Ni en la muerte -
Capítulo 13
Capítulo 13 El primer contraataque
Lectura terminada
Clotilde termino de hablar y soltó su agarre. Camila sintió que le flaqueaban las piernas y se desplomó en el suelo. Tenia la cara blanca y, cuando volvió a mirar a Clotilde, de repente sintió miedo en el corazón. Cuando pensó en la policia y en lo que podrian hacer los Farias, se puso terriblemente nerviosa y no dijo nada más, sino que se escapó escaleras arriba.
Clotilde tenia la intención de volver a su habitación, pero de repente olió algo delicioso en la cocina y se dio cuenta de que no habia comido mucho antes en la Mansión Farías, además de lo mucho que habia pasado la noche anterior y ahora se moria de hambre. Se giró hacia la cocina y vio a dos criadas preparando aperitivos para el té.
-Tengo hambre. -Clotilde se apoyo en la puerta y de repente habló, sobresaltando a las dos criadas o charlaban entre ellas. No esperó su respuesta y continuó-: Preparen algo de comida y envienla a mi habitación.
que
Camila había dicho antes a todos los criados que abandonaran el salón, así que nadie vio cómo Clotilde trató antes a Camila. Asi que cuando la escucharon dar instrucciones de ese modo, todos pensaron que se había vuelto loca. Por desgracia, se dio la vuelta y se marchó antes de que pudieran reaccionar, y perdieron la oportunidad de burlarse de ella,
Una de las criadas arrojó los guantes sobre la encimera de la cocina y dijo enfadada:
-¿No ve que estamos muy ocupados? ¿De verdad piensa que ahora es la Señorita Clotilde?
La criada mayor replicó:
-¿Qué más da? (No ha sobrado algo de comida? Echale un poco de salsa de soja y mandala arriba. De todos modos, come de todo. Lo dijo en tono burlón, porque la Clotilde de antes nunca se atrevia a ser
exigente con la comida.
Por supuesto, Clotilde no tenia ni idea de lo que estaban hablando abajo, porque se estaba mirando al espejo, sintiéndose bastante extraña. A sus 18 años aun era joven y tierna, y aunque su espeso flequillo le cubría la mitad de la cara, seguia teniendo un aspecto bastante dulce.
Se peinó todo el cabello hacia atrás y se lo recogió en una coleta alta, dejando al descubierto su frente limpia y sus ojos exquisitos. Al volver a mirar a la joven transformada en el espejo, se rio para sus adentros y pensó que no tenia tan mal aspecto.
Antes odiaba ese flequillo recto porque se le metia en los ojos, pero no se atrevió a cambiárselo porque su madrastra le había dicho que le quedaba bien. Pero den realidad le quedaba bien? Helena sólo tenia miedo de que Clotilde le robara el protagonismo a Camila.
En ese momento, alguien llamó a la puerta. Cuando Clotilde abrió la puerta, no había nadie fuera, pero en el suelo habia medio cuenco de restos de pasta con algunas alubias cocidas y salsa de tomate, y nada más. No pudo evitar reirse lastimeramente de si misma. Qué clase de vida llevaba, pensó, una vida en la que siquiera podia comer caliente,
ni
Todo el mundo decía que la confida del comedor escolar era horrible, pero ella pensaba que era deliciosa comparada con las cosas terribles que comia en casa. Cuando su padre no estaba en casa, ni siquiera podia sentarse a la mesa. Lo que tenia que comer en un rincón oscuro era posiblemente peor que lo
que comia el perro del guardia de seguridad.
Si hubiera sido ella, se lo habría comido todo porque tenía hambre. Pero ahora sabia que, si comía esto sin decir una palabra lo que obtendria a cambin no seria la reputación de ser humilde vestar contents isino
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Capitulo 13 El primer contraataque
que se burlarian de ella por ser humilde y estar desesperada!
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Recogió el cuenco, bajó las escaleras y vio que el salón estaba lleno de deliciosos manjares y una taza de té de Ceilán recién hecho. Parecia que Helena acababa de volver a casa y estaba toda arreglada, esperando ansiosa a que llegara alguien. Los criados fingieron no ver a Clotilde y siguieron ocupandose de sus propios asuntos, Clotilde levantó el cuenco de comida que tenia en las manos y se acercó a Helena.
Helena estaba ansiosa por arreglar los asuntos de su hija. Antes, Camila la había telefoneado y le había dicho que los Farias seguirían investigando lo ocurrido la noche anterior y que obligarian sin duda a los dos hombres a decir la verdad. Helena estaba casi loca de preocupación, así que había invitado a alguien que pudiera ayudarla a tomar una taza de té en su casa.
Ver aparecer a Clotilde delante de ella en ese momento la puso furiosa.
Clotilde tiene suerte de que no la mate. ¿Cómo se atreve a presentarse ante mi con tanto descaro? ¿Acaso piensa que sigue en casa de los Farias?».
Helena levantó una ceja finamente depilada y rio con frialdad:
-Oh, mira a quién tenemos aquí, ino es la Señorita Clotilde de los Santillana? ¡Estuviste increible anche! ¿Por qué, estás aqui para seguir actuando?
De repente se dio cuenta de que Clotilde se había peinado el flequillo hacia arriba y seguía llevando el vestido de anoche de los Farias. Su aspecto era completamente diferente y la expresión de Helena cambió.
-¡Quién te ha dejado peinarte todo el cabello hacia arriba! Vas vestida tan provocativamente a tan temprana edad, a quién intentas seducir, ¿eh?
Clotilde se quedó de pie junto al sofá y la escuchó con calma. Helena siempre se comportaba en casa de forma muy diferente a como lo hacía en público, y Clotilde habia escuchado cosas mucho peores que ésta cuando era más joven,
Clotilde se rio mientras giraba el cuenco entre sus manos.
-Señora Farias, festa mi padre al borde de la quiebra? ¿Soy la Señorita Clotilde de la Familia Santillana y tengo que comer esta porqueria? Si en realidad somos tan pobres, no deberiamos contratar a tantos criados para fingir que seguimos siendo ricos, basta con despedir a algunos,
Su tono de voz sarcastico escandalizó a los criados que se afanaban en la sala de estar. Pero ninguno de ellos se asustó porque en esta casa las palabras de Clotilde nunca se tomaban en serio. Helena vio que Clotilde ignoraba sus palabras y se enfadó aún más. Pero cuando vio la comida en el cuenco de Clotilde, su humor mejoró al instante.
-¿Por qué? ¿No puedes comer eso? Hay muchos ahí fuera sin comida que comer isabes? ¿Quién eres tú? Tienes suerte de tener comida para comer, y todavia quieres ser quisquillosa? -Los pómulos de Helena eran muy altos y la hacian parecer mala cuando sonreía-, ¡Al fin y al cabo eres un cerdo inculto! Así que ahora piensas que tienes alas para volar ich? Aunque no quieras comerte esto, itienes que comértelo! Si no, lolvidate de tener comida a partir de ahora!
Clotilde miró a todos los criados que estaban de pie al lado viendo este espectáculo y toda la deliciosa comida que había en la mesita y de repente sintió ganas de retar a su madrastra.
-¿Y si me niego?
-¿Negarse?–
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Capitulo 13 El primer contraataque
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Helena se quedó estupefacta por un momento, pero de inmediato su rostro cuidadosamente maquillado se torno amenazador.
–
-IPequeña sinvergüenza! Te han salido alas y quieres volar de verdad, eh? ¡Sira! Liliana! ¡La Señorita Clotilde se niega a comer! Métanle la comida por la garganta ahora mismo.
Las dos criadas mencionadas estaban más que felices de hacerlo. Clotilde se estaba comportando de forma. extraña hoy, y ya estaban molestas. Esta era su oportunidad de darle una lección, la ver si todavía se atrevia a hablar de despedirlas!
-No hace falta. -Clotilde los detuvo de forma inesperada.
Helena pensó que Clotilde por fin se había asustado, y sonrió con complicidad. Lo sabia, por mucho que Clotilde hubiera cambiado, en el fondo seguia siendo una cobarde inútil. Así que se sentó y cruzó las piernas, burlándose:
—¡Entonces cómetelo ahoral Cómetelo aquí, delante de mi. Cuando termines, será mejor que lamas el cuenco y te asegures de no dejar ni un solo trozo de pasta. Si no, iolvidate de seguir comiendo!
Clotilde no pareció enfadarse lo más minimo al escuchar esto, y preguntó con suavidad:
-Es demasiado para mí, ¿qué hago si no puedo acabármelo?-Antes de que Helena pudiera reaccionar, Clotilde alargó la mano y vertió el contenido del cuenco sobre la cabeza de Helena, Soltó una carcajada malévola y dijo: Así que… cómaselo, por favor, Señora Santillana.
-¡Arrrg!-La pasta y la salsa cubrieron a Helena. Se levantó de la silla y gritó-: ¡Clotilde! i¿Te has vuelto.
loca?!
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