Potter Girl [Draco Malfoy] -
Capítulo 59
Querida Lily:
Cuando te conocí, lo primero que pensé fue «¡Dios! ¡Que cabello tan alborotado tiene esa niña!». Tu cabello ha generado algunas de las más grandes pesadillas de Pansy y mías.
Eras una niña. Incluso cuando quedaste en Slytherin, (que de por sí ya era mucha sorpresa), realmente no vi nada extraordinario en ti. Cabello desordenado, siempre ignorando a todos mientras escuchabas música en tu aparato muggle y, pese a lo que se esperaba de la chica que venció al Señor Oscuro, tu no te preocupabas por nadie que no fueras tu misma o tus dos amigos: Theo y Hermione.
Aplicada en los estudios, lo suficiente como para resaltar entre la mayoría pero no para ser catalogada como la número uno, incluso cuando tu inteligencia da para eso y más; Discreta, siempre sigilosa y con la guardia alta excepto con tus dos amigos; Directa y fría, un tipo de valentía que se catalogaba más Slytherin que Gryfreplaceor; y sobre todo, muy leal a los tuyos.
Así eras y así sigues siendo. Con el tiempo te abriste un poco más a los miembros de nuestra casa, ya reías con nosotros y eso me hizo muy feliz.
Mis padres siempre me ordenaron que me mantuviera lejos de ti, especialmente después de aquella paliza que le diste a Pansy en las primeras semanas de clase (aquí entre nos, Pansy te admiro mucho después de eso), pero para mi era algo difícil alejarme como me lo pedían.
Conforme más pasaban los días, más me agradabas. Eras tan dulce, aunque nadie más que Draco parecía notarlo ya que tu expresión usual era de mera indiferencia. Nunca hice realmente nada para acercarme más a ti. No tenía porque, después de todo, tenía a Pansy y a mi pequeña Astoria. Tu eras tan reservada que solo estabas siempre con tus dos amigos y, de pronto, solo parecías un poco más accesible con Draco y Blaise.
Entonces, sucedió algo que nunca espere, pero que marco un antes y un después en mi vida.
Me elegiste tu dama de compañía.
Jamás habíamos cruzado más de tres palabras y aún así, entre todas las chicas que hubieran dado su vida sin dudar por el puesto, tu me escogiste a mí. Nunca te pregunte el porque lo habías hecho, porque realmente no me importaba. Lo único que me importaba es que yo era tu dama y estaba muy feliz de serlo.
Quizá no lo entiendas, porque aunque eres una sangre pura, no creciste como tal, pero para cualquier Slytherin, ser parte de la corte real es un gran privilegio. Es una oportunidad que solo puede pasar una vez en la vida. Entrar a la corte significa que toda tu vida estará llena de felicidad y éxito, puesto que, aquellos que llegan a ser Rey o Reina, son eminencias que llegan a marcar la historia con su mera presencia.
Solo piénsalo, Marcus Flint y todos los de su corte un día no tan lejano serán considerados estrellas de Quidditch aunados a sus títulos de lores; Lucius Malfoy tiene relaciones en todo el Ministerio y triplico la fortuna de su familia desde que ascendió como Lord; Regulus Black fue el mejor duelista que tuvo Hogwarts; Draco Malfoy es un próximo Lord, su poder no tiene limites y su fortuna, inteligencia y astucia es impresionante; incluso el Señor Tenebroso fue un Rey de Slytherin, y para bien o para mal, marco historia en el mundo.
Tú, Lily Potter, desde el momento en que te nombraron Reina cuando teníamos once años, supe que serías grande. No hay nadie mejor que tu en pociones, ni siquiera Draco o Hermione; tu nivel de astucia y deducción es incomparable, y tu ambición, si bien no es alta, tampoco es deplorable. Pero por sobre todo, desde el momento en que vi la manera en que los ojos de Draco brillaban al verte, supe que ya lo habías conseguido todo en la vida.
Conocí a Draco cuando tenía cinco años. Nuestras familias tenían algunos negocios juntos. Incluso se pensó que nos comprometerían en algún punto, pero gracias a Merlín eso no ocurrió.
Draco siempre fue muy frío, callado, hermético y a veces hasta algo tenebroso. No hablaba con nadie y no prestaba atención a nada que no le interesara. Su nivel de poder ya era tan grande como el de su padre a esa edad, capaz de hacer magia sin varita y hablar diversos idiomas. Jamás lo vi cómodo con nadie que no fuera Blaise o Theo.
Hasta que llegaste tú.
Estoy segura de que Draco en algún punto te consideró una amenaza para su reinado, después de todo, es un Malfoy y no le gusta compartir, pero tan pronto como llego ese sentimiento, desapareció. Eso fue más que obvio desde que comenzó a defenderte a capa y espada, incluso de algunos Slytherin que aún no te respetaban. Ahí fue cuando supe que ya habías ganado en la vida: porque tenías a Draco Malfoy.
No estoy diciendo que una mujer no pueda conseguir la gloria por su propia cuenta, pero, como una buena Slytherin, se que todas las oportunidades deben aprovecharse, en especial algunas tan beneficiosas como lo sería una relación con Draco Malfoy.
Cuando me hice tu dama de compañía, pensé que tendría que tocarte el tema sutilmente para que vieras la oportunidad que se te presentaba, pero no fue necesario. Tu rostro siempre indiferente se suavizaba, tus mejillas enrojecían tenuemente y tus labios se curveaban en una tierna sonrisa cada que Draco estaba cerca.
En ese momento casi podía reír de puro jubilo. Los reyes de Slytherin estaban enamorados. Para mí no cabía duda: Draco Malfoy arrodillaría el mundo ante ti, con tal de verte feliz.
Se que quizá no estés entendiendo el motivo de esta carta, después de todo, estoy escribiendo sin orden alguno, pero creí pertinente expresar mis sentimientos.
El motivo de esta carta es simple: voy a morir.
No es culpa de nadie. En realidad no. Nací con una maldición impuesta a uno de mis antepasados, la cual resurgió en mí después de muchas generaciones, vaya mala suerte. En esta actualidad, se consiguió quitar la maldición a mi familia, pero el precio es que la maldición debía cobrarse una vida más: la mía.
No se cuanto me quede de vida, nunca lo he sabido, pero mientras escribo esta carta en nuestra habitación en Slytherin, consideró que quizá no pasaré de esta noche, y no por la maldición.
Mi madre me ha informado por medio de un patronus que el Señor Tenebroso ha regresado y que se encontraba contigo en este momento. Nos ha dado la ubicación exacta a mi y a mi hermana por si queríamos correr ante él para presentar nuestros respetos y mostrarnos como las primeras de la nueva generación en unirnos.
Si esta carta no llega a tus manos, es porque claramente hice todo lo contrario y fui solo a ayudarte pero todo salió. Si esta carta llega a tus manos, es porque morí en el intento.
Quiero que algo quede muy claro, mi reina. Yo decidí dar mi vida por ti y no me arrepiento. Si el mundo estuviera a punto de acabarse, tu, Pansy y Astoria serían las únicas personas con las que me gustaría pasar mis últimos minutos. De lo único que me arrepiento es de no poder despedirme de Pansy y Astoria.
Nunca me enamoré. No viaje por el mundo con Pansy como nos habíamos prometido. No fui la dama de honor de mi hermana en su boda soñada. No llegue a ver como el mundo se arrodillaba ante ti, mi reina.
Pero no estoy triste. Encontré en Theo lo más cercano a enamorarme, pero ambos sabíamos que no estábamos destinados. Estuve con Pansy y Astoria casi toda mi vida, compartiendo momentos especiales; Y estuve ahí cuando inició tu reinado, mi reina.
Quisiera pedirte que por favor cuides de Pansy y Astoria. Mi hermana no debe volver con nuestros padres. Por favor, cuídala y cásala con un buen hombre. En cuanto a Pansy, se que encontrarás en ella a una gran amiga.
Debes triunfar, mi reina. Por tus padres, por tus amigos, por tu corte, por mí. Demuéstrale al mundo de que esta hecha Lily Jamie Potter.
Ha sido un honor servirte, mi reina. Jamás me olvides.
Con amor.
Daphne Sophie Greengrass.
PD: Los dragones siempre son leales, incluso en los momentos más oscuros e inciertos.
Lily cerró la carta con un suspiro, volviendo a ponerla en su sobre. Ya ni siquiera recordaba cuantas veces había leído aquella carta, pero suponía que eran las suficientes como para habérsela aprendido de memoria.
Sentada en el sofá individual de la sala, bebió un sorbo del té negro que le había servido su tía Petunia. Se había hecho un poco adicta a ellos, después de todo eran calmantes más sanos que las pociones. La ayudaba a no pensar tanto en Daphne o en Voldemort.
En el sofá de dos plazas estaba Theodore repasando un libro de magia oscura, buscando una manera de destruir los Horrocruxes. Aquel verano, lo primero que habían hecho fue ir a Gringotts a eliminar el Horrocrux que residía en Lily, lo cual funcionó exitosamente. Después, Hermione, Theo y Lily se dedicaron a investigar exhaustivamente cuales podían ser los demás Horrocruxes y como destruirlos.
Estaban seguros de que eran siete: ya tenían el diario y a Lily, solo faltaban cinco. Estaban más cerca de encontrar como destruirlos que de encontrar cuales eran.
Soltó otro suspiro y miro a su alrededor. Theo leía, su tía Petunia estaba cocinando en la cocina con ayuda de Hermione, Astoria y Pansy pintaban sus uñas. Cassius había salido con Dudley, debido a que este quería ir a la tienda y era peligroso que estuviera solo. Lily y su familia corrían más peligro que nunca con la vuelta del Señor Tenebroso.
Miró nuevamente el sobre con la carta de Daphne, la cual había encontrado escondida entre su baúl.
«Los dragones siempre son leales, incluso en los momentos más oscuros e inciertos»
Sabía a lo que Daphne se refería. Le estaba diciendo que siempre podría confiar en Draco...pero ella no estaba tan segura de eso. Metió el sobre en el bolsillo de su chaqueta y miro a Astoria y Pansy.
Pansy se había deslindado de su familia, mientras que Astoria, por el contrario, había sido buscada exhaustivamente por estos hasta que Cassius les envió una carta notificándoles de su matrimonio.
Porque sí. Lily había cumplido con las peticiones de Daphne, pero para cumplirlas debía conseguir poder tener a Astoria en su poder antes de su mayoría de edad y ahí fue cuando Cassius, quien, ante la muerte de su padre cuando era niño, ese verano se había convertido en Lord Warrington al cumplir la mayoría de edad. Lily, con una facultad que no sabía que tenía al ser reina de Slytherin, los comprometió (con el consentimiento de ambos, claramente) y se casaron al tercer día en el jardín de la mansión Warrington.
Ahora ella era Astoria Warrington y estaba al cuidado de su esposo y de su reina. Su familia no podría tocarla.
Personalmente, Lily no estaba de acuerdo con casar a Astoria, pero cuando ella y Cassius fueron quienes propusieron el plan, no pudo más que aceptarlo. Después de todo, Cassius era perfecto para Daphne: alto, guapo, adinerado y amable. Astoria venía de un mundo diferente al de ella, pues la chica no veía para nada mal comprometerse de esa manera.
Un ardor escoció en su muñeca derecha, el tatuaje de una snitch con las alas abiertas brillaba. Inmediatamente se levanto de su asiento, al igual que Theo y Pansy, quienes veían el mismo tatuaje en sus muñecas izquierdas.
—Cassius.—susurró Lily. Los tres Slytherin compartieron una mirada preocupada.—Iré.
—No, tu te quedas. Yo voy.—dijo Theo tomando su varita.
—¡Si esta en problemas, no podrán solos!—replicó Lily.
—¿Qué esta ocurriendo?—pregunto Hermione, saliendo de la cocina con Petunia y mirándolos preocupados.
Theo y Lily se miraron.
—Pansy, estas a cargo. Protégelas. Si no vuelvo en una hora vayan al refugio.—dijo Lily yendo a la puerta con Theo, antes de que cualquiera replicara, se giro a verlas con el ceño fruncido.— Es una orden.
Salieron de la casa, azotando la puerta y comenzaron a correr con rapidez por las calles desiertas. La marca los orientaba sobre hacia donde ir. Corrieron un largo trayecto hasta llegar a un callejón. Las luces en toda la cuadra estaban apagadas. Al entrar al callejón, ambos jadearon.
El frío les helo los huesos. El típico frío que había cuando un dementor como ese aparecía. Estaba cara a cara con Cassius, quien protegía con su cuerpo a un inconsciente Dudley.
—¡EXPECTO PATRONUM!—grito Lily alzando la varita.
El dementor fue prácticamente devorado por el enorme dragón, haciéndolo salir despedido por los aires, se alejó volando y quedó absorbido por la oscuridad. Después, el dragón se disolvió en una neblina plateada. Todo volvió a cobrar vida.
Cassius jadeaba, siendo ayudado por Theo, quien suspiro al ver que continuaba intacto en todo sentido. Lily se quedo quieta, con todos los sentidos en tensión, intentando asimilar todo lo sucedido. Estaba empapada en sudor al igual que Theo.
Lily se agachó junto a su inconsciente primo con preocupación, parecía estar bien, pero entonces oyó unos fuertes pasos que corrían detrás de ella. Volvió a levantar la varita mágica instintivamente y giro sobre los talones para enfrentarse al recién llegado. Cassius y Theo la imitaban.
La señora Figg, la vecina vieja y chiflada, apareció jadeando. El canoso cabello se le había salido de la redecilla, y llevaba una cesta de la compra, que hacía un ruido metálico, colgada de la muñeca y los pies medio fuera de las zapatillas. Los tres se apresuraron a esconder sus varitas, pero...
—¡No guarden eso!—les grito la señora Figg— ¿Y si hay alguno más suelto por aquí? ¡Oh, voy a matar a Mundungus Fletcher!
—¿Qué?—dijo Lily.
—¡Se ha marchado!—dijo la señora Figg, retorciéndose las manos.—¡Ha ido a ver a no sé quién por un asunto de un lote de calderos robados! ¡Ya le dije que iba a desollarlo vivo si se marchaba, y mira! ¡Dementores! ¡Suerte que informé del caso al señor Tibbles! Pero ¡no hay tiempo que perder! ¡Corran, tienen que volver a casa! ¡Oh, los problemas que va a causar esto! ¡Voy a matarlo!
—¿Usted es bruja?—cuestionó Theo con el ceño fruncido al ver que Lily no entendía nada.
—Soy una squib, como Mundungus sabe muy bien, así que ¿Cómo demonios iba a ayudarles para que se defendieran de unos dementores? Ha dejado completamente desprotegida a Lily, cuando yo le advertí...
—Perdón, ¿ese tal Mundungus esta siguiendo a Lily?—cuestionó Cassius cargando a Dudley con ayuda de Theo.— Eso explica porque el otro día vi que alguien desapareció delante de la casa.
—Sí, sí, sí, pero por fortuna yo había apostado al señor Tibbles debajo de un coche, por si acaso, y el señor Tiblles vino a avisarme, pero cuando llegué a tu casa ya no estabas, ni siquiera sabíamos que tus amigos estaban contigo...¡Oh! ¿Qué dirá Dumbledore?
—¿Conoce a Dumbledore?— cuestionó Lily con el ceño fruncido.
—Pues claro que lo conozco, ¿Quién no lo conoce? Pero vámonos ya porque no voy a poder ayudarte si vuelven; nunca he transformado ni siquiera una bolsita de té. ¡Deprisa!—insistió histérica.
Los tres se miraron y comenzaron a caminar cargando a Dudley mientras Lily aún sostenía fuerte la varita.
—Que bueno que tienes la varita preparada.—dijo a Lily conforme más se acercaban a Privet Drive.— Ahora no importa el Estatuto del Secreto; de todos modos lo vamos a pagar caro, tanto da que nos cuelguen por un dragón o por un huevo de dragón. ¡Ay, el Decreto para la moderada limitación de la brujería en menores de edad!...Esto es ni más ni menos lo que temía Dumbledore.
—¿Porqué no me dijo que era una squib, señora Figg?—cuestionó Lily, recordando como en el pasado su tía Petunia los dejaba a ella y Dudley con ella cuando no podía cuidarlos.
—Órdenes de Dumbledore. Tenía que vigilarte, pero sin revelar mi identidad porque eres demasiado joven. ¡Oh, cielos! Cuando Dumbledore se entere de esto...¿Cómo ha podido marcharse Mundungus? Se suponía que estaba de guardia hasta medianoche. ¿Dónde se habrá metido? ¿Cómo voy a explicarle a Dumbledore lo que ha sucedido? Yo no puedo aparecerme. ¡No lo entiendes, Lily! Dumbledore tendrá que actuar cuanto antes porque los del Ministerio...¡Ah! ¡MUNDUNGUS FLETCHER, VOY A MATARTE!
Se oyó un fuerte estampido, y un fuerte olor a licor mezclado con el de tabaco rancio llenó el aire al mismo tiempo que un individuo achaparrado y sin afeitar, con un abrigo harapiento, se materializaba justo delante de ellos. Tenía las piernas cortas y arqueadas, el cabello, de color rojo anaranjado, largo y desgreñado, y unos ojos con bolsas que le daban el aire compungido de un basset. En las manos llevaba una capa invisible.
—¡Cállate, Figgy!—exclamó y miro a los muchachos.— ¿No teníamos que operar en secreto?
—¡Ya te daré yo secreto! ¡Dementores! ¡Inútil, ladrón, holgazán!
—¿Dementores?—repitió Mundungus, horrorizado— ¿Aquí?
—¡Sí, aquí mismo, saco de cagarrutas de murciélago, aquí! ¡Los dementores han atacado a la su primo durante tu guardia!
—¡Caramba!—dijo Mundungus, atemorizado; observó a Lily, a los otros tres y luego volvió a mirar a la señora Figg.— Caramba, yo...
—¡Y tu por ahí, comprando calderos robados! ¿No te dije que no te marcharas? ¿No te avise?
—Yo...,bueno...,yo...es que...,es que era una buenísima ocasión.
La señora Figg levantó el brazo del que colgaba la cesta de la compra y dio un porrazo con él en la cara y el cuello de Mundungus; estaba llena de latas de comida para gato.
—¡Ay! ¡Uy! ¡Vieja destornillada! ¡Alguien va a tener que contarle lo ocurrido a Dumbledore!
—¡Sí! ¡Ya lo creo!—grito sin parar de golpearlo— ¡Y...será...mejor...que lo hagas...tú...y le cuentes...por qué...no estabas...aquí...para ayudar!
¡Ya me voy! ¡Ya me voy!
Sonó otro fuerte estampido y desapareció.
—¡Ojala Dumbledore lo mate! Y ahora...¡Ustedes!—los miró.— ¿A que esperan? Te acompañaré hasta la puerta.— dijo cuando llegaron a Privet Drive— Por si hay alguno más por aquí...¡Oh cielos, que catástrofe! Y Dumbledore nos advirtió que teníamos que evitar a toda costa que hicieras magia...Bueno, supongo que no sirve de nada llorar cuando la poción ya se ha derramado...Pero ahora el mal está hecho.
—¿Dumbledore me tiene vigilada?—cuestionó Lily con frialdad.
—¡Por supuesto! ¿Qué esperabas? ¿Qué te dejara pasear por ahí solo después de lo que pasó en junio? ¡Vamos, chica, me habían dicho que eras inteligente! Bueno, entren y no salgan. Supongo que alguien se pondrá en contacto contigo, pronto. —dijo en cuanto llegaron a la puerta.—Yo me voy derechita a casa a esperar más instrucciones. Tú quédate en casa. Buenas noches.
Así, tan rápido como vino, la señora Figg se fue. Los tres muchachos se miraron y luego a Dudley. Lily suspiró. ¿Ahora como le explicaba a su tía que su terroncito había sido atacado por dementores?
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