Evrie sentía cómo el calor le invadía el rostro.

—No. —

Su voz era tan suave que solo ellos dos podían escucharla.

—¿De verdad? —

—De verdad. —

—Voy a verificarlo. —

Antes de que Evrie pudiera reaccionar, Farel presionó con fuerza su mano y sus labios la besaron.

El aroma que hacía tanto no sentían llenaban sus narices, era intenso, profundo, adictivo.

Evrie debería haber estado tensa, pero conforme él se adentraba más y más, explorando cada rincón, se encontró envuelta en su marcado aroma masculino.

Al final, casi sin darse cuenta, se sumergió en esas sensaciones, a punto de desvanecerse en sus brazos.

Hasta que ambos quedaron sin aliento.

El aire estaba cargado de un tono sugerente.

—Toc, toc. —

La puerta de la habitación se abrió de golpe.

La intimidad del cuarto se quebró en un instante.

Evrie se levantó apresuradamente de la cama, con la cara llena de vergüenza y desasosiego, y aún ruborizada.

Farel la miró de reojo y con buen humor gritó hacia la puerta:

—Adelante. —

Joan entró, con el rostro muy serio.

Parecía no darse cuenta de la tensión en la habitación, estaba completamente preocupado por su jefe.

—Sr. Haro, ¿cuándo planeamos volver al país? Necesito organizarlo todo, aquí el equipo médico está atrasado y no es bueno para su recuperación. No debemos demorarnos. —

Farel guardó silencio un momento antes de responderle—Me duele la herida, no puedo moverme ahora. —

—¿Aún le duele? — Joan se angustió aún más— Entonces debemos regresar cuanto antes. Eso significa que los médicos aquí no son buenos, ni lo es su técnica. Deberíamos ir a revisarlo bien en el país, no vaya a ser que quede alguna secuela. —

Farel—……—

Miró a Joan con un tono de voz enigmático.

—Lo de volver, no hay prisa.copy right hot novel pub

Aquí también puedo recuperarme. —

—Pero su herida…—

—Yo soy médico, sé mejor que tú cómo estoy. —

Farel lo interrumpió, estaba muy decidido.

Evrie se mantuvo al margen escuchando su conversación, y con cierta vacilación le dijo:

—Dr. Farel, tal vez sería mejor regresar pronto, en el país estaría más seguro para su recuperación. —

Aquí, en cada momento, todo estaba lleno de incertidumbre.

Si otra milicia atacaba, no sería fácil esconderse y temía que Farel sufriera más daño.

—¿Tienes tantas ganas de volver? — Farel levantó la vista hacia ella.

Evrie asintió—Por supuesto. —

Lo ansiaba cada segundo.

Solo aquellos que habían salido con vida del Triángulo Norte podían entender su desesperado deseo de regresar.

—Pero yo no quiero. —

Farel murmuró en voz baja.

—¿Qué? —

Evrie no entendió lo que le dijo.

—Nada. — Farel tomó un teléfono auxiliar de la mesita de noche y se lo puso en las manos a Evrie— Llama a tu padre, dile que estás bien. Él está muy preocupado. —

Evrie recordó que hacía mucho que no se comunicaba con su papá.

Ni siquiera sabía cómo iba su recuperación.

Obediente, tomó el móvil y salió al balcón para llamar a Pablo.

En la habitación, solo quedaban Farel y Joan.

Farel yacía en la cama, pálido, pero su presencia seguía siendo dominante y opresiva.

—Bloquea la noticia de mi disparo, cancela los planes de regresar por ahora. Me quedaré aquí a recuperarme.

Joan no entendía—Sr. Haro, pero…—

—Haz lo que te digo. — Farel era intransigente— Si no te gusta, puedes volver tú, pero mantén el secreto. —

Joan—……—

—Me quedo contigo, si tú no regresas, yo tampoco lo haré. —

Joan negó con la cabeza como si fuera un muñeco, decidido.

Farel simplemente le dijo—Entonces ve y trabaja, bloquea la noticia, no dejes que se filtre nada. —

Joan—Los demás pueden ser controlados, pero la Familia Da Silva probablemente ya lo sabe. Ellos están muy pendientes de tus movimientos. —

—Entendido. —

Joan soltó un suspiro y se marchó a trabajar.

En el balcón, Evrie seguía hablando por teléfono.

—Papá, ya estoy bien, ahora estoy segura, pero ¿y tú? ¿Cómo está tu pierna? —

Pablo se detuvo a mitad de la frase, como si hubiera algo que no podía decirle.

—Papá, ¿conoces a Leandro? —

Evrie captó lo importante en las palabras de su padre y le preguntó sorprendida.

—Es una larga historia, mejor te la cuento cuando vuelvas al país. —

Viendo que Evrie no quería hablar más del asunto, tampoco insistió y tras dar algunas instrucciones más, colgó el teléfono.

Cuando volvió a la habitación, Joan ya se había ido.

Evrie le devolvió el móvil a Farel, y de repente recordó que había algo que aún no le había dicho.

—Ah, hay algo que necesito decirte. —

—¿Qué sucede? —

—Tu sobrino, Zeus, trabaja como matón en el Parque LR de Leandro, y hasta es uno de los cabecillas. Él y Leandro están en el mismo bando. —

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