Reconquistando a Mi Encantadora Secretaria por Joana Del Río -
Reconquistando a Mi Encantadora Secretaria Capítulo 421
Capítulo421
Cira se cubrió la cara al darse cuenta de lo que acababa de suceder.
Incluso el padre de Cira no esperaba haber llegado a las manos, pero ya que lo hizo, apretó los puños con fuerza: ¡Soy tu padre! ¡Debes obedecerme! Si digo que no puedes casarte con él, jentonces no puedes! Él no es una buena persona! Cira bajó la mano y, con expresión tranquila, le preguntó: -Entonces, cuando me usaste como garantía en ese momento, ¿esos acreedores eran personas buenas?
El padre de Cira quedó completamente impactado.
Cira no era alguien a quien le gustara resucitar viejos rencores.
Ya sea por las acciones pasadas de Morgan hacia ella, o la decisión de sus padres de venderla en aquel entonces, después de elegir perdonar, adoptó una actitud de <<deja que el pasado sea pasado>>.
Pero hoy, el padre de Cira realmente la hizo perder la paciencia: -En ese momento, ya habías decidido no quererme, así que ahora no puedes seguir presionándome con el título de papá. En resumen, ya no tienes el derecho de intervenir en mi vida. Si vuelves a molestar a mi madre, me la llevaré.
Dicho eso, se dio la vuelta y se fue.
La bofetada en su rostro todavía ardía un poco cuando el viento sopló. Tragó saliva, se apresuró a salir corriendo por el callejón. Lo inesperado fue que, en la entrada del callejón, vio el coche familiar.
Morgan estaba apoyado en el coche, bañado por la cálida luz del sol, lo que le daba un toque adicional de calidez.
Cira se acercó lentamente, mirándolo aturdida:
¿Por qué aún no te has ido?
Morgan vio de inmediato la huella roja en su mejilla derecha y su mirada se volvió sombría: -Tú me lo dices. Ven aquí.
Claro que no se fue porque sospechaba que ella y su padre no terminarían bien. Cira se acercó a él, y él sácó las manos de los bolsillos para sostener el rostro de ella directamente. Las manos del hombre eran cálidas como un horno.
-¿Qué estás haciendo?
Cira le preguntó en voz baja.
Morgan le respondió suavemente: -Ayudándote a desinflamar.
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Hasta el anochecer, el padre de Cira no vio a ella regresar y, preocupado, decidió salir a buscarla. Al salir del callejón, se encontró con el llamativo coche lujoso estacionado en el lado de la carretera, que destacaba en el pequeño pueblo.
La ventana del coche se bajó lentamente, y el padre de Cira vio a ella acostada en el amplio asiento trasero del lujoso coche, con la cabeza apoyada en el muslo de Morgan, ya profundamente dormida.
La chaqueta de Morgan la cubría, y Cira se acurrucaba como un pájaro cansado que regresó a su nido, confiando en él.
¡El padre de Cira se sintió atónito!
Sus labios temblaban incontrolablemente, y era evidente que, en esa situación, Cira tenía una gran confianza en él…
Morgan no mostró ninguna emoción en sus ojos, no tenía la cortesía que había demostrado frente a la madre de Cira, solo una frialdad helada.
Sus labios se movieron ligeramente.
El padre de Cira lo miró fijamente, como si estuviera atrapado en una pesadilla de la que no podía despertar. En el sueño, el diablo le preguntaba: ¿dirías algo?
Él prácticamente huyó de regreso a casa.
Cira no sabía en qué momento se quedó dormida.
Después de pasar la mitad de la noche buscando cartas de amor, no había
dormido mucho. La cálida fragancia de madera en el automóvil la hizo sentir muy somnolienta.
Sintió un golpe de viento frío en su rostro y abrió los ojos, dándose cuenta de que la ventana del coche estaba abierta.
Cira murmuró: -Hacé frío.
Morgan subió la ventana y le acarició el cabello: -No es cómodo dormir en el coche. Voy a llevarte de vuelta a Costa Bella.
Cira negó con la cabeza: -Mañana es festivo, quiero quedarme en casa con mi madre.
Morgan bajó la mirada: -Te traeré de vuelta mañana por la noche.
Eso estaría bien.
En ese momento, Cira no sabía cómo enfrentarse a su padre. Llamó a la ama de
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llaves para pedirle que cuidara bien de su madre.
Hacia mucho tiempo que no iba a Costa Bella. Cuando entró, notó que en la amplia sala de estar, Morgan había colocado un nuevo juego de sofás.
Aunque no había una marca visible, sabía que sus cosas eran siempre las mejores. Ese juego de sofás, ya fuera auténtica piel hecha a mano de Italia of fabricado con precisión alemana, era lo mejor.
Cira estaba un poco perpleja: -¿No acababas de cambiar ese juego a principios de año? ¿Por qué lo cambiaste de nuevo?
Morgan le respondió lentamente:
Ese juego no era conveniente.
Cira preguntó: -¿En qué no era conveniente?
Morgan no le respondió de inmediato, solo la miró y desabrochó lentamente los botones de la camisa.
Sus dedos eran largos y de piel clara, destacando en la camisa negra, capturando la atención de Cira.
Luego lo vio quitarse la camisa, revelando un suéter negro ajustado que resaltaba los contornos de los músculos pectorales que ella había tocado antes.
Los parpadeos de Cira no eran naturales, ese hombre sabía exactamente cómo. seducir a la chica.
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