Los días habían continuado en perfecta tranquilidad. Hagrid y Buckbeak ya no estaban en problemas y Lily y Draco volvían a su relación educada. Por otra parte, Cassius Warrington había demostrado ser un buen guardián el lunes pasado, cuando Weasley se acercó a Lily después de la clase de Transformaciones, tomándola un poco toscamente del brazo.

—¡Oye!—se quejó Lily y de pronto, una mano más grande se interpuso y empujo al Weasley contra la pared. Este empalideció.

—No la toques, Weasley.—masculló fríamente.

—¡Yo solo quería darle las gracias!—dijo Weasley, molesto y algo humillado.

—¿Por qué?—pregunto Lily cruzándose de brazos.

—Salvaste a mi hermanita.—respondió Weasley.— incluso cuando yo siempre te he molestado.

—Es porque no soy tan idiota como tú. —espetó.—Suéltalo, Cassius.—pidió con indiferencia.—Vámonos.

Cassius Warrington y Lily Potter se habían conocido cuando ella estaba en primero y el en tercero. El fungía como remplazo de, irónicamente, guardián en el equipo de Slytherin, así fue como se conocieron.

Desde entonces habían iniciado una especie de amistad bastante amable entre ambos, pues pese al físico tan notable de Cassius y su rostro frío, era alguien bastante amable y confiable. Por esa misma razón lo eligió como su guardián. El no la traicionaría.

Y mucho menos sabiendo que ella casi mataba a Bletchley el año pasado cuando se burló de ella por su pelo.

No. Warrington era inteligente y sabía de que lado mantenerse.

Por otra parte, Theodore había tenido razón. Lupin era, con creces, el profesor más querido del colegio ya que sus clases eran tan interesantes y entretenidas como la primera, sin embargo, la clase de Pociones era más pesada que nunca, pues Snape estaba aquellos días especialmente propenso a la revancha y todos sabían que era por la historia del boggart de Longbottom, la cual se extendió por todo el colegio.

Snape claramente no lo encontraba divertido y a la primera mención de Lupin aparecía en sus ojos una expresión amenazadora. A Longbottom lo acosaba más que nunca.

Lily aborrecía las horas que pasaba en Adivinación, donde los ojos de Trelawney se llenaban de lagrimas cada que la miraba. Parvati Patil y Lavender Brown habían adoptado la costumbre de rondar la sala de la torre de Trelawney a la hora de la comida, y regresaban con un aire de superioridad que hacia reventar a Hermione, como si ellas supieran cosas que los demás ignoraban.

A comienzos de octubre, hubo otra cosa que mantuvo ocupada a Lily. Se aproximaba la temporada de Quidditch y Marcus Flint, cazador y capitán del equipo de Slytherin y ex rey, convocó una reunión un jueves por la tarde para discutir las tácticas de la nueva temporada, por lo que ahí estaban Miles Bletchley, el guardián; Draco Malfoy, Adrian Pucey, los cazadores; Theodore Nott, Blaise Zabini, los golpeadores; y Lily Potter, la buscadora.

—Bien, es mi última oportunidad, nuestra, de Adrián y mía, de ganar y recuperar la copa de Quidditch.—dijo Marcus.— Adrian y yo nos marcharemos al final de este curso, no habrá más oportunidades. Hemos ganado cada año consecutivamente hasta el pasado, donde Gryfreplaceor nos arrebato la copa, por lo que es nuestro deber recuperarla. Tenemos tres cazadores excelente donde claramente estoy yo, dos golpeadores invencibles ¡y una maravillosa buscadora que nos ha hecho ganar todos los partidos! ¡Así que a ganar, Slytherin!

Con la moral alta, el equipo comenzó las sesiones de entrenamiento, tres tardes a la semana. El tiempo se enfriaba y se hacía más húmedo. Una tarde, después del entrenamiento, Lily regresó a la sala común con frío y entumecida, encontrándose con que la sala estaba muy animada.

—¿Qué ha pasado?—pregunto a sus compañeras de cuarto.

—Primer fin de semana en Hogsmeade.—respondió Daphne señalando la nota en el tablón de anuncios.— Es a finales de octubre.

Lily asintió. Realmente no le importaba, pues no podría ir.

El día de la salida a Hogsmeade, Lily acompaño a Hermione y Theo hasta el vestíbulo, donde ellos le prometieron traerle algunos dulces, para después dar media vuelta y comenzar a dar un recorrido por el pasillo.

—¿Lily?—la llamó Lupin desde la puerta de su despacho.—¿Qué haces? ¿Dónde están tus amigos, Theo y Hermione?

—En Hogsmeade. Estaba dando una vuelta por el castillo.—respondió Lily, tranquila.

—Ah...¿Porqué no pasas? Acabo de recibir un grindylow para nuestra próxima clase.

Lily hizo una mueca, Snape no estaría muy contento si se enteraba que una de sus serpientes estaba conviviendo amenamente con Lupin, pero este era un profesor y tampoco podía rechazarlo sin una buena razón, por lo que entró en silencio, mirando a dicha criatura en un deposito de agua.

—¿Una taza de té? —ofreció.— Iba a prepararlo.

—Seguro.—dijo Lily, algo incomoda.

—Siéntate.—dijo Lupin.— Lo lamento, pero solo tengo té en bolsitas. Aunque me imagino que estarás harta del té suelto.

—Supongo que McGonagall no es muy buena reservándose datos ajenos.—dijo Lily, comprendiendo su comentario. Lupin sonrió.

—¿Estas preocupada por algo, Lily?

—No.—bebió del té que le ofreció.— aunque me preguntaba porque no me dejo enfrentar al boggart.

—Creí que estaba claro.—dijo sorprendido. Ella enarcó una ceja.— Bueno, pensé que si el boggart se enfrentaba contigo adoptaría la forma de Lord Voldemort.

—Sí, bueno.— sonrió irónica.—No puedo tenerle tanto miedo a algo con lo que peleo casi cada año.

—Es evidente que estaba en un error.—admitió— pero no creí que fuera buena idea que Voldemort se materializase en la sala de profesores. Pensé que se aterrorizarían.

—Me dan miedo los dementores.—informó Lily.

—Ya veo...—dijo pensativamente.—Bien, bien...estoy impresionado.—sonrió ligeramente.— Eso sugiere que lo que más miedo te da es...el miedo. Muy sensato, Lily.

Unos golpes en la puerta los interrumpieron.

—Adelante.

Se abrió la puerta y entró Snape. Llevaba una copa de la que salía un poco de humo y se detuvo al ver a Lily, quien rápidamente coloco su mejor rostro inocente.

—Vi a Lily sola y quise enseñarle mi grindylow.—dijo Lupin con cordialidad.

—Fascinante.—comentó Snape sin mirar a la criatura.— Deberías tomártelo ya, Lupin.

—Sí, sí, enseguida.

—He hecho un caldero entero. Si necesitas más...

—Seguramente mañana tomaré otro poco. Muchas gracias, Severus.

— De nada.

—¿Qué poción es?—pregunto Lily.—Su textura y color me parecen haberlas visto en algunos de los libros de pociones que he leído...

—¿Por qué no vienes a mi despacho, Lily?—pregunto Snape con familiaridad, haciendo que Lupin frunciera levemente el entrecejo.— Te dejaré hacer un poco de Filtro de paz si es que has estudiado bien la teoría.

—¡Me la sé de memoria!—dijo Lily levantándose con una sonrisa.

—Esa es una poción de quinto año.—murmuró Lupin impresionado.

—Lily es excelente en pociones.—dijo Snape con orgullo.— Vamos, Lily.

—Hasta luego, profesor Lupin.—se despidió Lily y camino gustosa a lado de su jefe de casa.

Pasó el resto del día con el profesor Snape haciendo complicadas pociones. El profesor Snape era alguien muy querido para Lily, pues siempre era muy amable con ella y le brindaba una protección y seguridad que no pudo recibir de su padre.

En la noche, durante el banquete de Halloween, Theo le dio el montón de dulces que el y Hermione habían comprado para ella. Pasaron la cena contándose sus días y cuando volvieron a la sala común, todos estaban satisfechos y felices, platicando entre sí.

De pronto, la puerta de la sala común fue abierta abruptamente y por ella ingresó su jefe de casa, Snape, quien parecía muy tenso.

—Pucey, Vanity, Lily y Draco, reúnan a todos los Slytherin y guíenlos hacía el Gran Comedor. Ahí pasarán la noche.

—¿Porqué, profesor?—pregunto Parkinson, confundida.

—Sirius Black logró ingresar a Hogwarts, destrozó el retrato que protege la sala común de Gryfreplaceor.—informó.

Los murmullos comenzaron, Lily sintió que palidecía y rápidamente su corte se colocó a su lado. Todos sabían lo que eso significaba: Sirius Black pensaba que Lily Potter era una Gryfreplaceor y había intentado matarla en su sala común.

Diez minutos después, las cuatro casas estaban en el Gran Comedor. Dumbledore informó que los profesores y el, llevarían a cabo un rastreo por el castillo y que por su propia seguridad, ellos dormirían ahí por esa noche. Los prefectos se quedaron montando guardia en las puertas del Gran Comedor, mientras que los encargados eran los dos Premios Anuales.

Dumbledore, con un movimiento de varita, envió volando las largas mesas hacia las paredes. Con otro movimiento, el suelo quedo cubierto con cientos de mullidos sacos de dormir rojos.

—Felices sueños.—dijo, cerrando la puerta.

El Gran Comedor empezó a bullir de excitación. Los de Gryfreplaceor contaban al resto del colegio lo que acababa de suceder.

—¡Todos a los sacos!—gritó Percy Weasley-—¡Ahora mismo, se acabó la charla! ¡Apagaré las luces dentro de diez minutos!

Todos cogieron un saco de dormir. Theo tomó uno para Lily y Hermione, quien había corrido hacia ellos para dormir juntos y contarles lo sucedidos. Al final, llevaron los sacos a un rincón, donde se toparon con Draco y su corte. Para sorpresa de Hermione, Draco asintió a modo de saludo al verla. Lily sonrió ligeramente.

Acomodaron los sacos y se acostaron en el siguiente orden: Lily en medio de Hermione y Draco. A lado de Hermione estaban Theo, Daphne y un poco más alejado con otros de su grado, Cassius. A lado de Draco estaban Blaise, Crabbe y Goyle.

—¿Creen que sigue en el castillo?—susurró Hermione con preocupación.

—Evidentemente, Dumbledore piensa que es posible.—dijo Theo.— No se si es una suerte que haya elegido esta noche, la única donde no había nadie en la torre de Gryfreplaceor...o si lo hizo intencional, porque bien pudo ir directamente al Gran Comedor.

—Es difícil que haya ingresado aquí.—dijo Lily.— Debe ser bastante habilidoso.

—¿Porqué lo dices, reina?—pregunto Blaise.

—El castillo esta protegido no solo por muros, sino por todo tipo de encantamientos que evitan que nadie entre furtivamente. No es tan fácil aparecerse aquí y nada puede engañar a los dementores. —explicó Hermione.

—¿Sabes que te ves sexy cuando luces concentrada, Granger?

—Púdrete, Zabini.

—¡Voy a apagar las luces ya!—grito Percy— Quiero que todo el mundo este metido en el saco y callado.

Todas las velas se apagaron. Lily se sintió como durmiendo a la intemperie, arrullada por la brisa. Cada hora aparecía por el salón un profesor para comprobar que todo se hallaba en orden. Hacia las tres de la mañana, Lily soltó un quejido y se apretó más contra su almohada hasta que abrió los ojos, sonrojándose hasta la raíz.

No era su almohada lo que abrazaba, sino el pecho de Draco, quien disimuladamente le hizo una seña para guardar silencio. Dumbledore acababa de entrar y estaba muy cerca de ellos junto a Percy.

—¿Han encontrado algún rastro de él, profesor?

—No. ¿Por aquí todo bien?

—Todo bajo control, señor.

—Bien. No vale la pena moverlos a todos ahora. He encontrado a un guarda provisional para el agujero del retrato de Gryfreplaceor. Mañana podrás llevarlos a todos.

—¿Y la señora gorda, señor?

—Se había escondido en un mapa de Argyllshire del segundo piso. Parece que se negó a dejar entrar a Black sin la contraseña y por eso la atacó. Sigue muy consternada, pero en cuanto se tranquilice le diré al señor Filch que restaure el lienzo.

—¿Señor director? —era Snape.— Hemos registrado todo el primer piso. No estaba allí. Y Filch ha examinado las mazmorras. Tampoco ha encontrado rastro de el.

—¿Y la torre de Astronomía? ¿Y el aula de la profesora Trelawney? ¿Y la pajarera de las lechuzas?

—Lo hemos registrado todo...

—Muy bien, Severus. La verdad es que no creía que Black prolongara su estancia aquí.

—¿Tiene alguna idea de como pudo entrar?

—Muchas, Severus, pero todas igual de improbables.

Lily se acurrucó más contra Draco para abrir un poco sus ojos y mirar discretamente. Snape parecía enfadado y Percy muy atento.

—¿Se acuerda, señor director; de la conversación que tuvimos poco antes de...comenzar el curso?

—Me acuerdo, Severus.

—Parece...casi imposible...que Black haya podido entrar en el colegio sin ayuda en el interior. Expresé mi preocupación cuando usted señaló...

—No creo que nadie de este castillo ayudara a Black a entrar. —zanjo el tema.— Tengo que bajar a ver a los dementores. Les dije que les informaría cuando hubiéramos terminado el registro.

—¿No quisieron ayudarnos, señor?—pregunto Percy.

—Sí, desde luego.—respondió fríamente.— Pero me temo que mientras yo sea director; ningún dementor cruzará el umbral de este castillo.

Percy se quedó un poco avergonzado. Dumbledore se fue y Snape se quedo unos segundos ahí mirando al director con profundo resentimiento, para después también marcharse.

Draco y Lily se miraron. ¿Quién creía el profesor Snape que había ayudado a Black a ingresar al colegio?

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