Farel entrecerró los ojos. —¿Así que piensas matarme por Leandro? —

—¿Por qué no? — Giselle le respondió con una sonrisa fría. —Si él pudo morir, ¿por qué no podrías morir tú? —

Farel le lanzó una risa helada. —¿Usarme como acompañante en la muerte de Leandro? ¿Crees que él merece eso? —

—Sí, lo merece, y con creces. —

Los ojos de Giselle se enrojecieron, y un odio profundo se filtró desde el fondo de su mirada.

—Cuando estaba vivo, Leandro siempre se comparaba contigo, luchando por recursos, peleando por una mujer, pero siempre era derrotado por tus malditos privilegios de clase alta, hasta ahora. Aquí estás, de pie sobre este puente, todavía hablando desde lo alto, diciendo que él no se merece nada…—

Giselle pronunció cada palabra con una ironía mordaz, sus ojos brillaban con un rojo intenso.

—Ustedes son realmente repugnantes. —

Farel finalmente comprendió. —Así que tú también tuviste que ver en las desgracias de mi padre.—

—Sí. — Giselle sonrió. —Quiero que te quedes sin nada, que te enfrentes a él limpio, sin tus privilegios. —

—Él te adoraba tanto, entonces, salta de aquí y acompáñalo, compite con él sin nada, sin tus privilegios. —

—El verdadero ganador nunca ha nacido. —

—Si vas a morir, ¡muere con él! —

Desde un carro cercano, Evrie escuchó vagamente estas palabras y sintió un escalofrío.

Su blanco era, de hecho, Farel.

Ella había regresado con la decisión de morir para vengar a Leandro.

—Señorita Evrie, nuestros hombres van a rodear por detrás para tratar de salvar a la Srta. Irene. Usted debe quedarse aquí, no puede salir bajo ninguna razón. —

El corazón de Evrie se aceleró. —Su objetivo es la vida de Farel, no Irene. —

Pero la situación era crítica, y los guardaespaldas ya habían salido del coche.copy right hot novel pub

Sobre el puente, el rostro de Farel estaba frío al extremo.

—Si quieres mi vida, suelta a la niña, y yo cooperaré contigo. —

Giselle se rio como una loca. —Si mueres, ella naturalmente vivirá, al igual que la persona que más amas. Lo diré de nuevo, solo quiero tu muerte. —

El viento despeinó el cabello de Giselle sobre el puente.

Justo después de sus palabras, los pasos de gente alrededor comenzaron a resonar.

Los guardaespaldas comenzaron a rodearlos.

A lo lejos, un jadeante Félix se acercó, gritando con horror hacia Giselle.

—¡Giselle, no seas tonta, deja a la niña en paz, esa es la hija de Emanuel, no podemos meternos con él! —

—Son solo cosas muertas. Si nadie las quiere, ¿cómo pueden ser tesoros? —

La gente seguía reuniéndose en los alrededores.

El pequeño cuerpo de Irene se balanceaba en el viento, llorando hasta casi asfixiarse.

Farel rápidamente volcó una columna del puente y sacó una bomba que tenía escondida.

—No la toques, haré lo que me pides.

—Ya es demasiado tarde. —

Giselle lanzó a Irene con fuerza, y su pequeño cuerpo voló por unos metros.

Farel se lanzó instintivamente hacia adelante, arrodillándose y protegiendo a Irene en sus brazos.

En ese instante, el cañón del arma de Giselle apuntó a su frente.

—Bang— resonó el disparo.

Se oyó el sonido de una bala impactando en alguien.

A su lado, una mujer gemía de dolor.

La sangre goteaba, tiñendo de rojo su vestido blanco.

Los ojos de Farel se dilataron, viendo a la mujer que se interpuso frente a él, sus pestañas temblaban.

—¿Qué haces? —

Los labios de Evrie se tornaron pálidos rápidamente, y le hizo una señal con los suyos.

—Tengo que salvarte. —

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