Evrie arqueó una ceja y le entregó la comida para llevar a sus manos con un aire de autoridad.

—Ve al comedor y ábrelo para mí.—

Farel miró hacia abajo la comida en la bolsa y frunció ligeramente el ceño.

—¿Vas a comer solo esto?—

Evrie parpadeó y confesó sinceramente—No tengo mucha hambre, con un par de bocados me arreglo.—

—No, yo cocinaré para ti.—

Farel interrumpió sus palabras, se cambió de zapatos y se dirigió a la cocina con una bolsa de ingredientes.

Evrie observó su confiada silueta y no pudo evitar sonreír.

Antes siempre había sido ella quien se encargaba de la cocina mientras él esperaba como un señor.

Parece que desde que se casaron, ella rara vez había cocinado.

La cocina casi había sido monopolizada por Farel.

De repente, Evrie soltó—Sr. Haro, si le ganas a Marín, cásate conmigo.—

La esquina de los labios de Farel se curvó hacia arriba, su voz llena de placer—De acuerdo.—

—Y si pierdes, quédate en casa como un esposo que se dedica a la cocina. Yo te mantendré, te daré dinero para tus gastos cada mes, este apartamento también es todo tuyo para vivir, y si no te sientes seguro, también puedo agregar tu nombre.—

Farel—……—

Él giró su cabeza para mirarla y dijo con una voz profunda—Ahora que la diseñadora Evrie tiene dinero, hasta puede mantener a un hombre.—

Evrie levantó sus cejas, aún más interesada.

—Experimenta la alegría de ser un hombre, ahora que lo pienso, tener dinero es realmente agradable.—

Siguiendo su comentario, Farel preguntó—¿Sientes la emoción de una carrera en auge? Tu actitud no era la misma hace dos meses.—

Evrie no podía ignorar el subtexto de sus palabras.

Tenía que admitir que, en ciertos momentos, Farel entendía sus necesidades mejor que ella misma.

Si en aquel entonces él no la hubiera llevado consigo, quizás… la escena de hoy sería muy diferente.copy right hot novel pub

Evrie podría seguir siendo su Evrie.

Pero la Evrie de hoy ya no era la misma diseñadora de antes.

Evrie dio dos pasos hacia adelante y abrazó la delgada cintura de Farel desde atrás.

—Hmm… de repente siento que mi Farel es incluso mejor que lo que mi fe me prometía, así que debo aferrarme a ti, si te pierdo, no habrá otro.—

Ella estaba particularmente romántica hoy.

Tanto que Farel no pudo resistirse.

Su nuez de Adán se movió y mientras servía los fideos, le recordó con una voz firme.

—Si sigues abrazándome unos minutos más, olvídate de la cena, te comeré aquí mismo.—

Al oír esto, Evrie soltó sus brazos instintivamente.

Este hombre… no tenía ni un solo pensamiento saludable en la cabeza.

Farel cocinó dos sencillos platos de fideos y los llevó a la mesa, Evrie lo siguió para tomar las cucharas.

Hacía mucho que no compartían un momento tan cálido.

Ahora que habían mostrado sus cartas a Marín.

Ya no tendrían que esconderse ni evitar nada más.

Cualquier peligro o tormenta, lo enfrentarían juntos.

Después de la cena, todavía era temprano, Evrie yacía en el sofá de la sala viendo televisión, cubierta con una manta y apoyando la cabeza en las piernas del hombre.

De repente dijo—La sala es demasiado grande, hace un poco de frío.—

Evrie tiró de la manta para envolverlo también—¿Frío? No está tan mal.—

—Tampoco es muy animado, demasiado tranquilo.

Farel añadió.

Evrie preguntó confundida—¿No te gusta un ambiente tranquilo y frío?—

—Ese gato de Barrio El Magnético lleva dos noches sin verme, me pregunto cómo estará.—

¿El gato?

Evrie de pronto recordó a aquel gato naranja regordete.

Después de cuatro años de una vida tan cómoda, su ánimo no podía estar tan mal.

Levantó la mirada hacia Farel y preguntó con calma—¿Qué es lo que realmente quieres decir?—

Farel entreabrió los labios, la atrajo hacia su abrazo, su calor corporal se transmitía sobre ella, y cerca de su oído estaba la petición seria y baja del hombre.

—Evi, ven conmigo a Barrio El Magnético, ¿quieres?—

Evrie… ¿qué…?

Después de tantas insinuaciones, resultó que aquí estaba esperándola.

Ella preguntó en voz baja: —¿No te gusta Residencias Árbol Dorado?—

Durante cuatro años, él había cuidado solo el apartamento en Barrio El Magnético.

Cada centímetro del lugar, cada rincón, meticulosamente devuelto a su estado original.

Cada noche, desesperadamente, fantaseaba con que al despertar, al abrir los ojos, podría ver la figura de Evrie.

Ese sueño se prolongó por cuatro años.

La mirada de Evrie se posó en su rostro apuesto y dijo relajadamente: —Está bien, veamos cómo te desempeñas esta noche.—

Al escuchar eso, Farel aumentó la intensidad de sus caricias.

Justo cuando Evrie se sentía cómoda y a punto de quedarse dormida, la voz de él llegó a sus oídos.

—Si no estás satisfecha, puedo esforzarme aún más, como por ejemplo…—

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