Potter Girl [Draco Malfoy] -
Capítulo 44
Una semana más tarde, llegó el día de la llegada de los extranjeros. Cuando sonó la campana todos fueron a sus salas comunes a dejar sus mochilas y libros, se pusieron las capas y volvieron al vestíbulo. Los jefes de las casas colocaban a sus alumnos en filas. Bajaron fila por la escalinata de la entrada y se alinearon delante del castillo. Era una noche fría y clara.
Unos minutos después, una gigantesca forma negra pasó por encima de las copas de los árboles del bosque prohibido casi rozándolas, se trataba de un carruaje colosal, color azul pálido del tamaño de una casa grande, que volaba hacia ellos tirado por una docena de caballos alados de color tostado pero con la crin y la cola blancas, cada uno del tamaño de un elefante. Descendió precipitadamente y aterrizó a tremenda velocidad.
Un segundo más tarde, el carruaje se posó en tierra y un muchacho vestido con túnica de color azul pálido salto del carruaje al suelo, hizo una inclinación, buscó con las manos algo en el suelo del carruaje y desplegó una escalerilla dorada. Entonces, Lily vio un zapato negro brillante con tacón alto, del mismo tamaño que un trineo infantil.
Era la mujer más alta que ningún estudiante hubiera visto. Lily solo podía compararla con Hagrid y aún así ella le parecía más grande. Dumbledore comenzó a aplaudir y todos le imitaron. Sonriendo graciosamente, ella avanzó hacia Dumbledore y extendió una mano reluciente y, aunque Dumbledore era alto, apenas tuvo que inclinarse para besársela.
—Mi querida Madame Maxime, bienvenida a Hogwarts.
—Dumbledog, espego que esté bien.
—En excelente forma, gracias.
—Mis alumnos,—dijo Madame Maxime, señalando tras ella.— ¿Ha llegado ya Kagkagov?
—Se presentará de un momento a otro, ¿Prefieren esperar aquí para saludarlo o pasar a calentarse un poco?
—Lo segundo, me paguece. Pego los caballos...
—Nuestro profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas se encargará de ellos encantado, en cuanto vuelva de solucionar una pequeña dificultad que le ha surgido con alguna de sus otras...obligaciones.
—Mis cogceles guequieguen...eh...una mano podegosa.
—Le aseguro que Hagrid podrá hacerlo.
—Muy bien. Y pog favog, dígale a ese pgofesog Haggid que estos caballos solamente beben whisky de malta pugo.
—Descuide.
—Allons-y! —dijo imperiosamente Madame Maxime a sus estudiantes y los alumnos de Hogwarts se apartaron para dejarlos pasar y subir la escalinata de piedra.
—¿No oyes algo?—pregunto Theo, repentinamente, minutos después de que se fueran los de Beauxbatons.
—El lago.—dijo Draco señalando con la cabeza.
Algo se agitaba bajo el centro del lago. Aparecieron grandes burbujas y luego se formaron unas olas. Por último, surgió en medio del lago un remolino y de este comenzó a salir muy despacio un mástil.
El barco fue surgiendo del agua. Finalmente, con un sonoro chapoteo, el barco emergió en su totalidad y comenzó a surcar el lago hacia tierra. Un momento después oyeron la caída de un ancla y arrojada al bajío y el sordo ruido de una tabla tendida hasta la orilla. Vieron siluetas que desembarcaban, todos ellos, en la opinión de Lily, tenían la gran constitución de Crabbe y Goyle, aunque estos lucían más fornidos.
—¡Dumbledore! ¿Cómo estas, mi viejo compañero, como estas?
—¡Estupendamente, gracias, profesor Karkarov!
Karkarov era tan alto y delgado como Dumbledore, pero llevaba corto el blanco cabello. Tenía los dientes bastante amarillos y Lily observó que la sonrisa no incluía los ojos, que mantenían su expresión de astucia y frialdad.
—El viejo Hogwarts. Es estupendo estar aquí, es estupendo...Viktor, ve para allá, al calor...¿No te importa, Dumbledore? Es que Viktor tiene un leve resfriado...
Karkarov indicó por señas a uno de sus estudiantes que se adelantara. Cuando el muchacho pasó, Lily lo reconoció de inmediato, y a juzgar por como Blaise y Theo se sostenían de ella como mujer en serenata, ellos también.
Era Viktor Krum.
Emprendieron camino de regreso al Castillo. Lily y Draco se colocaron en la mesa de Slytherin en sus respectivos lugares, demostrando su alta posición y a diferencia de las otras casas que parloteaban entusiasmadas, los Slytherin se mantuvieron tan serenos y elegantes como siempre.
Los alumnos de Beaxbatons se habían puesto en la mesa de Ravenclaw y observaban el Gran Comedor con expresión crítica. Por otro lado, los de Durmstrang estaban amontonados junto a la mesa de Gryfreplaceor sin saber dónde sentarse. Finalmente, estos se encaminaron hacia la mesa de Slytherin.
—¿Podemos sentarnos aquí?—pregunto uno de ellos, en perfecto ingles, a uno de séptimo. Este se giro hacia Draco y Lily, ambos asintieron con tranquilidad.
—Por supuesto.—respondió el chico, pero a ninguno de Durmstrang le paso desapercibida la jerarquía de esa mesa.
Los alumnos de Durmstrang se sentaron y quitaron sus pesadas pieles y miraban con expresión de interés el negro techo lleno de estrellas. Tomaban los platos y copas de oro, impresionados. Frente a Lily y Theo se sentaron en especial dos muchachos, el que había hablado y Viktor Krum.
Antes de que pudieran decir nada, Dumbledore junto a los otros dos directores entraron al salón y se colocaron en la mesa de profesores. Los alumnos de Beauxbatons se levantaron al ver a su directora y no se sentaron hasta que esta lo hizo.
—Buenas noches, damas, caballeros, fantasmas y, muy especialmente, buenas noches a nuestros huéspedes.—dijo Dumbledore.— Es para mi un placer darles la bienvenida a Hogwarts. Deseo que su estancia aquí les resulte al mismo tiempo confortable y placentera, y confío en que así sea. El Torneo quedará oficialmente abierto al final del banquete, ¡Ahora los invito a todos a comer, a beber y a disfrutar como si estuvieran en su casa!
Como de costumbre, las fuentes se llenaron de comida. Había una enorme variedad de platos que Lily nunca hubiera visto, incluidos algunos que eran evidentemente extranjeros. En la mesa de profesores también estaban Ludo Bangman y el señor Crouch, pero eso no le interesó a nadie, pues todos querían hablar con los extranjeros.
—Bienvenidos a Hogwarts.—dijo Draco con su usual frialdad, pero sin ser grosero.
—Gracias por compartir sus alimentos con nosotros.—dijo el mismo que había hablado antes.— Mi nombre es Antón Ivanov, un placer.
—Draco Malfoy.
—¿Y tu erres?—habló Krum, dirigiéndose a Lily, quien lo miro serena mientras bebía de su copa. Draco frunció el ceño.
—Lily. Lily Potter.—respondió y todos los de Dursmtrang la miraron asombrados.— ¿y tu?
—¿Realmente no sabes quien soy?—pregunto genuinamente sorprendido, sin querer ser narcisista.
—Lo sé, pero eso no quita que debas presentarte.—dijo Lily con suavidad y este sonrió y le extendió su mano.
—Viktor Krum.
—Un placer.—dijo Lily extendiendo su mano y este besó el dorso de esta.
—El placer es mío.—sonrió amablemente y miro a Draco, quien aunque seguía con expresión impasible, sus ojos desprendían furia.—¿Son pareja?
—Es un cortejo formal.—respondió Draco con cierta posesividad y Viktor asintió, tranquilo.
La cena siguió su curso con tranquilidad y cuando todos hubieron acabado, Dumbledore se levantó, sonriendo.
—Ha llegado el momento. El Torneo de los tres magos va a dar comienzo. Me gustaría pronunciar unas palabras para explicar algunas cosas antes de que traigan el cofre, solo para aclarar en que consiste el procedimiento que vamos a seguir. Pero antes, para aquellos que no los conozcan, permítanme presentarles al señor Bartemius Crouch, director del Departamento de Cooperación Mágica Internacional y al señor Ludo Bagman, director del Departamento de Deportes y Juegos Mágicos.
Los alumnos aplaudieron mucho más a Bagman que a Crouch, quizá por su fama como golpeador de quidditch o solo porque parecía más simpático.
—Los señores Bagman y Crouch han trabajado sin descanso durante los últimos meses en los preparativos del torneo, y estarán conmigo, con el profesor Karkarov y Madame Maxime en el tribunal que juzgará los esfuerzos de los campeones. Señor Filch, si tiene usted la bondad de traer el cofre...
Filch se acercó a Dumbledore con una gran caja de madera con joyas incrustadas. Parecía extraordinariamente vieja. La colocó en la mesa.
—Los señores Crouch y Bagman han examinado ya las instrucciones para las pruebas que los campeones tendrán que afrontar y han dispuesto todos los preparativos necesarios para ellas. Habrá tres pruebas, espaciadas en el curso escolar, que medirán a los campeones en muchos aspectos diferentes: sus habilidades mágicas, su osadía, sus dotes de deducción y, por supuesto, su capacidad para sortear el peligro. Como todos saben, en el Torneo compiten tres campeones, uno por cada colegio participante. Se puntuará la perfección con que lleven a cabo cada una de las pruebas y el campeón que después de la tercera tarea haya obtenido la puntuación más alta, se alzará con la Copa. Los campeones serán elegidos por un juez imparcial: el cáliz de fuego.
Dumbledore sacó el cáliz del cofre, lo cerro y con cuidado colocó el cáliz sobre la tapa.
—Todo el que quiera proponerse para campeón tiene que escribir su nombre y el de su colegio en un trozo de pergamino con letra bien clara y echarlo al cáliz. Los aspirantes a campeones disponen de veinticuatro horas para hacerlo. Mañana, festividad de Halloween, por la noche, el cáliz nos devolverá los nombres de los tres campeones a los que haya considerado más dignos de representar a su colegio. Esta misma noche el cáliz se quedará expuesto en el vestíbulo, accesible a todos aquellos que quieran competir.
»Para asegurarme de que ningún estudiante menor de edad sucumbe a la tentación, trazaré una raya de edad alrededor del cáliz de fuego una vez que los hayamos colocado en el vestíbulo. No podrá cruzar la línea nadie que no haya cumplido los diecisiete años.
»Por último, quiero recalcar que todos los que estén pensando en competir que hay que meditar muy bien antes de entrar en el Torneo. Cuando el cáliz de fuego haya seleccionado a un campeón, el o ella estarán obligados a continuar en el Torneo hasta el final. Al echar su nombre en el cáliz de fuego están firmando un contrato mágico de tipo vinculante. Una vez convertido en campeón, nadie puede arrepentirse. Así que deben estar muy seguros antes de ofrecer su candidatura. Y ahora me parece que ya es hora de ir a la cama. Buenas noches a todos.
Todos se levantaron para irse. Karkarov se acercó a la mesa de Slytherin y metió prisa a sus alumnos.
—Al barco, vamos. ¿Cómo te encuentras, Viktor? ¿Has comido bastante? ¿Quieres que pida que te preparen ponche en las cocinas?
—Profesor, a mi sí me gustaría tomar un ponche.
—No te lo he ofrecido a ti, Poliakov.—contesto bruscamente.— Ya veo que has vuelto a mancharte de comida la pechera de la túnica, niño indeseable...
Karkarov se volvió y marchó hacia la puerta por delante de sus alumnos. Llegó a ella al mismo tiempo que Lily, Draco, Theo, Blaise y Daphne. Lily se detuvo a cederle el paso.
—Gracias.—dijo despreocupadamente, echándole una mirada.
De repente, Karkarov se quedó helado. Miró a Lily fijamente y sus ojos ascendieron por su cara hasta llegar a su cicatriz.
—Sí, es Lily Potter.—dijo detrás de ellos una voz gruñona.
Karkarov se dio la vuelta. Moody estaba allí, apoyando todo su peso en el bastón y observando con su ojo mágico, sin parpadear, al director de Durmstrang. Ante los ojos de Lily, Karkarov palideció y le dirigió a Moody una mirada terrible, mezclada de furia y miedo.
—¡Tu!— exclamó, mirando a Moody como si no diera crédito a sus ojos.
—Sí, yo.— contestó Moody muy serio.— Y a no ser que tengas algo que decirle a Potter, Karkarov, deberías salir. Estás obstruyendo el paso.
Era cierto. La mitad de los alumnos que había en el Gran Comedor aguardaban tras ellos, y se ponían de puntillas para ver que era lo que sucedía. Sin decir nada, Karkarov salió con sus alumnos. Moody clavó sus ojos en su espalda y con un gesto de intenso desagrado, lo siguió con la vista hasta que se alejó. Lily y sus amigos salieron después.
—¿Puedo tener un solo año tranquilo sin tener que llamar la atención?—pregunto Lily exasperada.
—Eso no pasara nunca, reina.—se burló Theo y todos rieron.
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