La primera vez de esa noche, se llevó a cabo detrás de la puerta.

La habitación estaba sumida en la oscuridad, con apenas unos rayos de luz de la farola exterior filtrándose, pero Evrie, incluso en la penumbra, podía distinguir el aroma de ese hombre.

Después de una semana sin verse, él estaba más salvaje que nunca, presionando su cintura una y otra vez, golpeándola con fuerza en su punto vital.

Evrie quedó hecha un lío, acabando exhausta en los brazos de Farel.

Cuando todo terminó, el desorden reinaba por doquier.

—Clic—

Farel encendió la luz y la habitación se iluminó al instante. Evrie entrecerró los ojos, deslumbrada, y tardó en acostumbrarse a la claridad de la luz.

Farel la llevó en brazos al baño para que se dieran una ducha, y luego la acostó de nuevo en la cama.

Después, comenzó a secarle el cabello con una toalla.

Mientras la secaba, sus labios se acercaron a ella.

La segunda batalla estaba a punto de comenzar.

Evrie lanzó un grito interno y rápidamente puso sus manos resistiendo su avance. —Espera, espera un poco, ¿puedo descansar media hora? —

Estaba exhausta, había viajado todo el día y había pasado medio día en la oficina, lucía cansada y con ojeras marcadas en sus ojos.

Aunque se había dado una ducha, no podía ocultar la fatiga y la vulnerabilidad en su rostro.

Farel gruñó, levantando la cabeza desde su cuello, con un brillo travieso en sus ojos profundos.

—Está bien, pondré la alarma. En media hora seguimos. —

Evrie —…—

Sabía que lo que iba a pasar esa noche era inevitable, él no iba a dejarla en paz cuando su naturaleza animal se desataba.

Evrie, sin fuerzas, dejó de secarse el cabello y se tumbó en la cama para recuperar energías.

El confort de esa cama grande y suave le permitió relajarse completamente, los días de nerviosismo en Brasil por fin habían terminado y Evrie se sentía inmensamente aliviada.copy right hot novel pub

Nunca habría imaginado que este apartamento le proporcionaría tal sentido de pertenencia en ese momento.

Y ese hombre ante ella, y su aroma único, le transmitían una profunda tranquilidad.

Ella pensó para sí, que si él no fuera médico, con esos rasgos y esas manos, sería un masajista muy solicitado.

Evrie, en un estado de seminconsciencia, se acurrucó en sus brazos, disfrutando de esa paz momentánea.

—Por cierto, ¿cómo está Margarita? —Le preguntó Evrie.

Sabía que Margarita había vuelto al país, pero con su cuerpo y mente tan afectados, se preguntaba cómo estaría ahora.

—Está hospitalizada, su padre ha bloqueado la noticia, está recibiendo tratamiento en secreto. — Farel fue breve, sin entrar en detalles.

Evrie se sintió melancólica.

El extranjero le dejó una mala impresión, había demasiado caos y peligro, y una falta constante de seguridad.

Pensó por un momento y decidió que era mejor quedarse y desarrollar su carrera en su país natal.

En resumen, prefería la estructura arquitectónica de su propio país, que despertaba más su interés.

Mientras planeaba su futuro profesional, Evrie empezó a luchar contra el sueño una vez más.

—Pi pi— Pi pi—

De repente, el sonido de una alarma de teléfono rompió la tranquilidad y Evrie se despertó de golpe.

Farel alcanzó el teléfono con una mano, apagó la alarma, y con un movimiento ágil la colocó debajo de él.

—Media hora terminada, despierta, vamos a continuar. —Le dijo Farel con un tono juguetón.

Evrie —…—

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