Receta para robarle el corazón al Dr. Farel novela completa -
Capítulo 153
Eran unos hombres, con ropas llamativas y un fuerte olor a alcohol en el aire, acercándose a Evrie. Ella sintió un escalofrío de preocupación. ¿Acaso se había topado con matones?
¿Podría tener más mala suerte?
Evrie, disimuladamente, dio un paso atrás, observando a los hombres con cautela. —¿Qué quieren? — Les preguntó.
—No queríamos nada, pero viendo lo guapa que estás, parece que ahora sí queremos algo—, le dijo el líder, que también estaba ebrio, acercándose a Evrie con malas intenciones. —Vamos, mi reina, te llevaré a pasar un buen rato.
—¡No me toques! — Evrie se apartó un paso más, erizándosele la piel.
—¿Por qué gritas? Tan coqueta que te ves y ahora te las das de santa. Mejor ahorra tus palabras, pronto tendrás tiempo de sobra para gritar—, le replicó el líder, y con una señal, sus acompañantes se movieron para agarrar a Evrie.
Ella, en defensa, retrocedió nuevamente y, con disimulo, metió su mano en la mochila para sacar una navaja afilada que había comprado para protegerse después de regresar de Brasil.
—Vamos, preciosa, ven a los brazos de tu galán, para que te consienta—, le dijo uno de los hombres mientras avanzaban hacia ella.
Pero Evrie, sin dudarlo, sacó la navaja.
—Puf—, se oyó un sonido sordo, el de la hoja penetrando en la carne.
Con la navaja en mano y los ojos desorbitados, Evrie vio cómo la sangre manaba del arma, tiñendo de rojo sus manos.
El hombre borracho se agarró el abdomen, cayendo lentamente al suelo.
—¡Lo mató, esa mujer lo mató…!
—¡Llamen a la policía, rápido!
…
En la estación de policía de Alnorter.
Evrie, temblando y cubierta de sangre, se sentó en la sala de interrogatorios. Los matones ebrios estaban en la habitación de al lado, lamentándose dramáticamente.
—Señorita Evrie, hemos entendido la situación.copy right hot novel pub
Fue defensa propia, pero portaba un arma blanca ilegal en nuestro país, la cual hemos confiscado. Ahora haga una llamada y encuentre a alguien que la avale—, le explicó el oficial.
Evrie… no podía creer que, además de la comisaría, tuviera que lidiar con el asunto de la fianza. La navaja se la había regalado Leandro en Brasil, diciéndole que la mantuviera para protegerse y hasta la había enviado de vuelta cuando ella retornó a su país. Nunca imaginó que se convertiría en un artículo ilegal.
—No tengo a nadie en Alnorter que pueda avalarme—, le dijo Evrie con los labios apretados y voz baja.
No quería molestar a Leandro otra vez. Y Farel… acababa de tener un desencuentro con él, así que difícilmente la ayudaría.
—¿Cómo que no hay nadie? Un amigo, un compañero de trabajo, tu pareja. Si no encuentra a nadie, llame a su jefe, solo se necesita una firma—, insistió el oficial, queriendo cerrar el caso lo antes posible.
Evrie suspiró profundamente y, sin otra opción, sacó su teléfono, buscando en sus contactos, y finalmente llamó a Leandro.
Después de una larga espera, no le contestaron la llamada.
Resignada, colgó y no se atrevió a llamar a alguien más. No sabía a quién recurrir y prefirió no molestar a nadie, estaba dispuesta a pasar la noche en la comisaría antes que causar más problemas.
Uno de los veteranos reconoció el Range Rover y la matrícula en las cámaras, ese auto pertenecía al segundo hijo de la Familia Haro.
Evrie había salido de ese auto y, aunque las imágenes eran borrosas, el oficial también vio cómo se peleaban dentro del vehículo.
¿Ella era la mujer de Farel?
Con una expresión compleja, el veterano reportó a sus superiores, lo que provocó que hasta el jefe de la policía se involucrara.
El jefe, tras confirmar que el hombre del coche era Farel, lo llamó directamente.
Farel había estacionado su Range Rover en el garaje y, abrumado por el mal humor, se quedó sentado dentro del vehículo fumando.
No había terminado el cigarrillo cuando recibió una llamada del Comisario Limes.
—¿Hola? ¿Señor Haro? Una señorita llamada Evrie ha tenido un problema en la comisaría y necesita que la saquen bajo fianza… —
Las cejas de Farel se fruncieron de repente y su tono de voz se enfrió varios grados.
—¿Evrie? —
El Comisario Limes, qué hombre tan astuto, enseguida se dio cuenta de que Evrie tenía una relación especial con Farel.
Esos chupetones en el cuello no dejaban lugar a dudas.
Solo fue pelea de enamorados, él le estaba dando a Farel una excusa para intervenir y, de paso, estaba haciendo un favor que seguramente su padre agradecería más adelante.
Farel entrecerró los ojos y apagó el cigarrillo entre sus dedos.
—Entendido, iré en un momento. —
En la celda de la comisaría.
Ella se movió discretamente hacia un lado y se abrazó a sí misma.
—Bang——
La puerta de la celda se abrió de golpe y una alta y esbelta sombra entró.
El hombre avanzaba con pasos firmes y decididos, imponiendo su presencia, y al entrar arrastraba consigo un aura sombría y pesada que parecía bajar la temperatura de toda la comisaría.
Evrie levantó la cabeza casi sin querer.
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