Era demasiado tarde y estaba cansado.

Farel no tenía ganas de volver a su casa, así que decidió ducharse en el baño de Evrie.

Cuando salió, Evrie no estaba dormida. Vestida de manera descuidada, estaba sentada frente a la ventana panorámica, abrazándose y sin moverse, con una mirada perdida, como sumida en sus pensamientos.

Farel se acercó y le dio un pequeño empujón con el pie, pero ella ni se inmutó.

—Vámonos a dormir— le dijo Farel.

La voz de Evrie era ronca y baja —Me duele el estómago, no puedo moverme—.

Farel se agachó junto a ella y revisó su pijama, descubriendo que la herida en su costado izquierdo estaba un poco inflamada y roja, como si estuviera a punto de abrirse de nuevo.

También examinó la otra herida, que estaba igualmente enrojecida e hinchada.

Evrie tenía los ojos rojos y el cabello desordenado, su nariz y labios también mostraban un tono rojizo, y su delicada piel estaba cubierta de marcas y mordeduras de todos tamaños.

Daba pena verla.

Parecía desolada, como un pequeño gato callejero maltratado.

Farel la llevó a la cama, siendo cuidadoso en sus movimientos y le cubrió con una manta. Quería levantarse para buscar medicina, pero Evrie lo atrapó por el cuello, reduciendo la distancia entre ellos, con sus ojos fijos en los suyos.

Sin decir una palabra, solo lo miraba.

Sus ojos negros eran claros y limpios bajo la tenue luz, húmedos y ligeramente hinchados por el llanto anterior, dándole un aire especialmente inocente y lastimoso.

Farel cerró los ojos por un momento, sintiendo una ola de frustración creciendo en su interior.

—Suéltame, voy por la medicina.

—No quiero— Evrie seguía agarrándolo firme, mirándolo directamente —Te lo suplico.copy right hot novel pub

—¿Eso es todo lo que sabes decir, Evrie?— Farel se rio de pura irritación, sintiéndose extremadamente inquieto.

—También puedo hacer más veces, ¿las quieres?—

Evrie se acercó, rozando sus labios contra los de él, sin importarle su propio estado, con una actitud desafiante y desesperada.

¡Qué terca!

Farel apretó los dientes, sin saber qué hacer con ella.

Respiró hondo y la miró fijamente —Está bien, si quieres irte al extranjero, te lo permitiré, pero tu deuda se duplicará, ¿qué te parece?

—¿Qué?— Evrie se quedó sorprendida.

—Quinientos mil se convierten en un millón, paga todo y te libero— dijo Farel con una ligera sonrisa en sus labios —Si realmente quieres salir de este hoyo, tienes que pagar un poco de interés, ¿no crees?

Evrie nunca esperó que las cosas acabaran así.

Así que aparte de haberse vendido, ahora también tenía que lidiar con quinientos mil de interés extra?

Después de todo, terminaría sin nada y con una deuda que Farel la haría pagar con su cuerpo.

—Eso no es justo— Evrie frunció el ceño —Eso es un robo, y además, ¿dónde has visto un interés tan alto…?

— Tú incumpliste el contrato primero — Farel le pellizcó la mejilla, una sonrisa triunfal asomando en sus oscuros ojos.

Evrie se mordió el labio, sus pestañas temblaban ligeramente.

Sabía que Farel no iba a permitir salir perdiendo, pero nunca imaginó que él duplicaría su deuda, cerrándole así todas las salidas.

Si tenía que pagarle un millón, no sabía cuánto tiempo tendría que quedarse a su lado, o cuántas veces tendría que acostarse con él.

La libertad parecía estar a años luz.

Farel siempre la tendría bajo su control.

Y no podía asegurarse de que, si necesitaba algo de él en el futuro, no le subiría otra vez el interés.

Si no se ablandaba, podría mantenerla bajo su pulgar para siempre.

Evrie se mordió el labio y dijo —Prométeme que este será el último interés que añades, y que no usarás este método para manipularme en el futuro.

Farel sonrió con malicia: —Mientras no te escapes, no aumentaré la deuda—.

Evrie asintió con la cabeza, aunque a regañadientes —De acuerdo, es un trato.

El próximo miércoles me voy al extranjero.

No importaba cómo, irse al extranjero era algo que no podía cambiar. No tenía otra opción más que dejar que Farel hiciera lo que quisiera con ella.

Incluso si hoy aumentara el interés a diez millones, todavía tendría que irse.

En su situación actual, quinientos mil y un millón no hacían ninguna diferencia para ella, de todas formas no podía pagar. Mejor aprender una habilidad útil y ganar dinero de verdad.

Los ojos de Farel no reflejaban felicidad, sino algo oscuro y siniestro. Sentía que estaba volviéndose loco.

Un millón de pesos no era nada para él.

Pero tenía el deseo loco de dejarla ir.

Estaba loco de verdad.

—¿Ya puedo soltarte? —preguntó con frialdad, soltando apenas unas pocas palabras al mirarla.

Evrie volvió a la realidad y se dio cuenta que sus brazos aún rodeaban firmemente el cuello de Farel, agarrándose para que no se fuera.

Habían llegado a un acuerdo, así que ella relajó un poco los brazos.

Farel se levantó para salir de la cama, pero Evrie, recordando algo de repente, volvió a abrazar su cuello y lo atrajo de regreso.

—¿Ahora qué pasa? —La voz de Farel sonaba impaciente.

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