Capítulo 15

Evrie se había demorado en el pasillo, asegurándose de que Zeus ya no estaba, antes de empezar a arrastrar los pies de vuelta a casa.

-¿Evrie, qué haces por aquí? –

De repente, un vozarrón masculino la sorprendió, y ella levantó la vista para encontrarse con el hombre que le hablaba, enderezándose casi sin pensar.

-¿Pro… profe?

Así lo llamaba Evrie, aunque el hombre que tenía delante era algo más que un simple profesor. Era Leandro Reyes, el director de la Universidad de Alnorter.

Cada año, él destinaba una buena suma para becas en la universidad y, como beneficiaria de esa beca durante cuatro años, Evrie había tenido la oportunidad de posar con Leandro Reyes en más de una foto. Así que a veces intercambiaban algunas palabras.

-Vaya casualidad encontrarte por el barrio, ¿venías a visitar a algún amigo? –

Leandro iba vestido con ropa casual de color gris, con una mano descansando en el bolsillo, y su sonrisa transmitía una tranquilidad que te hacía sentirte en confianza con él.

Evrie le mintió con los ojos bien abiertos: -Vine a trabajar un rato, ahora estoy de camino a la universidad. –

Ella siempre había combinado el estudio con el trabajo, algo que todos sus profesores sabían.

Leandro asintió: -Ah, claro, si no me equivoco estás a punto de graduarte, ¿verdad? ¿Eres de los que terminan este año? –

-Así es, en un mes comienzo las prácticas. — Le respondió Evrie honestamente.

-Mmm…- Leandro pensó un momento y luego le dijo: -¿Qué te parece si hablo con tu tutor y haces tus prácticas conmigo?

-¿Eh? – Evrie se quedó sorprendida, sin poder creer en lo que había oído.

-Tengo un proyecto de diseño que necesita una ayudante. ¿Te interesa, Evrie? –

Los ojos de Evrie se iluminaron y casi inmediatamente aceptó.

-Me interesa mucho, ¡gracias Señor Reyes! ¡Prometo esforzarme al máximo! –

Era una oportunidad de oro para una estudiante universitaria como ella.

Leandro Reyes, siendo director, tenía muchos contactos y recursos. Poder hacer prácticas en un proyecto suyo era algo que ni siquiera se había atrevido a soñar.

-Perfecto, entonces quedamos así. En unos días me paso por tu facultad.

Evrie se alejó feliz-Gracias, Señor Reyes. ¡Hasta luego! –

Caminaba tan emocionada que ni notaba ya el dolor en las piernas. Al parecer, gracias a Farel, ella había tenido su golpe de suerte de encontrarse con el Sr. Reyes, consiguiendo sin esfuerzo una excelente oportunidad de prácticas.

-¡Clang! –

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Poco después de que Evrie se fuera, un Range Rover negro se detuvo al lado de Leandro. La ventanilla se bajó a medias, dejando ver el rostro impasible de Farel.

Leandro entró al coche con soltura.

-Oye, Farel, habíamos quedado en que ayer era mi cumpleaños. ¿Cómo es que desapareciste después de la mitad de la fiesta? ¿A dónde fuiste? –

Farel arrancó el coche sin más: -Me surgió algo. –

-¿Qué podría ser tan importante? ¿No me digas que te fuiste con alguna chica? – Leandro bromeó al ver marcas en el brazo de su amigo: -Mira esas marcas, parecen de hace muy poco. ¿Qué gatita te ha arañado así, eh? –

Farel le echó un vistazo a su brazo, con la camisa remangada mostrando las marcas rojas sobre su piel.

Las imágenes de la noche anterior vinieron a su mente…

Al principio, ella se aferraba a las sábanas mientras le suplicaba, y después de ser zarandeada, sus pequeñas manos se aferraron a él, gimiendo y suplicando.

Cuando las súplicas no surtieron efecto, empezó a arañarlo distraídamente.

¿Gatita?

Más bien parecía una liebre salvaje luchando por escapar.

Farel volvió a concentrarse en la carretera, recordando cómo ella se reía hablando con Leandro, y preguntó sin mucha atención:

-La chica con la que estabas hablando, ¿es tu alumna? –

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