Potter Girl [Draco Malfoy] -
Capítulo 32
La mañana de Navidad, Hermione despertó a Lily con unos mimos en el cabello. En Slytherin solo se habían quedado Draco, Blaise, Theo y Lily, por lo que esta última, aprovechando que no había nadie y solo con la condición de Draco de cubrir los ojos de Hermione y no dejarle oír la contraseña, se trajo a Hermione a dormir esa noche.
—Feliz Navidad, Lily.—dijo Hermione.
—Feliz Navidad, Hermione.—dijo Lily.
Ambas chicas se bañaron y arreglaron, colocándose los nuevos Cardiganes Evans que Petunia les había enviado mientras comían los dulces, obsequio de Dudley. Seguían siendo esmeralda y escarlata, respectivamente. Lily sujeto su cabello con la horquilla que le regalo Draco el año pasado, nunca se la quitaba, así como también se colocó la bufanda plateada, igual obsequio de este. Tomaron sus regalos y fueron a la sala común para empezar a abrirlos.
—Feliz Navidad, preciosas.—dijo Blaise, que ya se encontraba abajo con los demás, guiñándoles un ojo.
—Feliz Navidad.—dijeron Theo y Draco simplemente.
—Feliz Navidad.—dijeron ellas, no sin antes rodar los ojos a Blaise.
—Toma tu Cárdigan, Theo.—dijo Lily, extendiéndole el nuevo. Este le agradeció y se lo puso inmediatamente.
Todos comenzaron a abrir sus obsequios. Lily recibió de Theo y Hermione una colección de libros de Encantamientos Avanzados de moral dudosa; Blaise le obsequió chocolates italianos; Daphne le envió una bonita pulsera de plata; Cassius le envió un libro edición especial sobre quidditch; Snape le envió un diario para anotar sobre pociones y Draco, finalmente, le obsequió un pequeño kit de maquillaje muy elegante y costoso que contenía un labial rojo no muy marcado, un rubor y un polvo.
—Es muy hermoso, Draco, pero la verdad no se usar maquillaje.—admitió Lily, avergonzada.
—No te preocupes, intuyo que pronto lo usarás.—dijo Draco, misteriosamente.
—Oye, Lily. Aquí hay otro tuyo.—dijo Theo y le extendió un gran y largo paquete.
Lily abrió el paquete y todos ahogaron un grito al ver rodar una escoba magnífica y brillante.
—No puedo creerlo.—dijo Blaise con la voz quebrada por la emoción.
—Una Saeta de Fuego.—dijo Draco impresionado.
—¿Quién te la habrá enviado?—pregunto Theo.— No tenía tarjeta.
—Mejor dicho, ¿Quién se gastaría tanto dinero en hacerme un regalo?—dijo Lily y Draco la miro.— Exceptuando a Draco y ustedes, claro.
— Dios, Marcus se va a morir de la emoción, ¡Es una escoba profesional!—exclamó Blaise.
Hermione, quien cargaba a su mascota Crookshanks, (quien sorprendentemente le caía bien a todos los Slytherin), miraba todo con rostro ensombrecido.
—¿Qué ocurre?—Pregunto Lily.
—No sé, pero es raro, ¿no te parece?—dijo Hermione, mirándola.—Lo que quiero decir es que es una escoba magnífica, ¿verdad?
Draco se enderezó y frunció el ceño, comprendiendo hacia donde iba Hermione.
—Es la mejor escoba que existe.—aseguró Blaise.
—Así que debe ser carísima...
—Probablemente cuesta más que todas nuestras escobas juntas.—dijo Theo.— En realidad, debe costar al menos una pequeña parte de la fortuna de los Malfoy y con eso digo mucho.
—Bueno, ¿Quién enviaría a Lily algo tan caro sin siquiera decir quien es?
—No vayas a usarla, Lily.—advirtió Draco, levantándose.
—No entiendo—dijo Blaise con una mueca.
—Creen que la escoba me la ha enviado Sirius Black, ¿cierto?—dijo Lily mirando la escoba.
—Sí.—asintió Hermione.
—Entonces lo mejor es enviarla con Snape a que la revise, no quiero morir por montarla.—dijo Lily con un suspiro.
Para cuando las vacaciones terminaron, Lily aún no sabía si le regresarían su escoba, aunque no estaba realmente preocupada, pues tenía la que le obsequio Draco, o bueno, más precisamente fue su padre al equipo.
Marcus había hablado con ella, cuestionándole su problema sobre los dementores, a lo que esta le aseguró que no debía preocuparse. Estaría lista para el siguiente partido.
A las ocho de la tarde del jueves, Lily fue hacia el despacho de Snape para su primera clase del encantamiento patronus. Cuando llegó, este ya la esperaba junto a una gran caja de embalar que estaba encima de la mesa.
—¿Otro boggart?—pregunto Lily.
—Dijiste que tu mayor temor eran los dementores, por lo que un boggart será lo más cercano y menos riesgoso que tendremos para practicar como repelerlos.—explicó Snape y ella asintió.
—Debes saber, Lily, que el hechizo que te enseñare es magia muy avanza. En realidad, es muy por encima del Nivel Corriente de Embrujo, aunque claro, —sonrió con orgullo.— no tengo ninguna duda de que serás capaz de conseguirlo.
»El patronus es una especie de fuerza positiva, conjura un guardián mágico que es una proyección de las mismas cosas de las que el dementor se alimenta: esperanza, alegría, deseo de vivir...y no puede sentir desesperación como los seres humanos, de forma que los dementores no lo pueden herir.
—¿Cómo se ve un patronus?—pregunto curiosa.
—Varia según el mago.— respondió.— Ahora, para invocarlo debes concentrarte con todas tus fuerzas en un solo recuerdo de mucha alegría. El encantamiento es: Expecto Patronum.
Lily pensó inmediatamente en un recuerdo feliz, cosa que si fue un poco difícil ya que si bien, ignorando la perdida de sus padres, su vida no había sido horrible, si era un poco complicado pensar en algo que la hiciera demasiado feliz. El recuerdo de ella montando por primera vez en su escoba, llegó.
Practico tres veces el encantamiento frente a Snape, hasta que una especie de gas plateado salió de la punta de su varita, momento en que se decidió a probar con el boggart.
No funciono muy bien.
No consiguió repeler al dementor y la voz de su madre sonó aún más fuerte. Snape la hizo sentarse en una silla ante su frío sudor y el temblor en sus piernas.
El entrenamiento duro hasta las diez, donde Snape la hizo cambiar de recuerdo a mitad del entrenamiento, insistiéndole en escoger un recuerdo más poderoso. No consiguió mucho avance, solo que el gas plateado que expulsaba su varita, aumentara.
Eso y escuchar ahora la voz de su padre gracias al dementor.
—¡Lily, toma a la bebé y vete! ¡Es él! ¡Vete! ¡Corre! Yo lo detendré.
Durante las vacaciones al final de su primer año, cuando gracias a Theo se había enterado un poco más de su pasado, se había mostrado furiosa al saber que sus padres habían decidido luchar en una guerra que huir en una de las tantas propiedades Potter (que cabe destacar tienen protecciones muy poderosas) para proteger a su hija.
Para Lily, todo eso había dejado un mal sabor de boca, sabía que sus padres la amaban pero no quería seguir llorando por ellos, por lo que al terminar su primera sesión con Snape, mientras caminaba de regreso a la sala común, se dijo a sí misma:
—Están muertos. Están muertos y volver a oír el eco de sus voces no los traerá de vuelta a la vida. Será mejor que me controle si quiero la copa de quidditch.
Ravenclaw jugó contra Gryfreplaceor una semana después del comienzo del trimestre. Gryfreplaceor ganó, aunque por muy poco. Según Marcus, eran buenas noticias para Slytherin: que se colocaría en segundo puesto si ganaba también a Ravenclaw. Por lo tanto, aumentó los entrenamientos a cinco por semana. Lo que también significaba que, junto con las clases del encantamiento patronus con Snape, que resultaban más agotadoras que seis sesiones de entrenamiento de quidditch, a Lily le quedaba tan solo una noche a la semana para hacer todos los deberes. Era una maravilla que Hermione siempre hiciera sus horarios personalizados para poder organizarse lo mejor posible y que Theo siempre la ayudará haciéndole tareas simples como lo era la de Adivinación.
Aún así, Lily no estaba tan agobiada como Hermione, a la que le afectaba la inmensa cantidad de trabajo. Cada tarde, sin excepción, Theo y Lily iban con Hermione a la biblioteca, donde la Gryfreplaceor llenaba ella sola una mesa pensada para ocho personas con muchos libros, tablas de Aritmancia, diccionarios de runas, dibujos de muggles levantando objetos pesados y carpetas amontonadas con apuntes extensísimos. Apenas hablaba con ellos y respondía de malos modos a cualquiera que osara interrumpirla. Bueno, cualquiera que no fueran Theo o Lily.
Enero dio paso a febrero sin que se llegase a notar, persistiendo en el mismo frío glaciar. El partido contra Ravenclaw estaba cada vez más próximo, y aunque sus compañeros de casa insistían en que Lily solicitara a Snape que le devolviera la saeta de fuego, ella no lo hizo. No le importaba si se la regresaban o no, estaba bien con la Nimbus 2.001
Para atosigar aún más el cerebro de Lily, sus clases del encantamiento patronus con Snape no iban tan bien para Lily como esperaba, ni mucho menos. Después de varias sesiones, era capaz de crear una sombra poco precisa cada vez que el dementor se le acercaba, pero su patronus era demasiado débil para ahuyentar al dementor, aunque, en opinión a Snape, eso es mucho progreso para alguien de su edad y en tan poco tiempo.
Lo único que hacía era mantenerse en el aire como una nube semitransparente, vaciando de energía a Lily mientras esta se esforzaba por mantenerlo. Lily estaba realmente enfadada consigo misma, pues ella siempre había logrado todo con gran facilidad, su habilidad en la magia era prodigiosa, sin embargo, se sentía muy culpable pues sabía que secretamente cada vez que se enfrentaba a los dementores, estaba deseosa de volver a escuchar la voz de sus padres.
—¿Qué hay debajo de la capucha de un dementor?—pregunto Lily, en una de sus sesiones, de pronto.
—Mmm..., bueno, los únicos que lo saben no pueden decirnos nada. El dementor solo se baja la capucha para utilizar su última arma.
—¿Cuál es?
—Lo llaman «Beso del dementor»—dijo Snape con sorna y una sonrisa torcida.— Es lo que hacen los dementores a aquellos a los que quieren destruir completamente. Supongo que tendrán algo parecido a una boca, porque pegan las mandíbulas a la boca de la víctima y le sorben el alma.
—¿Entonces mueren?—pregunto Lily.
—No.—dijo Snape.— Mucho peor que eso. Se puede vivir sin alma, mientras siga funcionando el cerebro y el corazón. Pero no se puede tener conciencia de uno mismo, ni memoria, ni nada. No hay ninguna posibilidad de recuperarse. Uno se limita a existir. Como una concha vacía. Sin alma, perdido para siempre.
—Eso suena casi poético.—admitió Lily.
—Es el destino que le espera a Sirius Black.—informó Snape.— Lo decía El Profeta esta mañana. El Ministerio ha dado permiso a los dementores para besarlo cuando lo encuentren.
—Bueno, no es como que no se lo mereciera.—dijo Lily con indiferencia y Snape asintió, de acuerdo.
Por otra parte, Hermione estaba teniendo problemas en su sala común, más precisamente con Ron Weasley, quien estaba enfurecido con ella porque su gato, Crookshanks, se había comido a su rata, Scabbers. El chico insistía en que ella nunca se preocupo por vigilarlo y le irritaba que sostuviera la inocencia de su gato. Ella, en tanto, decía que Weasley no tenía ninguna prueba y que el chico solo odiaba a su gato.
Dos semanas antes del siguiente partido de Quidditch, Snape le entregó la escoba, asegurándole que no tenía nada malo. Durante el último entrenamiento de Slytherin, el día antes del partido, Marcus se acercó a Lily.
—Lily, acabo de enterarme de quien será el buscador de Ravenclaw. Es Cho Chang. Una alumna de cuarto, bastante buena. Esperaba que no estuviera en forma porque ha tenido algunas lesiones, pero, por otra parte, monta una Cometa 260, que al lado de tu preciosa Saeta de Fuego parece un juguete. —dijo mirando la escoba con ferviente admiración.— ¡Bueno, vamos!
Por primera vez, Lily montó en la Saeta de Fuego y se elevó del suelo. Era grandioso. Giraba al más ligero roce. Parecía obedecer más a sus pensamientos que a sus manos. Corrió por el terreno de juego a tal velocidad que el estadio se convirtió en una mancha verde y gris. A continuación descendió en picado con perfecto control y rozó el césped con los pies antes de volver a elevarse veinte metros.
—¡Lily, suelto la snitch!—grito Marcus.
Lily se volvió y voló junto a una bludger hacia la portería. La adelantó con facilidad, vio la snitch que salía disparada por detrás de Marcus y al cabo de diez segundos la tenía en la mano. El equipo la vitoreó entusiasmado. Lily soltó la snitch, le dio un minuto de ventaja y se lanzó tras ella esquivando al resto del equipo. La localizó cerca de una rodilla de Blaise, dio un rodeo y volvió a atraparla.
Fue la mejor sesión de entrenamiento que nunca habían tenido. El equipo, animado por la presencia de la Saeta de Fuego, realizó los mejores movimientos de forma impecable y, cuando descendieron, Marcus no tenía una sola crítica que hacer.
—No sé que problema podríamos tener mañana.—dijo Marcus.— Tan solo...Lily, has resuelto tu problema con los dementores, ¿verdad?
—Seguro.—mintió descaradamente, recordando su débil patronus.
—Los dementores no volverán a aparecer; Marcus. Dumbledore se irritaría.—dijo Draco con seguridad.
—Esperemos que no.—dijo Marcus.— En cualquier caso, todo el mundo ha hecho un buen trabajo. Ahora volvamos a la torre. Hay que acostarse temprano.
Lily asintió.
Mañana sería un gran día.
En más de un sentido.
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