Capítulo 118: Golpe Brutal

Mi respiración se volvía cada vez más difícil, esa creciente sensación de asfixia me obligó a abrir los ojos desesperadamente, el deseo de sobrevivir hizo que mis manos agarraran descontroladamente la mano que me apretaba el cuello.

El amor de antaño había desaparecido por completo, el Hernán frente a mí era un demonio dispuesto a matarme en cualquier momento.

Luces parpadeantes llenaban mi visión, la grotesca cara de Hernán se volvía cada vez más borrosa, justo en el momento en que estuve a punto de perder el conocimiento, Hernán me arrojó como si fuera un trapo viejo, estrellándome fuertemente contra la pared del pasillo, el dolor mezclado con la asfixia me hizo desmayar brevemente.

Sujetándome el cuello, respiré con dificultad, el repentino flujo de aire fresco a mis pulmones me hizo toser intensamente, me sentía como un pez moribundo, tratando desesperadamente de respirar, retorciéndome.

En el pasillo, la anciana de la familia Cintas y Sofía observaban fríamente mi estado lamentable, me sorprendía su indiferencia.

Sofía, con una expresión de satisfacción y aprobación, dijo: -María, ¿ahora finalmente sabes lo que es la pena merecida, verdad? ¡Jajaja! Hermano, ya deberías haber mostrado tu autoridad antes, ella se lo merece.

Hernán, alabado, adoptaba una actitud poderosa, parecía haber olvidado su aspecto desaliñado en el hospital la noche anterior.

-¡Al final, ¿lo sacarás o no?! -gritó Hernán furiosamente, parecía una bestia enloquecida-. Pensé que tenías algo de utilidad, que podrías utilizar a Patricio para conseguir el proyecto. ¡ Pero resulta que no vales ni un centavo! ¿Crees que Patricio siquiera te consideraría?

-¡Finalmente estás diciendo la verdad! ¡Bellaco despreciable! -lo miré con desdén en mi

rostro.

-¡Habla! ¿Hasta dónde has llegado? ¿Le permitiste acostarse contigo? ¡Ni siquiera pudiste asegurar un contrato y aún así te atreves a pavonearte frente a mí! María, hoy debes devolver todo lo que te tragaste.

Terminó sus palabras y me pateó ferozmente dos veces en el cuerpo. Un dolor punzante que me hacía sentir como si me estuvieran desgarrando, me hizo inhalar bruscamente, con la vista

borrosa.

Al siguiente momento, Hernán se inclinó rápidamente, agarrando mi cabello, me levantó de un tirón, sentía un dolor penetrante en el cuero cabelludo. —¡Miserable! ¿Te atreves a engañarme? ¿Durante todos estos años, no fui amable contigo? ¿Te atreves a desafiarme? ¿A

*15 BONUS

El seguia maldecido entre dientes, mezclando la risa maliciosa de Sofia–Maria, ¿cómo te sientes ahora? Finalmente lo entiendes? ¿A quién ama realmente mi hermano? ¿Sigues tan orgullosa) Sigues actuando delante de mi?

Sofia me interrogaba una y otra vez.

Al terminar, con la ayuda de Hernán, agarrándome del cabello y mirándome, ime abofeteó con fuerza dos veces!

Apreté los dientes y miré a Hernán Tú no eres un hombre! ¡Te desprecio! ¡Si hoy no me matas, to haré entender qué significa perderlo todo!

La respuesta a mis palabras fue otro golpe, y solté un quejido al instante.

La anciana de la familia Cintas miraba inexpresivamente cómo su hijo y su hija me maltrataban.

Justo en ese momento, desde la escalera del pasillo, se escuchó un furioso grito de Ivanna: Maldito sea, Hernán, voy a enfrentarte! ¡Cómo te atreves a atacarla así!

Ivanna subió corriendo las escaleras y, no se sabía en cuál momento, consiguió un cuchillo brillante en la mano, corrió hacia nosotros como una loca, atacando sin preocuparse de nada, asustando a Sofía que huyó cubriéndose la cabeza.

Hernán también me soltó de la mano que me agarraba, esquivando, la anciana asustada se escondía y retrocedía temblando.

Una vez más fui arrojado al suelo, sintiendo que ya no tenía sensación de dolor.

-ildos… idos de aquí! -Ivanna gritaba enloquecido, apuntando con el cuchillo a Hernán y maldiciendo furiosamente, ¡Hernán, maldita sea tu ascendencia, espera! a

Después de caer las palabras, Ivanna tomó el teléfono para llamar a la policía, mientras yo yacía en el suelo sin mucho aliento. Ivanna me levantó de golpe, abrazándome, yo le negué con la cabeza y sonreí ligeramente, ¡Gracias por llegar a tiempo!

į Ivanna comenzó a llorar, -¡Estaba preocupado de que regresaras solo y te hicieran daño! ¡ Escoria!

Respiré hondamente, usando toda la fuerza que me quedaba, le dije a Ivanna, hay mucho que hacer! ¡Ayúdame a encontrar a unos periodistas! ¡Ahora mismo!

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