Potter Girl [Draco Malfoy] -
Capítulo 57
Colagusano se acercó a Lily, que intentó sacudirse su aturdimiento y apoyar en los pies el peso del cuerpo antes de que le desataran las cuerdas. Colagusano levantó su nueva mano plateada, le sacó la bola de tela de la boca, y luego, de un solo golpe, cortó todas las ataduras que sujetaban a Lily a la lápida.
Durante una fracción de segundo, Lily podría haber pensado en huir, pero la pierna herida le temblaba, Cedric seguía atado, y los mortífagos cerraban filas, tapando los huecos de los que faltaban y formando un cerco más apretado en torno a Voldemort y ella. Colagusano le regresó la varita a Lily, para luego volver a ocupar su sitio en el círculo de mortífagos.
—¿Te han dado clases de duelo, Lily Potter?—pregunto Voldemort con voz melosa. Lily no mostró expresión alguna, pero recordó aquella única clase de duelo en su segundo año que no le había enseñado más que elexpelliarmus— Saludémonos con una inclinación, Lily. —dijo agachándose un poco, pero sin dejar de verla.— Vamos, hay que ser educados...A Dumbledore le gustaría que hicieras gala de tus buenos modales. Inclínate ante la muerte, Lily.
Los mortífagos volvieron a reírse y Voldemort sonrió. Lily no se inclinó. No le daría tal satisfacción.
—He dicho que te inclines.—repitió Voldemort, alzando la varita. Lily sintió que su columna vertebral se curvaba como empujada firmemente y los mortífagos rieron más que antes.—Muy bien.—la presión desapareció.— Ahora da la cara con valentía. Tiesa y orgullosa, como murió tu padre...Señores, empieza el duelo.
Antes de que Lily pudiera hacer nada, recibió nuevamente un cruciatus. El dolor fue tan intensó y devastador que olvido dónde estaba. Gritó más fuerte de lo que había gritado jamás. Luego todo cesó y se puso de pie con dificultad, temblando.
—Un pequeño descanso. Una breve pausa...Duele, ¿verdad, Lily? No querrás que lo repita, ¿a que no?
Lily no respondió. No estaba dispuesta a doblegarse. No iba a obedecer ni implorarle a Voldemort.
—Te he preguntado si quieres que lo repita. ¡Respóndeme! ¡Imperio!
Di «no, por piedad», Di, «no, por piedad»
—¡NO LO HARÉ!
Las palabras brotaron de la boca de Lily con rapidez. Retumbaron en el cementerio.
—¿No lo harás?—dijo Voldemort en voz baja y los mortífagos no rieron esta vez.— ¿No dirás «no, por piedad»? Lily, la obediencia es una virtud que me gustaría enseñarte antes de matarte...¿tal vez con otra pequeña dosis de dolor?
Voldemort levantó la varita, pero esta vez Lily estaba lista: con los reflejos adquiridos en quidditch, se echó al suelo a un lado. Rodó hasta quedar cubierta detrás de la lápida de mármol del padre de Voldemort y la oyó resquebrajarse al recibir la maldición.
—No vamos a jugar al escondite, Lily. No puedes esconderte de mí. ¿Es que estás cansado del duelo? ¿Preferirías que terminara ya, Lily? Sal, Lily...sal y da la cara. Será rápido...puede que ni siquiera sea doloroso, no lo sé...¡Como nunca me he muerto...!
Lily permaneció agachada tras la lápida, comprendiendo que había llegado a su fin. No había esperanza...nadie iba a ayudarla. Y al oír a Voldemort acercarse aún más, sólo supo una cosa que escapaba al miedo y a la razón:
Que no iba a morir agachada como una niña que jugaba al escondite, ni iba a morir arrodillada a los pies de Voldemort. Moriría de pie como su padre, intentando defenderse aunque no hubiera defensa posible.
Al parecer si había heredado algo de Gryfreplaceor de sus padres.
Antes de que Voldemort asomara la cabeza por el otro lado de la lápida. Lily se había levantado; agarraba firmemente la varita con una mano, la blandía ante él y se abalanzaba al encuentro de Voldemort para enfrentarse con él cara a cara. Voldemort estaba listo. Al tiempo que Lily gritaba «¡Expelliarmus!», Voldemort lanzó su «¡Avada Kedavra!».
De la varita de Voldemort brotó un chorro de luz verde en el preciso momento en que de la de Lily salía un rayo de luz roja, y ambos rayos se encontraban en medio del aire. Repentinamente, la varita de Lily empezó a vibrar como si la recorriera una descarga eléctrica. La mano se le había agarrotado, y no habría podido soltarla aunque hubiera querido.
Un estrecho rayo de luz de un dorado intenso y brillante, conectó las dos varitas, y Lily, mirando el rayo con asombro, vio que también los largos dedos de Voldemort aferraban una varita que no dejaba de vibrar. Y entonces, tanto ella como Voldemort estaban elevándose en el aire y sus varitas seguían conectadas por el hilo de luz dorada. Se alejaron de la lápida del padre de Voldemort y fueron a aterrizar en un claro de tierra sin tumbas.
De pronto, los mortífagos que pedían instrucciones a Voldemort a gritos y que estaban en círculo en torno a ellos, fueron atacados y varios cayeron al suelo. Lily solo pudo girar un poco el rostro y abrir los ojos sorprendida:
Ahí, liberando a Cedric y con el rostro lleno de determinación, estaba Daphne Greengrass apuntando a todos junto a Cedric.
El rayo dorado se escindió. Aunque las varitas seguían conectadas, mil ramificaciones se desprendieron trazando arcos por encima de ellos, y se entrelazaron a su alrededor hasta dejarlos encerrados en una red dorada en forma de campana, una especie de jaula de luz.
—¡No hagan nada a menos que yo lo mande! ¡Greengrasss! ¡Controla a tu hija, pero no maten a ninguno! ¡Quiero que ambos vean morir a la chica!—gritó Voldemort.
—¡Daphne! ¿Qué carajos haces aquí?—grito Lily sujetando su varita con ambas manos.
—¡No es por ser impertinente, mi reina! ¡Pero creo que tiene algo más urgente que atender que yo!—grito Daphne sin dejar de apuntar a los mortífagos.
—Daph, hija...por favor, detente.—rogó un hombre con seriedad.
—No debiste decirle a mi madre que nos contara sobre el regreso del señor Tenebroso.—dijo Daphne con frialdad.— Decidí mi bando hace mucho. Mi lugar esta con mi reina y la seguiré hasta el final.
Entonces, un sonido hermoso y sobrenatural llenó el aire...Procedía de cada uno de los hilos de la red finamente tejida en torno a Lily y Voldemort. Era un sonido que Lily pudo reconocer aunque solo lo había oído una vez: era el canto del fénix. Para Lily era un sonido de esperanza...lo más hermoso y acogedor que había oído en su vida. Sentía como si el canto estuviera dentro de ella en vez de rodearla.
No rompas la conexión.
«Lo sé, —dijo Lily a la música— ya sé que no debo».
Pero en cuanto lo hubo pensado, se convirtió en algo bastante más difícil de cumplir. Su varita empezó a vibrar más fuerte que antes...y el rayo que lo unía a Voldemort había cambiado también: era como si unos guijarros de luz se deslizaran de un lado a otro del rayo que unía las varitas. Lily notó que su varita se sacudía en el interior de su mano mientras los guijarros comenzaban a deslizarse hacia su lado lenta pero incesantemente.
La dirección del movimiento del rayo era de Voldemort hacia ella, y notaba que su varita vibraba con enorme fuerza...Cuando el más próximo de los guijarros de luz se acercó a la varita de Lily, la madera que tenía entre los dedos se puso tan caliente que a Lily le dio miedo que se prendiera.
Cuanto más se acercaba el guijarro, con más fuerza vibraba la varita de Lily. Tuvo la certeza de que, en cuanto tocara la varita, esta se desharía. Parecía a punto de hacerse astillas entre sus dedos...Concentró cada célula de su cerebro en obligar al guijarro a retroceder hacia Voldemort, con el canto del fénix en los oídos y los ojos furiosos, fijos.
Lentamente, muy lentamente, los guijarros se fueron deteniendo, y luego, con la misma lentitud, comenzaron a desplazarse en sentido opuesto...y entonces fue la varita de Voldemort la que empezó a vibrar con terrible fuerza. Voldemort parecía anonadado y casi temeroso.
Uno de los guijarros de luz temblaba a unos centímetros de distancia de la varita de Voldemort. Lily no sabía porque lo hacía, no sabía que podría sacar de aquello...pero se concentró en obligar a aquel guijarro de luz a ir hacia la varita de Voldemort, y muy despacio, el guijarro se movió a través del hilo dorado, tembló por un momento y luego hizo contacto.
De inmediato, la varita de Voldemort prorrumpió en estridentes alaridos de dolor. A continuación (los rojos ojos de Voldemort se abrieron de terror) una mano de humo denso surgió de la punta de la varita y se desvaneció: el espectro de la mano que le había dado a Colagusano. Más gritos de dolor, y luego empezó a brotar de la punta de la varita de Voldemort algo mucho más grande, algo gris que parecía hecho de un humo casi sólido.
Lily miró a Voldemort, que contemplaba atónito la escena, con los ojos abiertos como platos. Aquello lo había tomado tan de sorpresa como a Lily. Algo brotó de la punta de la varita: era un viejo al que Lily había visto en cierta ocasión en un sueño salía de la punta de la varita. Su espectro, o su sombra, cayó a su lado, apoyándose sobre su cayado, examinó con alguna sorpresa a Lily, a Voldemort, la red dorada y las varitas conectadas.
—Entonces, ¿era un mago de verdad?—dijo el viejo, fijándose en Voldemort.— Me mató, ese lo hizo...¡Pelea bien, muchacha!
Pero ya estaba surgiendo una nueva cabeza...y aquella, gris como una estatua de humo, era la de una mujer. Soportando las sacudidas con ambas manos para no soltar la varita, Lily la vio caer al suelo y levantarse, observando. La sombra de Bertha Jorkins contempló con los ojos muy abiertos la batalla que tenía lugar ante ella.
—¡No sueltes!—le grito.— ¡No sueltes, Lily, no sueltes!
Ella y el otro fantasma comenzaron a deambular por la parte interior de la campana dorada, mientras Daphne, Cedric y los mortífagos hacían algo parecido en la parte de fuera. Las víctimas de Voldemort cuchicheaban rodeando a los duelistas, le susurrabas a Lily palabras de ánimo y le decían a Voldemort cosas que Lily no alcanzaba a oír. Y entonces otra cabeza salió de la punta de la varita de Voldemort...
Lily supo quien era en cuanto la vio, lo comprendió como la hubiera esperado desde el momento en que el viejo de su sueño surgió de la varita, lo comprendió porque la mujer que salía era la persona en la que más había pensado aquella noche...
La sombra de humo de una mujer joven de pelo largo cayó al suelo tal como había hecho Bertha, se levantó y la miro...y Lily, con los brazos temblando furiosamente, devolvió la mirada al rostro fantasmal de su madre.
—Tu padre está en camino...—dijo ella en voz baja.— Quiere verte...Todo irá bien...¡ánimo!...
Y entonces empezó a salir: primero la cabeza, luego el cuerpo, alto y de pelo alborotado como Lily. La forma etérea de James Potter brotó del extremo de la varita de Voldemort, cayó al suelo y se puso de pie como su mujer. Se acercó a Lily, mirándola, y le habló con la misma voz lejana y resonante que los otros, pero en voz baja, para que Voldemort, cuya cara ahora estaba lívida de terror al verse rodeado por sus víctimas, no pudiera oírlo:
—Cuando la conexión se rompa, desapareceremos al cabo de unos momentos...pero te daremos tiempos...Tienes que alcanzar el trasladador que te llevará de vuelta a Hogwarts. ¿Has comprendido, Lily?
—Sí.—contestó jadeando.
—Prepárate.— susurró la voz de su padre.— Prepárate para correr...ahora...¡te amo!
Lily levantó la varita con todas sus fuerzas y el rayo dorado se partió. La jaula de luz se desvaneció y se apagó el canto del fénix, pero las víctimas de Voldemort no desaparecieron: lo cercaron para servirle a Lily de escucho.
—¡Corre, mi reina! ¡Corre!—grito Daphne.
—¡Corre Lily!—grito Cedric.
Lily corrió como nunca lo había hecho en su vida. Corrió en zigzag por entre las tumbas, notando tras ella las maldiciones que le arrojaban, siendo defendida por Daphne y Cedric: fue esquivando tumbas y maldiciones, dirigiéndose como una bala hacia sus amigos, olvidando por completo el dolor de la pierna, concentrada con todas sus fuerzas en lo que tenía que hacer.
—¡Atúrdanla!—oyó gritar a Voldemort.
Cedric tomó a Lily del brazo, ayudándola a caminar y juntos corrieron mientras Daphne lanzaba maleficios a sus enemigos.
—¡Impedimenta!—gritó Lily, apuntando con la varita por encima del hombro a los mortífagos que la perseguían. Por un grito amortiguado, considero que al menos a uno de ellos le había dado.
Saltaron sobre la Copa y se echaron al suelo al oír más maldiciones tras ellos. Nuevos chorros de luz le pasaron por encima de sus cabezas, tumbados, alargando la mano para tomar la copa.
—¡Ah!—grito Daphne cuando una fuerte maldición impacto en su pecho, comenzando a sangrar furiosamente.
—¡Daphne, no!—grito Lily, tomando a la chica y cubriéndola con su cuerpo.
—¡Apártense! ¡La matare! ¡Es mía!—chilló Voldemort.
—¡Accio!—grito Lily, apuntando a la Copa sin dejar de sujetar a Daphne y teniendo a Cedric sujetándola fuertemente del brazo.
La Copa voló por el aire hasta ella. Lily la tomó por un asa. Oyó el grito furioso de Voldemort en el mismo instante en que ella sentía la sacudida bajo el ombligo que significaba que el trasladador había funcionado: se alejaba de allí a toda velocidad en medio de un torbellino de viento y colores, Cedric iba a su lado y Daphne bajo ella. Regresaban...
Cayeron de bruces y el olor a césped les penetró por la nariz. Lily abrió rápidamente los ojos y Cedric a su lado se incorporó un poco. Lily tomó a Daphne por el rostro, quien le sonrió débilmente, completamente pálida y con mucha sangre derramada.
—¡Lily! ¡Lily!—Dumbledore llegó hasta ellos, agachándose.
—¿Qué ocurre? ¿Qué ha sucedido?—pregunto Cornelius Fudge llegando, pálido y consternado.— ¡Dios mío...señorita Greengrass!
—¡Ha retornado!—rompió Cedric en lagrimas en cuanto su padre, Amos Diggory, también hubo llegado a la escena.— ¡El Señor Tenebroso ha retornado! ¡Lily me salvó!
Lily los ignoró mientras con su varita intentaba ayudar a Daphne.
—Por favor...por favor...—rogaba Lily y miró a los adultos que los veían asustados.—¡Dejen de vernos y vayan por ayuda, maldita sea!
—No...no lo lograre...—dijo Daphne con voz entrecortada, deteniendo a todos. Sonrió con tristeza viendo a Lily seguir lanzando hechizos curativos sobre la herida.
—¡¿Porqué mierda no cierra?!—grito Lily, mientras furiosas lagrimas descendían por su rostro.
—Mi reina...—llamó Daphne y Lily la miró. Ella le sonrió con calidez.— Cuida de mi hermana y Pansy por mí...por favor...
—Podrás hacerlo tú...
—No.—negó Daphne interrumpiéndola.— Fue...un pla..cer...servirle...eres una gran...chica...Lily Potter...una gran...amiga...
Y con esas palabras, la luz desapareció de los ojos de la rubia. Lily soltó un fuerte grito de dolor mientras Cedric intentaba contenerla.
Daphne Greengrass había muerto.
—¡Dios mío!—habló Fudge nuevamente, horrorizado.— ¡Esta muerta, Dumbledore!
Lily pudo escuchar como aquellas palabras se reprodujeron y pronto hubo gritos repitiendo: «¡Daphne Greengrass está muerta!»
Entonces, como en una cámara lenta, Lily vio a Alastor Moody acercarse lo más rápido que podía. Su cerebro trabajo a mil por hora. Besó con suavidad la frente de Daphne y empujando bruscamente a Cedric, quien buscaba consolarla, se levantó ignorando el dolor en su pierna y apunto a Moody.
Lo siguiente que pasó, fue que Alastor Moody fue apresado por unas cuerdas y antes de que Fudge, Amos Diggory o Dumbledore pudieran detenerla, Lily pronunció otro hechizo, y entonces, pasó.
El cuerpo de Alastor Moody cambió al de Barty Crouch Jr.
La vista de Lily se nubló y, con el corazón roto por la perdida de su amiga, se desmayo.
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