—Dra. Santos, ¿por qué no te mueves? —le preguntó un compañero de trabajo que estaba al lado.

—Vayan ustedes adelante, yo voy a echar un vistazo a las joyas de al lado, ya los alcanzo —le dijo Margarita.

—Está bien, entonces. Te esperamos adentro de la tienda.

Después de decir esto, los demás entraron juntos a la tienda libre de impuestos.

Margarita se quedó parada ante la gran pantalla un rato hasta que finalmente volvió a aparecer la foto del beso que había visto antes. Esta vez lo vio claro, ¡ese hombre era Farel!

Aunque solo mostraba su rostro de perfil, sus rasgos estaban tan finamente esculpidos que llamaban la atención fácilmente, nadie más tenía ese aire de distante frialdad.

La mujer que él sujetaba por la nuca, inclinaba levemente la cabeza hacia atrás, con los ojos cerrados disfrutando del beso.

Esa cara le era muy conocida, ¡era Evrie!

¿Quién iba a pensar que se mostrarían tan cariñosos en un lugar público? ¿Acaso fuera de su país no les importaba lo que pensaran los demás?

Margarita sintió un repentino celo en su interior. Sacó su celular y tomó una foto de la pantalla grande, después buscó el número de Leandro y se lo mandó con rabia.

Ese número lo había guardado cuando estuvo en el avión, buscando a Leandro.

No imaginó que le sería útil tan pronto.

Leandro, en la obra, al ver la foto que llegó a su móvil, sintió cómo sus ojos se oscurecían instantáneamente.

El remitente no le había dicho nada, solo envió esa foto del beso. La pareja en la foto, aunque estuvieran de perfil, él no las confundiría nunca.

Evrie seguía trabajando duro no muy lejos, sin sospechar lo que ocurría aquí.

Leandro la miró de lejos y sus dedos se cerraron involuntariamente en un puño.

Hacía tiempo que sabía que algo no andaba bien entre Evrie y Farel, incluso que ya habían tenido encuentros íntimos. Por eso había adelantado el proyecto para llevar a Evrie al extranjero.

Pero no se imaginó que Farel también vendría a Brasil y que seguiría viéndose con Evrie a escondidas.

Había llegado tarde.copy right hot novel pub

—Maestro, ¿qué estás mirando? —le gritó Evrie desde no muy lejos y se acercó con sus pesadas botas de trabajo.

Leandro escondió su teléfono y actuó como si nada hubiera pasado.

—Nada, solo un mensaje de texto. ¿Qué pasa, hay algún problema con la construcción?

Evrie señaló en una dirección —Hay que hacer un monitoreo de la cimentación en la esquina sureste. Vine a buscar las herramientas.

—Está bien, ve tú —Leandro no le dijo más.

Cuando Evrie se fue, sacó el móvil otra vez y buscó un nombre en su directorio, Olivia Da Silva.

Sin hacer ruido, tocó la pantalla unas cuantas veces, cambió a una tarjeta extranjera y le envió la foto de manera anónima, pero esta vez difuminó la cara de Evrie.

Olivia era la prometida de Farel.

Era la mujer que casi le había costado la vida a Farel, y que ahora había vuelto con el propósito de reclamarlo. Era un secreto a voces en el círculo social.

Con la atadura de Olivia, sería difícil que Farel se liberara.

Por otro lado, en una sala lujosa al estilo europeo, la distinguida y elegante Olivia estaba sentada en un sofá de piel color champán, con sus uñas escarlata golpeando ligeramente el móvil. La foto en la pantalla era increíblemente nítida y llamativa.

Ella no necesitaba distinguir para saber que la persona en la foto era definitivamente Farel.

Besar a alguien en la calle.

Vaya, que sinvergüenza.

Olivia guardó el móvil. Una corriente oscura pasó por sus ojos mientras reflexionaba por un momento y luego se giró hacia el mayordomo que estaba detrás de ella.

—Fabio, consígueme un boleto para Brasil, cuanto antes, mejor.

—Señorita, acabas de volver de Suiza, ¿y ahora quieres ir a Brasil? El lugar está peligroso últimamente, el señor no quiere que andes por ahí —Fabio le aconsejó preocupado.

—No te preocupes, Farel está allí, no me dejará que me pase nada.

Olivia esbozó una sonrisa confiada.

—Ah, si el Sr. Farel también está allá, entonces no me preocupo.

El mayordomo fue a reservar el boleto contento.

En poco tiempo, le envió la información del vuelo reservado a Olivia.

Olivia le echó un vistazo al tiempo de llegada en el tablero del aeropuerto, esbozó una sonrisa y sacó su celular para llamar a Farel.

—Dr. Farel, tanto tiempo sin vernos.

—¿Qué pasa? — La voz de Farel no le transmitía ninguna emoción, su tono de voz era monótono y frío.

—A las ocho y media de la noche, ven a recogerme al aeropuerto de la ciudad donde estás, estoy por tomar un vuelo para Brasil.

Hubo un silencio por parte de Farel, pero finalmente no le dijo nada más, solo dejó escapar una palabra con indiferencia.

—Vale.

……

Por la noche, cuando Evrie regresó al hotel, ya era tarde.

Arrastró su cuerpo cansado a la ducha. Al salir, la alarma del celular comenzó a sonar, marcando las diez en punto.

El mensaje autoritario de Farel durante el día le recordaba que debía subir a atenderlo por la noche.

Afortunadamente, Leandro estaba bastante ocupado, solía salir por las noches a beber y a socializar, y no estaba a menudo en el hotel.

De otro modo, ella no sabría cómo seguir con las mentiras.

Esa noche Leandro estaba en la habitación contigua. Evrie, para evitar que Farel bajara a su habitación, se armó de valor, se cambió de ropa y subió las escaleras.

Se paró frente a la puerta de su habitación y levantó la mano para tocar.

—Toc, toc, toc.

Pasó un rato y no hubo respuesta desde adentro, así que Evrie volvió a tocar.

—Toc, toc, toc.

Unos segundos después, la puerta se abrió y Farel apareció en el umbral, envuelto en una bata de baño, con el cabello goteando agua, evidencia de que acababa de ducharse.

¿Había otra mujer en la habitación de él?

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