Capítulo 72: Protección Abierta

Ella empujó la puerta de mi oficina de golpe y me gritó: -María, ¿sigues aquí tan relajada? ¿ Eres digna de ser la esposa de Hernán?

Estaba sentada en mi silla, mirándola tranquilamente. Enseguida entró Víctor y se acercó para tratar de calmar la situación: –¿No puedes resolver tus asuntos en casa? Hay mucha gente en la empresa… pelear aquí no es una buena idea.

—¿Y qué importa si peleamos? ¿Tiene miedo de que la afecte? ¿Quién se cree que es? — Sofía insultó enojada.

A través de la ventana de cristal, vi a los empleados ponerse de pie y mirar hacia aquí.

Le dije a Víctor: -Haz que se vayan antes, jahora mismo!

Víctor salió rápidamente y dispersó a los empleados que estaban curiosos y se marcharon de la oficina a regañadientes.

Me senté con calma y miré a Sofía, luego le dije con serenidad: -Continúa, repite lo que dijiste hace un momento.

Víctor, viendo la situación, se colocó inmediatamente entre nosotros dos para evitar que peleáramos.

Sofía, mirándome con arrogancia, dijo: -Deja de actuar como si no supieras nada. Ha sucedido algo grande y tú solo te preocupas por el dinero. ¿Has planeado algo? ¿Hiciste que mi hermano te obedezca así?

Recién entonces entendí. Ella estaba furiosa por ese dinero, el que estaba destinado al pago de la casa en mi tarjeta.

-¿También te enteraste de lo sucedido? ¿Quién es el responsable?” Le pregunté con

indiferencia-, aunque sea un gran problema, es un asunto entre mi esposo y yo. ¿Por qué te apuras tanto?

Permanecí sentada con calma, observando cómo se ponía Sofía furiosa y ansiosa.

En ese momento, Hernán también entró y gritó a Sofía: ¿Qué te ha dado, estás loca?

—Estoy perfectamente cuerda, ¿por qué le diste dinero?– Sofía le gritó a Hernán —, esto definitivamente tiene que ver con ella. ¿Por qué todos los internautas están buscando quién es el fundador de la Corporación ConstruMateria? ¿Qué fundadora es ella? ¿Cuántos días trabajó?

Resultó que Sofía también era bastante astuta y había profundizado en la investigación.

Estaba mirando a Hernán, me levanté de un brinco y le dije: -¡Hernán, llegaste en el momento justo! Hoy mismo te preguntaré, ¿por qué Sofía se atreve a desafiarme? ¿Eh?

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-Yo no soy digna de ser la esposa de Hernán, ¿y tú sí lo eres? Haciéndote pasar por la Señora Cintas está bien, ¿y ahora también quieres controlar a tu hermano?

Miré a la arrogante Sofía y le grité: -Mi paciencia contigo tiene un límite, no me obligues a

tomar medidas.

Me acerqué lentamente, mirando enojada su rostro contorsionado.

Hernán tomó a Sofía y la puso detrás de él, me habló manteniendo la compostura: —¡Ya, basta! ¿No pueden darse un respiro? ¿Ni siquiera ven la situación que es?

Vi cómo se puso nervioso, protegiendo claramente a Sofía. Mi corazón se llenó de desilusión, los tiempos felices de antaño se desvanecieron como humo.

-¿Yo estoy causando problemas? ¿Es eso lo que piensas?

Di pasos lentos acercándome a Hernán. ¿Acaso quedaba entre nosotros solo ese lado desagradable? Parece que había sobreestimado la situación, pensando en dejarle una oportunidad. Pero en ese momento, ya no tenía esperanzas para el futuro.

-Hernán, ¿te das cuenta? Este es mi despacho.

-¿Y qué? Todo es por tu culpa que las cosas se han vuelto tan desastrosas–gritó Sofía detrás de Hernán, alzando la cabeza con una expresión triunfante-. Si pudieras darle a mi hermano la felicidad que se merece, ¿buscaría a otra mujer más? Ni siquiera te miras a ti misma, ya era hora de que te hicieras una autocrítica.

–¡Dilo de nuevo!— Mi corazón fue punzado por un dolor repentino.

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