Evrie se tensó de golpe, levantando la cabeza casi por instinto.

De inmediato, sus ojos se encontraron con los de Farel.

Él estaba frente a ella, con la cabeza inclinada, las luces parpadeantes jugaban sobre su rostro, otorgándole un aspecto agudo y frío, su mirada parecía cortante.

—¿Qué haces aquí? — le preguntó ella con la cara enrojecida al recordar cómo le había mentido antes, y ahora Farel la había pillado en un lugar tan expuesto.

—Eso debería preguntártelo yo, ¿tu ‘trabajo extra’ era venir a ver a hombres desnudarse y bailar? — le replicó Farel, entrecerrando sus ojos con un tono helado en la voz.

Evrie sabía que estaba enfadado, se encogió de hombros y le dijo con timidez: —¿Me creerías si te digo que llegué aquí por accidente? —

La mirada irónica de Farel parecía responderle por sí sola, diciendo: ¿Qué crees?

Evrie tragó saliva, incómoda, deseando poder esconderse bajo tierra.

En el escenario empezó un nuevo show y el local estalló en gritos emocionados que casi rompen los tímpanos de Evrie.

Ella tiró de la manga de Farel y gritó cerca de su oído: —¿Podemos hablar fuera, por favor? —

Farel no le respondió, giró la cabeza con el rostro aún frío y comenzó a caminar hacia la salida.

Evrie soltó un suspiro frustrado y lo siguió de cerca.

La entrada estaba llena de gente ya que esa noche la entrada era libre, lo que hacía que hubiera más visitantes de lo habitual.

Farel, con su estatura y su firmeza, avanzó rápidamente a través de la multitud, mientras que Evrie, que era más bajita, tuvo que apartar a mucha gente para seguir su paso.

Ya en la calle y respirando aire fresco, ella suspiró aliviada.

Decidió que era mejor no volver a lugares así.

Eran demasiado intensos.

Farel no la esperó y siguió caminando, Evrie, conocedora de su lugar, caminó a su lado, pensando cómo solucionar ese tenso momento.

Pero luego reflexionó que, de todos modos, estaba a punto de distanciarse de él, así que no le importaba mucho si se explicaba o no.

Perdida en sus pensamientos, un coche pasó velozmente a su lado y Farel la agarró del brazo para detenerla, rozando apenas el vehículo.

—¡¿Estás ciega?! ¡Ten cuidado por dónde vas! — le regañó él, transmitiendo calor a través de su piel con su agarre seco y cálido.

Evrie sintió su mano arder y la retiró por reflejo.

Evrie apretó los labios, sin hablar.

Evrie se sintió avergonzada por sus palabras, su rostro se calentó por momentos.

Mordiéndose el labio, decidió soltar todo lo que tenía dentro.

—Dr. Farel, eres muy atrevido, ¿tu prometida lo sabe? —

—¿Qué has dicho? —

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