Capítulo 104: ¿Quién fue realmente despiadado?

Mi corazón dio un vuelco, me detuve en seco y me volví hacia la entrada.

La puerta se abrió y apareció Hernán. ¡Vaya pequeño este mundo! En el momento en que me vio, sus ojos se abrieron con cierto asombro y se congeló en su lugar.

Yo me puse nerviosa al instante, pues no esperaba encontrarme con él aquí.

Inconscientemente, apreté con fuerza los empujadores de dos maletas, que contenían en su mayoría ropa mía y de Dulcita, además de algunas cosas a las que no podía renunciar y tenían un gran valor sentimental para mí.

-Cariño, ¡has regresado! -exclamó él sorprendido, con una sonrisa cálida en su rostro. Se acercó rápidamente a mí y agregó: -María…

Retrocedí un paso. El hombre que tenía delante se había convertido en un extraño para mí desde algún momento. Cada vez que pensaba en él, me invadía una sensación de sufrir de pesadillas.

Repugnancia, miedo, odio… Sentimientos encontrados se me entrelazaban.

Al verme apartarme, Hernán frunció el ceño, pero luego esbozó una sonrisa. Echó un vistazo a las maletas que yo arrastraba y preguntó: -Cariño, ¿a dónde vas?

-Vine a recoger mis cosas -respondí con calma antes de seguir arrastrando el equipaje hacia la salida.

Él me agarró el brazo de golpe y, ansioso, dijo: —¡No, cariño, no puedes irte!

Me sobresalté y retiré rápidamente mi mano de su agarre, mirándolo con desagrado. -No me llames por cariño. Te pido que no vuelvas a llamarme así.

-¿Por qué eres tan terca? -expresó Hernán con una apariencia de impotencia- ¿Tan resuelta estás?

¿No sabes quién soy o qué? Si no fuera tan terca, ¿crees que habrías logrado engañarme hasta este punto? ¡Me vale cómo intenten arruinarme, pero casi pierdo a mi hija! ¿No es mi terquedad la que me ha llevado a esta situación? -exploté, incapaz de controlar mis emociones al verlo, y mi cuerpo comenzó a temblar- Hablando de ser resuelto, tú te llevas el premio.

-Entonces, ¿qué quieres que yo haga? Mi papá ya está en la cárcel debido a sus propios errores, ¿por qué sigues tan implacable ahora? -replicó Hernán, con rostro oscuro y retorcido, pareciendo estar luchando contra su propia ira- Todo está en tus manos ahora. ¿ Qué más necesitas? ¿Es que acaso tengo que irme al carajo para que estés contenta?

Diciendo eso, dio un paso hacia mí, sonrió maliciosamente y preguntó: -¿O ya tienes un plan,

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ansiosa por que Sofía dijo sobre tu astucia. ¡Eres realmente una mala mujer!

abandonarme? María, nunca pensé que fueras tan despiadada. No me sorprende lo

¿Sofía? Hernán hablaba de ella como si fuera su verdadera esposa, la que lo acompañaba y obedecia en todo, mientras que yo era nada más que una extraña en su búsqueda de desarrollo, una herramienta,

–¡Eres una sinvergüenza! -gruñí, furiosa, y traté de arrastrar las maletas hacia afuera.

Hernán me tiró con violencia hacia atrás. -¿Realmente crees que no sé lo que está pasando entre Patricio y tú? Has transferido todo el dinero, cambiado las cerraduras y las contraseñas. ¿ Qué diablos pretendes? Todo esto no es sólo tuyo. ¡No te pases! ¿Quieres quedarte con la casa, el coche y el dinero? ¡Eso es demasiado! ¿Quién te dio esa idea?

-¡Fue culpa tuya, y esto te lo ganaste! Escucha bien, todas estas cosas originalmente eran mías. Tú sabes mejor que nadie lo que hiciste. Si no hubieras actuado así conmigo, no estaríamos en esta situación. Hernán, mejor reflexiona sobre tus acciones.

Reacio a rendirse, Hernán me agarró por el brazo y me miró con una expresión llena de rencor. -María, has cambiado. No eras así antes. ¿Por qué me tratas de esta manera? ¿Por qué te volviste tan despiadada? ¡Piensa en nuestra Dulcita! ¿No quieres que tenga una familia completa? 2

Al escuchar esas palabras salir de su boca, no pude evitar reír fríamente y las encontré muy irónicas.

Mirando a Hernán, que tenía una mirada impotente, adiviné que se estaba quedando sin paciencia, así que le dije con una sonrisa tenue: —¿Una familia completa? Un padre que tiene aventuras con su tía todo el tiempo, un abuelo que no se preocupa por su vida, una abuela indiferente, y una tía que siempre quiere atormentarla y la ve como un estorbo… Dime, ¿qué tipo de vida le proporcionaría una familia así?

Tras eso, me alejé sin ganas de perder más tiempo con él. ¡Ese hombre no entendía nada! Y esa era la parte más triste de un matrimonio: que la persona a la que amabas no comprendía todo

que habías dado por él.

lo

Al ver que me iba, Hernán se acercó rápidamente para abrazarme. En ese momento, la puerta se abrió de golpe y Sofía se presentó como un fantasma en el umbral.

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