó con interés a Amelia durante un buen rato.

La razón por la que Carolina habia encerrado a Amelia y a Cesario en el almacén era muy clara, y definitivamente no eral tan simple como sólo querer acabar con la vida de Amelia.

Cesario tenia alrededor de cuarenta años y no tenia mujer, habia cometido actos violentos en múltiples ocasiones y la causa siempre era el asalto a mujeres.

Esa Carolina… si que era cruel.

Sin embargo, tras observar a Amelia, aunque estaba herida, su ropa estaba intacta y no habia señales de haber sido violada.

Eso demostraba que no era tan débil y sin capacidad de resistencia como parecia.

Además, cuando Cesario habia corrido fuera del almacén en un ataque de su enfermedad, su objetiyo había sido claro, fue directamente a golpear a la niñera…

“Me intriga, ¿qué le dijiste a Cesario?“. Wilson comenzó a interesarse cada vez más por Amelia,

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