¿Cuándo había aparecido en su celular un número de teléfono con la nota “la policía”?

De repente, Evrie recordó. La última vez que tuvo que llamar a la policía fue en el campo, y la llamada había terminado en el móvil de Farel. ¿Acaso él había tomado su teléfono para cambiarlo a escondidas?

Mirando la secuencia de números, le resultó extrañamente familiar.

Con cierta sospecha, decidió marcar el número.

La respuesta fue rápida, pero nadie habló al otro lado.

Evrie tomó la iniciativa. —Hola, buenos días, soy Evrie, la pasajera del vuelo a Brasil. Creo que tomé tu maleta por error, ¿tienes un momento para recogerla?—

Como si hubiera estado esperando esas palabras, una voz clara y distintiva respondió con una simple oración.

—Dame el número de tu habitación.—

¡Esa voz era tan familiar!

Ahora Evrie estaba segura de quién estaba al otro lado de la línea.

—¿Dr. Farel, eres tú?—

Se escuchó una risa burlona del otro lado. —¿Quién más iba a tener una maleta de la misma marca que nosotros?—

Farel estaba sentado en el sofá de su habitación de hotel, mirando la maleta abierta frente a él. Los objetos de una mujer estaban ordenados meticulosamente dentro, y en un compartimento, unas prendas interiores de colores claros que le eran muy familiares.

No hacía falta ser un genio para saber a quién pertenecían.

Evrie no podía creer la casualidad.

—¿También estás alojado en este hotel?— preguntó.

—Dame el número de tu habitación.—

Farel ignoró su pregunta y repitió su petición.

Evrie no tuvo más remedio que decirle. —1109.—

La llamada se cortó.

Poco después, se escuchó un golpe en la puerta.copy right hot novel pub

Evrie corrió a abrir y allí estaba Farel, con su maleta en mano. Ella se hizo a un lado y él entró como si fuera su propia casa.

Farel echó un vistazo alrededor, inspeccionando el lugar como si estuviera haciendo una revisión.

—Leandro ha sido muy generoso contigo.—

Había reservado la suite más cara del hotel, mucho más de lo que recibiría un trabajador normal.

Evrie fingió no entender a qué se refería y cerró la maleta de Farel para devolvérsela.

—Aquí tienes, no he tocado nada de adentro.—

Farel la miró, pero no la tomó. En cambio, agarró el brazo de Evrie y la jaloneó hacia adelante. Evrie tropezó y, sin darse cuenta, cayó en sus brazos.

Se miraron fijamente.

El ambiente estaba tenso.

La cama del hotel era suave, Evrie se hundió en ella como si estuviera en algodón, y en la mesa de noche había una variedad de preservativos.

Farel se inclinó sobre ella, tomó una caja y se la lanzó mientras respiraba pesadamente.

—Ábrelo.—

Evrie se sonrojó hasta las orejas, sintiendo sus dedos quemar.

—No quiero…—

Estaban en Brasil, en un hotel desconocido, y ella no podía evitar sentir que era algo prohibido.

Era la encarnación de la sensualidad.

Evrie tragó saliva y con ambas manos trató de empujarlo sin éxito.

—Hoy no, no quiero hacerlo.

—¿La razón?—

Evrie mordió su labio, reacia a hablar.

—¿Es porque Leandro está al lado y no quieres engañarlo?— Farel habló por ella con una risa fría cuando ella no respondió.

Evrie se tensó, y su resistencia se hizo más evidente, como confirmando su suposición sin palabras.

Evrie se sintió impotente y desesperada, luchando en vano mientras levantaba sus piernas para tratar de empujarlo.

—Suéltame… ¡Farel!—

En su pánico, su voz se elevó.

—No lo haré.—

Lucharon en la cama, y al ver que ella no cedía, Farel perdió la paciencia y le dijo con una sonrisa sarcástica:

—Haz más ruido al resistirte, que Leandro escuchará todo desde la habitación de al lado.—

Evrie se quedó inmediatamente en silencio.

Ella apretó los dientes con fuerza, cerrando la boca.

—Ábrelo.—

Él volvió a empujar la caja de preservativos en sus manos, ordenándole desde su posición dominante.

De todas formas, hoy simplemente no quería ceder ante él.

¡Hombre perro dominado por sus bajos instintos!

Farel tomó su celular, tocó la pantalla unas cuantas veces, buscó la conversación con ella y tecleó una cifra, después la agitó frente a los ojos de Evrie.

—¿Quieres el dinero? ¿Lo tomas o lo dejas?—

El corazón de Evrie dio un vuelco.

—¿Cuánto?—

Su mirada se fijó en la pantalla del celular de Farel. ¡Era diez mil!

Evrie mordió su labio, decidida a subir la apuesta—Cinco veces más, cincuenta mil.—

Tip: You can use left, right keyboard keys to browse between chapters.Tap the middle of the screen to reveal Reading Options.

If you replace any errors (non-standard content, ads redirect, broken links, etc..), Please let us know so we can fix it as soon as possible.

Report