Pasó lo que más temía en ese momento.

El niño no había sobrevivido.

Evrie permanecía en silencio, sin mostrar ninguna emoción.

Debería haberlo anticipado, después de todo lo que había pasado, ¿cómo podría haber seguido adelante con el embarazo?

Con los ojos cerrados, las lágrimas rodaban por sus sienes, desapareciendo en su cabello.

Joan, con el corazón encogido, intentaba consolarla cambiando sutilmente de tema.

—Señorita Evrie, gracias por salvar al Señor Haro— murmuró, intentando distraerla.

—Fue pura suerte, el Señor Haro se agachó para proteger a Irene y no pudo ocultarse a tiempo de las balas. Por fortuna, usted bloqueó la bala con su cuerpo, de lo contrario, él…— Joan no terminó la frase, la implicación era clara.

Después de un largo silencio, Evrie le habló con una voz baja.

—Quizás fue el destino— le dijo mientras acariciaba el grueso vendaje en su vientre, su voz sonaba tranquila pero llena de tristeza.

—Ninguno de nosotros quería su llegada, incluso pensamos en abortarlo. Él llegó en silencio, salvó la vida de su padre y se fue. —

Joan se sentía incómodo y no pudo responderle.

—Toc, toc— se escuchó en la puerta.

Blanca entró llevando flores y al ver a Evrie, sus ojos se iluminaron. —¡Evi, despertaste, qué alivio que finalmente estés despierta! —

Evrie le preguntó —¿Cuánto tiempo dormí?—

—Dos días enteros, estaba tan preocupada… gracias a Dios que estás bien, de lo contrario, no sé qué me habría hecho— Blanca se sentó junto a la cama, mirándola con preocupación. —Evi, no te aflijas, todo mejorará. —

Evrie asintió, su mirada recorrió la habitación en busca de Farel, pero no lo encontró.

Fijó su mirada en Joan y le preguntó —¿Dónde está Farel? —

Joan vaciló, su expresión era incómoda.

—¿Aún quiere divorciarse de mí? — Evrie continuó.

Joan se angustió y no pudo mirarla a los ojos.

—Estar con él es demasiado peligroso para usted— fue todo lo que pudo decir.

Evrie se quedó en silencio unos segundos y luego susurró —¿Hay algo más peligroso que recibir un disparo y perder a mi hijo? —

Joan se quedó sin palabras, su expresión era compleja, como si tuviera demasiado que decir pero no podía decirlo.copy right hot novel pub

Las circunstancias actuales habían enredado a Farel en asuntos complejos, y aunque Giselle había muerto, no estaban seguros de qué más podría traer Marín.

En este momento crítico, cada paso era como caminar sobre un alambre.

Con Farel cerca, el peligro para Evrie era inminente.

Él no se atrevía a arriesgarse.

Evrie dejó de mirarlo y giró su cabeza —Dile que si no aparece, no se lo perdonaré nunca. —

Joan bajó la cabeza y salió de la habitación.

Blanca se quedó a su lado, acomodando cuidadosamente la manta sobre ella.

—Evi, amar demasiado puede ser muy doloroso— le dijo suavemente.

Evrie sonrió con ironía —¿Qué más puedo hacer? Ya estoy atrapada, solo queda aceptarlo. —

Blanca se quedó un buen rato, pero finalmente una llamada telefónica la sacó del hospital debido a un proyecto.

Joan fue llamado por los médicos para firmar algunos papeles.

La luz cálida de la tarde se filtraba a través de la ventana, creando un ambiente apacible.

Evrie se apoyó en la cabecera de la cama, esperando minuto a minuto por él.

La enfermera entró varias veces para cambiarle el vendaje y hacerle un chequeo.

Ella seguía esperando, por mucho tiempo.

Desde la puesta del sol hasta el ascenso de la luna.

Y desde que se ocultó la luna hasta que el cielo comenzó a teñirse con una luz naranja tenue.

Afuera todavía estaba oscuro y no se veía nada claramente.

Evrie extendió su mano, con dificultad abrió el cajón de la mesilla de noche.

Dentro había un acuerdo de divorcio y un bolígrafo.

Observó esos papeles con una mirada muy oscura.

—Bibibi— su teléfono comenzó a vibrar.

Evrie, con los ojos iluminados, lo tomó rápidamente sin mirar y contestó la llamada.

—¿Finalmente vas a hablarme? —

—Evi, nuestra madre acaba de fallecer— era la voz de Óscar.

La mano de Evrie se quedó suspendida en el aire.

—El funeral es mañana, debes volver— continuó.

Evrie se quedó congelada.

Sus lágrimas fluyeron incontrolablemente.

El teléfono siguió sonando con un tono de ocupado.

La respiración de Evrie se detuvo, las lágrimas caían una tras otra sobre la manta.

Recuerdos de toda una vida desde su infancia hasta el presente inundaron su mente.

—Mi querida Evi es tan bonita, será una belleza cuando crezca, qué linda eres mi amor—.

—Eres una maldición. Le has traído desgracia a toda la familia. ¿Por qué no te mueres tú? ¡El que debería estar muerto eres tú! —

—Comer y comer, eso es lo único que sabes hacer, como si fueras un alma hambrienta reencarnada. Mejor sal a la calle y deja que un coche te atropelle, así al menos me ahorraré un montón en comida. —

—…—

Ding.

El celular sonó una vez, interrumpiendo los pensamientos de Evrie.

Era un mensaje de Óscar por WhatsApp.

Mamá me dijo que te avisara, que tú eres su hija.

Evrie fijó su mirada en esas palabras, las lágrimas nublando su visión.

Temblorosa, cerró la conversación y miró la foto de perfil de Farel.

Una ola de tristeza, desamparo, injusticia y dolor la inundó, apretando su corazón con fuerza.

No pudo evitarlo y marcó su número.

—Lo siento, el teléfono al que llama está apagado…—

Evrie se detuvo en seco, sus lágrimas caían desconsoladamente.

Lloró convulsivamente, sus hombros temblaban.

Su manta estaba empapada en lágrimas, y en la penumbra, su rostro estaba cubierto por el llanto.

Con cada trazo.

Firmó su nombre.

Amaneció.

El sol se abrió paso a través de las nubes, sus rayos iluminaron la habitación del hospital.

Pero su mundo, se había sumido en la oscuridad total.

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