Receta para robarle el corazón al Dr. Farel novela completa -
Capítulo 378
Capítulo 378
-¿Cómo es que tienes pruebas de los crímenes de la Familia Da Silva?–
Evrie miró hacia ella sorprendida.
Las evidencias que podrían derrumbar a la Familia Da Silva en poco tiempo debían ser muy contundentes y estar relacionadas con Leandro.
¿Cómo había llegado a tener en sus manos algo que comprometía a Leandro?
-Por supuesto, son cosas que he ido recopilando a lo largo de los años.-
Giselle sonrió levemente -No tienes idea de cuánto tiempo he esperado para este día, para regresar al lugar que me pertenece y ver con mis propios ojos la caída de la Familia Da Silva.-
Evrie guardó silencio.
No sabía mucho acerca de Giselle, pero estaba al tanto de que en su momento Leandro la llevó al Triángulo Norte y lo que sucedió después era un misterio para todos.
Sin embargo, era evidente que existía una relación profunda entre ella y Leandro.
-Señorita Rivera, si me permite la pregunta, ¿cómo la encontró Tomeo?–
Giselle bajó la mirada y comenzó a hablar en voz baja.
-Leandro murió, y con él mi cautiverio.-
Era como si hablara consigo misma, pero también parecía un mensaje para Evrie.
-Cuando él me llevó al Triángulo Norte, rápidamente un jefe de una mina local se fijó en mí. A ese hombre le faltaba una hija y, al ver mi talento con las gemas, me compró del Parque LR para que aprendiera a apostar en piedras preciosas.-
Evrie se sorprendió.
Resultó que Giselle había estado todo este tiempo en el Triángulo Norte.
Siendo hija del magnate de antigüedades Tomeo, naturalmente tenía un don excepcional para las piedras preciosas y las joyas.
-Tomeo la ha buscado por más de una década, ¿por qué no pensó en regresar antes?– preguntó Evrie.
-Fue un camino lleno de contratiempos, tuve una fiebre alta y no recuerdo bien las cosas antes de los cinco años, pero vagamente recordaba tener un padre y un hermano, aunque olvidé sus nombres.-
Giselle suspiró -Más tarde, el poder de Leandro creció tanto que podía codearse con mi padre adoptivo. Con las apuestas hice mucho dinero para ellos, así que menos razón tenían para dejarme volver. Pero debido a mi situación, estos años he tenido acceso a muchos secretos internos y he conseguido pruebas de las conexiones privadas de Leandro con la Familia Da Silva. Siempre pensé que algún día podrían servirme.-
-Después de la muerte de Leandro, fue Marcos quien me encontró y me devolvió al país con el dinero de la Familia
Rivera.-
Así que ese había sido su recorrido.
Sus experiencias, resumidas en unas pocas palabras, eran a la vez completas y desgarradoras.
Pero Evrie aún sentía que algo no estaba bien.
Quizás por su excesiva cautela, siempre mantenía una cierta distancia con Giselle.
De reojo, vio que debajo de la manga de Giselle se asomaba una parte de su brazo, con cicatrices profundas y enrojecidas.
Parecían antiguas, con la carne ya crecida.
Evrie se sorprendió -Tu brazo…-
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Capitulo 378
-Fue un pequeño incidente, un asunto con Leandro cuando era niña, ya casi está curado.-
Evrie observó esas cicatrices, así como las quemaduras cubiertas que parecían horrorosas y dolorosas.
De repente recordó el comportamiento perturbado de Leandro en el sótano de Brasil.
Apuró sus labios -Además de golpearte, ¿hizo algo más?–
Por ejemplo, mutilaciones.
O abusos.
Giselle cambió ligeramente de expresión -No quiero hablar de eso.-
Parecía muy reacia a recordar, incluso su semblante se alteró.
Evrie se dio cuenta de que había sido imprudente y se disculpó -Lo siento, no quise ofenderte.-
-No importa, ya estoy acostumbrada.-
Giselle se acercó con interés hacia el escritorio de Evrie -¿Podrías enseñarme sobre arquitectura? Me gusta mucho
eso.-
¿Arquitectura?
Evrie se quedó perpleja.
Si Giselle tenía tanto talento para las joyas, ¿por qué querría dedicarse a la arquitectura?
Y además… el diseño arquitectónico era la especialidad de Leandro.
¿Qué estaba planeando?
Capítulo 379
Capítulo 379
-Disculpe, soy aún una novata, no tengo la experiencia suficiente para guiarla- dijo Evrie con tacto, rechazando la petición de Giselle.
Giselle guardó silencio por un momento, claramente desilusionada.
-¿Es que desconfías de mi?– preguntó.
Evrie se quedó sorprendida, sin saber qué responder.
Con una risa autocritica, Giselle continuó -Es cierto, personas como nosotros, que hemos sido engañadas, siempre debemos estar alerta, ya no podemos confiar plenamente en nadie.—
-La soledad es lo normal,– concluyó.
Evrie no encontró qué decir. Ella admitió que sí sentía desconfianza.
Aunque Giselle parecía muy sola, Evrie estaba segura de su decisión.
-Lo siento mucho, Srta. Rivera, entiendo cómo se siente, pero cada quien vive a su manera. Espero que pueda superar sus traumas pronto. Tengo trabajo y no puedo quedarme aquí en la oficina contigo, por favor entiéndelo.-
Dicho esto, Evrie recogió la carpeta de su escritorio y se despidió de Giselle.
Giselle asintió, indicando que no era de importancia.
-Gracias por consolarme.-
-No hay de qué.-
Evrie se despidió cortésmente, saludó a su jefe y salió de la oficina.
Tenía que ir al departamento de proyectos para revisar la situación actual de la Plaza de Plata.
La tarea era extremadamente ardua, ya que estaba en juego la supervivencia del edificio entero, por lo que tenía que doblar su energía y tiempo.
Estaba decidida a hacer el trabajo de recuperación lo mejor posible.
Evrie tomó el metro hacia la Plaza de Plata.
Al llegar, vio un llamativo Lincoln estacionado en la entrada. La puerta se abrió y un joven bien vestido bajó del asiento del copiloto y se acercó a Evrie.
-Señorita Evrie, disculpe la molestia, pero mi patrón quisiera hablar con usted.-
Evrie conocía a este hombre; era el joven asistente de Tomeo.
Levantó la vista y, efectivamente, allí estaba Tomeo en el carro, saludándola con la mano.
Después de todo, era el principal inversor del proyecto.
Naturalmente, Evrie se acercó.
-¿Sr. Tomeo, usted me buscaba?–
-Suba y hablemos.-
Tomeo señaló el asiento frente a él.
Era un Lincoln limusina, espacioso y lujoso por dentro, con una pequeña mesa puesta y tazas de café humeante.
Parecía que había estado esperándola un rato.
-No se preocupe, mi asistente y el chofer están afuera, y las puertas del carro estarán abiertas todo el tiempo, no habrá ningún riesgo.-
Tomeo añadió rápidamente.
Evrie pensó un momento y con cortesía subió al carro, sentándose frente a él.
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