—No llores—, le dijo él, besando sus ojos, —Si te portas bien, yo me encargo de toda la operación de tu papá, ¿sí? —

—Todo va a mejorar, tontita. —

¿Mejorar?

El corazón de Evrie estaba lleno de ironía, se sentía helado por dentro.

Esta vez, de manera inesperada, Evrie no se resistió y dejó que él tomara el control.

Pero Farel fue excepcionalmente tierno esta vez, cuidando de sus sentimientos durante todo el momento, hasta que, sin darse cuenta, Evrie se dejó llevar por completo.

Por un instante, incluso pensó que eran amantes inseparables.

Cuando regresaron al apartamento, la comida ya se había enfriado.

Farel la llevó en brazos hasta la habitación, secó las lágrimas de su rostro y le pidió que se duchara.

Luego él se dirigió al comedor para calentar la comida que estaban sobre la mesa.

Era la primera vez que él, con su innata elegancia, se aventuraba a cocinar. Se arremangó la camisa y se puso a estudiar cómo funcionaban los electrodomésticos.

Después de un rato, consiguió calentar toda la comida y llamó a Evrie para que comiera.

Evrie, con el cabello húmedo y desparramado, yacía en la cama con un semblante cargado de preocupaciones, sin apetito alguno.

Farel la amenazó: —¿No vas a comer? Entonces yo te comeré a ti ahora mismo, elige—.

Evrie no le respondió.

No tuvo más opción que levantarse de la cama para comer.

El móvil sonó con un —ding—, indicando la llegada de un mensaje.

Evrie echó un vistazo y vio que su cuenta había recibido una transferencia de un millón.

—Toma, para que pagues los gastos médicos mañana—.copy right hot novel pub

Evrie se quedó paralizada.

—¿Qué, te has quedado tonta? —, le dijo Farel, sacudiendo una mano frente a sus ojos, con una voz ligeramente complacida.

Evidentemente, el dinero lo había transferido él.

Evrie levantó la mirada hacia esa cara refinada y orgullosa, que irradiaba la arrogancia y la nobleza de un hijo de familia acaudalada desde el nacimiento.

Ella apretó el móvil en su mano, con sentimientos encontrados.

Farel rodeó la mesa, levantó su mano y le acarició la cabeza como a un perro.

Él repitió su mantra: —Siempre que me obedezcas y me sigas, tendrás todo lo que quieras—.

¿En serio?

Evrie forzó una sonrisa.

¿Y la libertad?

¿Y el futuro?

¿También los tendría?

Evrie pasó una noche en vela y, al despertar por la mañana, todavía tenía ojeras.

Desde la noche anterior hasta ahora, no se había sentido bien. Farel simplemente pensó que estaba preocupada por su padre y resentida por estar atada a él.

Pero todo eso era temporal, él creía que, después de unos días, Evrie lo entendería y todo volvería a la normalidad.

Ella seguiría jugando con él, negociando por un poco de “bonos”, suplicándole en la cama con gemidos.

Después de todo, no podría escapar de su presencia.

Farel estaba seguro de ello.

Después del desayuno, Farel condujo a Evrie directamente al hospital de Pablo. Al bajarse del coche, se acercó a darle un beso.

—Ve y paga, luego organizaré el traslado de tu padre para cuidar de él personalmente—.

Evrie no le dijo nada, ni mostró ninguna reacción.

Solo cuando el Range Rover negro desapareció entre el tráfico, giró y tomó un taxi directamente al Grupo Reyes.

Evrie entró a la oficina de Leandro y fue directo al grano.

—Señor Reyes, he tomado una decisión, iré al extranjero a desarrollar mi carrera con usted—.

—¿Lo has pensado bien? —

—Sí, lo pensé bien—, afirmó Evrie con seriedad, como si hubiera tomado una gran decisión.

Evrie estuvo de acuerdo.

Después de todo, un millón no era una suma pequeña y requería un contrato notarial.

—De acuerdo, firmaré—.

Leandro sacó rápidamente un montón de contratos y acuerdos de su cajón, hizo dos copias y se las entregó a Evrie.

Evrie le echó un vistazo rápido al documento y, en la esquina inferior derecha, firmó y estampó su huella.

El contrato estaba ahora en vigor.

Ella también estaba a punto de salir del país.

Leandro fue muy generoso, de inmediato le transfirió a Evrie un millón. Es un trato de VIP, y en menos de unos minutos, el dinero ya estaba en su cuenta.

Evrie pidió un día libre y fue al hospital a pagar.

El millón entero lo ingresó en su tarjeta de atención médica, y su corazón por fin se sintió aliviado.

Al salir del hospital, Evrie le devolvió el dinero que Farel le había transferido el día anterior.

Después le envió un mensaje de texto.

—Dr. Farel, que acabe todo esto, por favor. —

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