Una semana antes, Lily habría pensado que conseguir una pareja de baile era mucho más sencillo que enfrentarse a un colacuerno húngaro. Pero habiendo ya pasado esto último y teniendo que afrontar la perspectiva de ser constantemente invitada al baile con un chico, le parecía que era preferible volver a pasar por lo del colacuerno.

Para su suerte, Draco la invito el mismo día que dieron la información. La había esperado en la sala común cuando nadie estaba. Sentado, junto a una gran caja blanca con un moño esmeralda, la veía con una sonrisa de lado. Se paro frente a ella y, tomando su mano derecha, besó el dorso de esta e hizo una reverencia que sacó una sonrisa tonta en Lily.

—Mi querida reina, mi Lily-flor, ¿me harías el honor de ser tu pareja el en baile de Navidad?—pregunto volviendo a pararse recto, viéndola con un brillo en los ojos.

—Pensé que como estábamos en un cortejo ya estaba establecido que iríamos juntos.—dijo Lily sonrojada mientras este envolvía sus manos en su cintura y la pegaba a el.

—Eso no quiere decir que no deba preguntarte.—replicó Draco.— ¿Y entonces? ¿Vendrías conmigo?

—Por supuesto.—sonrió emocionada.

Resulto que la caja era el vestido de Lily, el cual había sido mandado a confeccionar a París por ordenes de Draco y le aseguro que le encantaría, por lo que le hizo prometer no verlo hasta el día del baile. Todos los alumnos de cuarto en adelante se apuntaron para pasar las Navidades en Hogwarts, parecían obsesionado por el baile, sobre todo las chicas.

A pesar de que Lily iría con Draco, no era algo que ambos hubieran hecho público, pues disfrutaban la privacidad, por lo que cada que un chico le pedía a Lily ir al baile, esta simplemente respondía con un: “no, gracias”. Draco tenía el mismo problema, pues también era muy atractivo y las chicas le llovían, pero a diferencia de Lily, el era más seco y despectivo, respondiendo con un: “No me interesas”.

Cada día de la última semana del trimestre fue más bullicioso que el anterior. Theodore no tenía pareja, pues realmente solo quería ir a divertirse; Daphne iría con uno de Durmstrang; Pansy iría sola porque tenía una “amante secreto” que se encelaría mucho si iba con otro; Crabbe y Goyle irían con dos lindas Hufflepuff; Cassius iba con una Ravenclaw de su año y; Blaise iría con una guapa chica de Beauxbatons que no tenía nada que envidiar a Fleur. Hermione, por otra parte, iría con Viktor Krum, a quien Lily dio su bendición de llevar a su amiga siempre y cuando la respetara.

Algunos profesores desistieron de intentar enseñarles gran cosa al ver que sus mentes estaban tan claramente situadas en otro lugar. Otros, como Binns, McGonagall, Moody o Snape, no fueron tan generosos y los hicieron trabajar hasta el último segundo de clase. Snape incluso informó que dedicaría la última clase del trimestre a un examen sobre antídotos.

Cuando estuvo lista la decoración del castillo, Lily pensó que era sorprendente. Las barandillas de la escalinata le habían puesto carámbanos perennes; los doce arboles de Navidad del Gran Comedor estaban adornados con todo lo imaginable, desde luminosas bayas de acebo hasta búhos auténticos, dorados, que ululaban; y habían embrujado las armaduras para que entonaran villancicos cada que vez que alguien pasaba por su lado.

Para cuando llego el jueves de la última semana, para Lily no fue difícil concentrarse en el examen de antídotos, recibiendo finalmente un 10 de Snape. Cuando sonó la campana, camino con Daphne y Pansy hacia el Gran Comedor.

De pronto, mientras iban riendo sobre una buena imitación de Blaise que hacía Pansy, Ron Weasley se paro abruptamente frente a ambas, luciendo bastante nervioso.

—Weasley,— Lily enarcó una ceja— ¿Qué se te ofre...?

—¡Eres hermosa! ¡Ven al baile conmigo!—grito rápidamente y las tres lo miraron sorprendidas.

—No.—dijeron Daphne y Pansy de inmediato, a pesar de la impresión.

Entonces, ambas rompieron en sonoras carcajadas. Weasley enrojeció furiosamente, luciendo aterrado y se fue a paso rápido de ahí antes de que Lily pudiera reaccionar. Cuando volvieron a la sala común, Pansy se encargó de relatar lo sucedido, causando que toda la sala común, excepto Draco, se carcajeara.

—¿Te tocó?—cuestionó Draco frunciendo el ceño y Lily negó.

—No, en realidad todo fue bastante rápido.—admitió sentándose a su lado.

—Que Hermione no se entere o le dolerá.—advirtió Theo y Blaise hizo una mueca.

—Ese imbécil lucía atemorizado, —dijo Pansy— seguro y toda su sala común ya lo sabe.

Lily y Theo hicieron una mueca de preocupación, al día siguiente Hermione les contó como Weasley llegó pálido como un muerto a la sala común por lo sucedido. No parecía muy afectada, pero como ninguno de los dos Slytherin le había dicho sobre su obvio enamoramiento sobre el pelirrojo, prefirieron seguir así.

Les pusieron un sinfín deberes para Navidad que todos los Slytherin hicieron la primera semana de vacaciones ayudándose entre sí. Por primera vez, la sala común estaba tan llena como en los otros meses y en aquel momento nevaba copiosamente en el castillo y sus alrededores.

El día de Navidad, Lily tuvo un despertar muy sobresaltada. Levantó los párpados preguntándose que era lo que la había despertado, y vio unos ojos muy grandes, redondos y verdes que la miraban desde la oscuridad, tan cerca que casi tocaban los suyos.

—¡Dobby!—grito Lily, apartándose tan aprisa del elfo que casi se cae del sofá, pues anoche se había quedado a dormir ahí junto a Draco.— ¡No hagas eso!

—¡Dobby lo lamenta, señorita!—chilló nervioso y Draco gruño, incorporándose.—¡Dobby solo quería desearle a Lily Potter feliz Navidad y traerle un regalo, señorita! ¡Lily Potter le dio permiso a Dobby para verla de vez en cuando, señorita!

—Sí, esta bien. Pero la próxima vez sacúdeme el hombro o algo así.

—Buenos días a usted también, amo Draco.—dijo Dobby mirándolo con una sonrisa tímida y Draco asintió.

—Buen día, Dobby. Es bueno ver que te va bien.—dijo Draco.

—¡Gracias, señor!—sonrió y los miro a ambos.—¿ Puede Dobby darle el regalo a Lily Potter?

—Claro que sí, yo también te prepare algo.

Lily se levantó y camino hacia el pequeño árbol de la sala común que estaba lleno de regalos y tomó un paquete envuelto en papel brillante y se lo entrego. Este lo abrió con delicadeza y sonrió emocionado.

—¡Calcetines de colores! ¡Lo que más le gusta a Dobby, señorita! ¡Son sus prendas favoritas!

—Draco también te preparo algo.—dijo Lily y codeó a Draco, quien se recargo en el sofá mirando todo con su típica indiferencia.

—Es el paquete azul de la esquina, Dobby.—dijo Draco y este corrió a abrirlo. Era un jersey violeta tejido.

—¡El señor es muy gentil!—chilló con ojos empañados en lágrimas e hizo una reverencia a ambos.— Dobby sabía que el amo Draco era muy bueno, siempre lo supo. Un espíritu tan fuerte y a la vez tan generoso, tan noble...—se entristeció.— Si solo Dobby pudiera volver a cuidarlo como antes...

—Tranquilo, Dobby.—dijo Draco.— algún día volverás a servir a la familia Malfoy. Cuando yo ascienda. Lo prometo.

Dobby se mostró emocionado y Lily sonrió. El elfo le regaló a Lily un paquete de calcetines que el mismo hizo, comprando la lana con su salario. Era uno rojo brillante con escobas y otro verde con snitchs. El elfo, entre lagrimas, se despidió, pues debía preparar la cena de Navidad junto a los demás elfos.

En cuanto Dobby se fue, Lily y Draco empezaron a abrir sus regalos. Hermione le había regalado un libro titulado Equipos de quidditch de Gran Bretaña e Irlanda; Theo un libro avanzado de Pociones Riesgosas; Blaise una foto suya enmarcada y una bolsita con cincuenta galeones y un cupón para Honeydukes; Sirius le envió una práctica navaja con accesorios para abrir cualquier cerradura y deshacer todo tipo de nudos; Hagrid, una caja bien grande de las chucherías favoritas de Lily; Daphne un caro perfume de una marca francesa; Pansy un kit de cremas de lujo y Cassius un cuadernos de cuero con su nombre grabado en oro.

Si bien, Draco intentó regalarle algo, Lily le había prohibido hacerlo. En cuanto se enteró por culpa de Pansy que su vestido aún desconocido había costado cerca de 25,000 galeones, se rehusó a dejar que el le comprara algo mas. En cambio, ella le regaló una bufanda negra que ella misma había tejido.

—Preciosa.—dijo Draco, poniéndose la bufanda y dándole un corto beso en los labios.

Un rato más tarde, todos bajaron a desayunar juntos y pasaron casi toda la mañana en la sala común, disfrutando sus regalos. Bajaron a comer el almuerzo y por la tarde salieron del castillo a jugar bolas de nieve. A las cinco, Lily, Daphne y Pansy anunciaron que volvían al castillo para prepararse, por lo que las acompañaron.

Slytherin siempre fue una casa unida, pero definitivamente las chicas no habían estado tan unidas como ese día. El centro de atención era Lily, a quien Pansy, después de obligarla a tomar una larga ducha de rosas, tenía la peligrosa tarea de aplacar la legendaria e indomable cabellera Potter.

—No creo que funcione, Pansy.—dijo Lily con una sonrisa nerviosa, viendo a la chica sacar una gran caja de pociones.—Puedo ir con mi cabello como siempre, no te molestes.

—Escúchame bien, —dijo Pansy con una brillante mirada determinada.— Voy a hacer que tu cabello hoy sea manejable, como que me llamo Pansy Parkinson.

Dicho y hecho, después de una larga hora, diecisiete pociones alisadoras, tres cepillos rotos y un calmante para Pansy, el cabello de Lily estuvo completamente suave y manejable, cayendo con bonitas ondas, demostrando que si no tuviera la herencia Potter, tendría el cabello ondulado.

Después del arduo trabajo de Pansy, Daphne fue la encargada de maquillar a Lily. Era bastante sencillo, polvo, rubor, rímel a sus ya largas pestañas, el labial rojo que Draco le regalo el año pasado y una bonita y discreta sombra azul cielo que hacía resaltar sus ojos verdes.

En cuanto el peinado y maquillaje estuvo listo, todas sus compañeras de cuarto esperaron deseosas a que Lily abriera la caja con su vestido. Esta se acercó, deshizo el moño y alzó la tapa de la caja. La sorpresa no pudo evitar reflejarse en su rostro.

Lily estaba preparada para un vestido negro o esmeralda, quizás atrevido o muy escotado, llamativo pero impactante...pero no.

Debió haberlo sabido. Draco siempre había respetado sus etapas conforme a su edad ya que para ella era importante.

Con ayuda de las chicas se colocó lo tacones que también venían en la caja y después se enfundo en aquel precioso vestido que parecía ser hecho a su medida, pues se enfundaba como un guante a su cuerpo.

Era largo, tanto que incluso cubría parcialmente sus tacones, de tirantes delgados, ceñido a su cuerpo y suelto a partir de la cadera. Color beige claro decorado con una ramificación café con hojas verde pálido con brotes blancos y rosados, teniendo alguna que otra pequeña ave azul claro entre las ramificaciones. Era algo escotado del pecho, pero nada demasiado marcado. Los tacones eran azul fuerte, con el tacón simulando una ramificación entrelazada.

Se colocó el anillo de los Potter que la marcaba como heredera, el cual le habían dado los duendes cuando visito Gringotts, era de oro blanco, una simple banda con muchos pequeños diamantes y el emblema de los Potter en medio. También se colocó los pendientes que Theo le regaló una navidad y al fin estuvo lista.

Se miro al espejo y sonrió con timidez ante la imagen que veía.

—Pareces una novia.—soltó Pansy con ternura y todas rieron.

Era verdad.

Parecía una pequeña novia.

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