Farel miró su cara mojada, como si acabara de salir de un chapuzón, con las pestañas goteando y el pelo escurriendo agua y lleno de espuma.
Sus ojos eran como dos uvas negras remojadas en agua, que al mirarlo titilaban entre la inocencia y la súplica.
Parece que estaba en medio de su baño cuando el agua se cortó, y fue entonces cuando recordó pedirle ayuda a él.
Farel se apartó para dejarla entrar.
Evrie corrió directo al baño de visitas como si conociera el camino de memoria, cerró la puerta tras de sí y abrió la regadera.
El agua tibia salió, cayendo suavemente sobre su cuerpo. Evrie suspiró cómodamente y se enjuagó el cabello nuevamente.
Era rápida y en poco tiempo ya estaba limpia.
Después de todo, estaba en la habitación de Farel y no quería demorarse mucho.
Cerró el agua, se secó el cuerpo y se dispuso a ponerse el pijama. Esta vez había preparado todo, ropa de dormir limpia y su propia toalla. No tomaría nada de la casa de Farel.
Estaba abrochándose el pijama cuando la puerta del baño se abrió de golpe.
Farel, con sus largas piernas, entró apresuradamente.
—¡Ah!— Evrie pegó un grito del susto.
Al segundo siguiente, se encontró contra el lavamanos, con su pijama a medio abrochar colgando torcido de su brazo.
Evrie sintió cómo su corazón se aceleraba mientras apoyaba sus manos en su pecho diciendo —Espera, aún no me he secado…—
—No hace falta—, la interrumpió Farel con un beso —De todas formas, en un rato tendremos que mojarnos de nuevo—.
—Mmm..copy right hot novel pub
.—
Evrie quería decir algo más, pero él selló sus labios con los suyos con firmeza.
En el reducido espacio, el sonido del agua seguía fluyendo…
A las dos de la madrugada, cuando por fin Farel quedó satisfecho, Evrie aprovechó que él se duchaba para escabullirse de regreso a su habitación.
Dormir en la misma cama que él era muy peligroso, podría despertarse con otra sorpresa por la mañana, y ella no estaba segura de poder resistirlo.
A la mañana siguiente, Evrie llamó a la administración de la propiedad para que arreglaran las tuberías de agua.
Por suerte, el plomero trabajó rápido y pronto tuvo agua de nuevo.
Apenas llegó a la empresa, Leandro la llamó a su oficina y le dio una noticia que la dejó atónita.
Evrie estaba sorprendida —¿Tan pronto? Pero si aún no tengo mi pasaporte—.
Evrie estaba desorientada ante la noticia inesperada, y sin tiempo para prepararse mentalmente.
Leandro percibió su ansiedad y la tranquilizó diciendo: —No te preocupes. Solo sígueme. Ya he asignado el proyecto del hospital nacional a otra persona.
Creo que para ti es mejor irte cuanto antes, así podrás crecer más rápido y te convertirás en una excelente arquitecta independiente—.
Evrie se sintió tentada.
Tenía razón.
Si podía acceder a proyectos internacionales más rápido, estaría encantada.
Solo le preocupaba cómo hablar con Farel, seguramente tendría que encontrar la forma de convencerlo otra vez.
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