Ni en la muerte
Capítulo 22

Capítulo 22 Hagamos otra cosa

Clotilde retrocedió un paso conmocionada, no porque pareciera amenazador, isino por su cara!

-iJaime!–.

No podía creer lo que veian sus ojos…

-¿Qué clase de estúpida suerte es ésta? ¿Acaba de encontrar a alguien que ayudaría mucho a Camila en el futuro?–.

De repente, llamaron a la puerta.

Jaime entrecerró los ojos y se obligó a levantarse. Amenazó a Clotilde en voz baja:

Deshazte de ellos o te matare! -Luego se apartó para que Clotilde pudiera abrir la puerta.

Clotilde respiró hondo y abrió la puerta de un tirón: fuera habia policias.

-Erm… necesita algo? -preguntó Clotilde con timidez y los policias vieron que dentro sólo había una chica joven.

El oficial de más rango preguntó con suavidad:

-Chiquilla, has visto a un hombre vestido de negro?

Clotilde negó con la cabeza:

-Acabo de volver de correr y estaba a punto de bañarme, asi que no he salido…

El policía vio que, en efecto, llevaba ropa de deporte, estaba cubierta de sudor y apestaba, así que creyó lo que ella decía y se marchó. En el momento en que Clotilde cerró la puerta, Jaime la empujó contra la

puerta.

-Escucha, voy a dormir aquí esta noche. Será mejor que no juegues conmigo, ide lo contrario prepárate para una muerte horrible!

La cara de Clotilde se puso blanca y se quedó mirandolo un rato antes de hablar рог

-Si te hago caso, ime darás dinero?

¿Dinero?>.

fin.

El hombre enarcó una ceja, sorprendido. No pensaba que Clotilde fuera tan atrevida como para hacer un trato con él….

-¡Esta situación se estaba poniendo cada vez más interesante!».

Curvó los labios y pregunto:

-¿Cuánto quieres?

-200 mil. Los huesos de tus pies están desalineados y tienes una congestión vascular en la parte inferior del torso. Te trataré las heridas y te dejaré dormir aquí por 200 mil. ¿Qué le parece?

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Capitulo 22 Hagamos otra cosa

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Jaime dio un paso atrás y sonrió socarrón, su apuesto rostro reflejaba un destello de maldad.

-Bien, dejaré que me curen las heridas. Si me recupero, te daré 200 mil mañana. Pero si no me recupero, te vendere a los traficantes de personas. ¿Qué te parece, pequeña?

Clotilde se subió el cuello de la chaqueta, miró hacia abajo y dijo con calma:

-Prepara 200 mil entonces, Hazte a un lado, voy a bañarme.

A Jaime le pareció un poco extraña su reacción, así que le apuntó con la pistola y, aunque se sentía débil, consiguió reunir algo de fuerza y gritó:

-No intentes nada raro. IDame tu celular!

Clotilde le devolvió la mirada.

-No tengo.

El se rio con frialdad:

Quien no tiene un celular en los tiempos que corren?

-¿Quieres hacer un registro corporal?

Jaime frunció el ceño y le espeto:

-¿Quién quiere registrar tu apestoso cuerpo? Quitate la ropa, quiero inspeccionar.

Clotilde se miró y se dio cuenta de que en realidad olia bastante mal porque la sesión de entrenamiento anterior había expulsado toxinas de su cuerpo. Levantó lentamente los brazos y se quitó la chaqueta, dejando al descubierto una camiseta de tirantes que llevaba dentro.

La chaqueta cayó al suelo y la ajustada camiseta de tirantes que llevaba por dentro dejó ver su delgado pero musculoso torso. Los leggings de gimnasia que llevaba también eran muy ajustados, por lo que no podían ocultar nada, y tampoco podian esconder su figura.

Aunque su madrastra habia sido muy tacaña con ella, como Clotilde estaba dispuesta a comer de todo y siempre hacía ejercicio, era delgada en los sitios adecuados y tenia curvas en los sitios adecuados: tenia una figura excelente. Un destello maligno brilló en los ojos de Jaime cuando le dijo en voz baja:

Sigue desnudándote,

Clotilde sonrió. ¿Todavía tenia que desnudarse más? Era obvio que esa ropa no podia ocultar nada, y él le estaba poniendo las cosas dificiles a propósito. Así que se acercó al cuarto de baño y ejerció un poco de fuerza sobre el picaporte de acero inoxidable clavado en la puerta, sacándolo con facilidad.

La sonrisa pícara de Jaime se transformó de inmediato en una cara de cautela y volvió a levantar la pistola en sus manos. Podía ver la fuerza que Clotilde tenía con esa sola acción, y no se trataba de una simple chica.

-¿Quién demonios eres tú?

Clotilde rio.

-No te pongas tan nervioso. -Agitó el mango en sus manos, luego lo arrojó al suelo, v aterrizo con un

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fuerte golpe.

Hagamos otra cosa

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-Sólo estaba quitando la cerradura de la puerta del baño para que tuvieras tranquilidad. Además, las paredes del cuarto de baño son de cristal esmerilado, por lo que puedes distinguir lo que ocurre dentro. Si ves algo sospechoso, puedes entrar cuando quieras. ¿No piensas que estoy siendo muy sincera?

Pero la acción anterior fue una amenaza silenciosa al hombre que tenía delante -¡Entra si te atreves!–. A Clotilde no le importó la expresión ensombrecida de Jaime y entró lentamente en el cuarto de baño, cerrando la puerta tras de si. Abrió la ducha, se quitó la ropa rápido y se puso bajo el agua para enjuagarse.

Antes había liberado muchas toxinas, lo cual era normal. Su abuelo le había dicho que cuantas más toxinas liberara, mejor para su cuerpo. También sintió que sus sentidos se agudizaban después de esa ronda de práctica, por lo que Clotilde sonrió con alegria y no se molestó en pensar en el extraño- que estaba sentado afuera, y continuó con el baño.

Ella era capaz de mantener la calma en esta situación porque sabía de lo que era capaz, y Jaime tenia una herida grave al mismo tiempo. Si el intentaba algo, ella podía hacerle probar el dolor que ella había sufrido en su vida anterior… Clotilde se echó el cabello hacia atrás con ambas manos, cerró los ojos y curvó los labios en una fría sonrisa.

¿Podría llamar destino a este encuentro con Jaime? Ella aún no había ido a buscarlo, ipero él ya había llamado a su puertal Los Salinas eran un sindicato del crimen organizado y, aunque en la generación actual habían puesto fin a la mayoria de sus negocios ilegales, seguían manteniendo el control sobre varias personas y tenían ojos y oídos en todas partes.

En su vida anterior, iparte de su terrible sufrimiento fue gracias a Jaime! Clotilde levantó la cabeza y dejó que el agua le diera directo en la frente. Parecia que era la única forma de reprimir el odio que se estaba formando en su corazón. En su vida anterior, tras alcanzar el éxito, Camila obligó a Clotilde a ser su -ayudante para encubrir el hecho de que no sabia nada de ciencia médica.

Jaime había escuchado que Camila era una doctora famosa y quería que ella salvara a su hermano pequeño. Por supuesto, Camila no tenia ni idea de cómo hacerlo. Al final fue Clotilde la que salvó a su hermano, pero el mérito fue de Camila, que utilizó su nueva condición de benefactora para que Jaime hiciera muchas cosas por ella.

Tras ver los verdaderos colores de Camila, Clotilde discutió con Camila y escapó de la casa, y casi consigue llegar al extranjero con su profesor. Pero Jaime atrapó a Clotilde él mismo, y ella lloró y le dijo a Jaime que la persona que salvó a su hermano fue ella y no Camila. Jaime no estaba seguro de si creerla o no, pero la dejó marchar. Sin embargo, el día en que debía abandonar el país, envió gente para capturarla y se la pasó a Camila.

Todo sucedió demasiado deprisa: le quitaron los datos que quería utilizar para reaparecer, y la mano derecha que utilizaba para la acupuntura fue incapacitada por Camila, que temia que la gente descubriera que Clotilde fue quien salvó la vida del hermano de Jaime.

-¿Cómo deberia tratar con Jaime?

Clotilde siguió dejando correr el agua mientras cerraba los ojos. Si no fuera por él, ella habría escapado al extranjero, habria vuelto, habría desenmascarado a Camila, ly todo lo demás no habria ocurrido!

-¿Destruir lo que más quiere? Parece que quiere mucho a su hermano pequeño-

En ese momento, Jaime fue al final incapaz de permanecer de pie y se sentó en la cama, con los ojos todavia fijos nerviosamente en el cuarto de baño, por si Clotilde hacia alguna trastada. Pensó en cómo habia tirado de la manivela para amenazarlo y se rio para sus adentros. Cómo había caído en desgracia:

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14:54 Wed, 3 Jul M.

Capitulo 22 Hagamos otra cosa

luna chica tan pequeña podia ser una amenaza para

cll

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Jaime sacudió la cabeza y trató de mantenerse alerta. Sabía que la gente como él tenía que estar alerta en todo momento: de lo contrario, encontrarian un final terrible.

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