Capítulo 93: Una Tarjeta De Habitación

En el instante en que fui arrastrado hacia la puerta, fui presionado contra ella con un fuerte golpe mientras se cerraba rápidamente, y mi nariz estaba llena de ese peculiar y fresco aroma.

Con asombro, levanté la mirada y vi ese rostro perfecto acercándose a mí. -¿Déjame ver, estás

herida?

-¿Qué estás haciendo? ¡Estás poniéndome en una situación embarazosa!

molesto.

-me sentí un poco

-¿Dónde está la herida? -preguntó de manera autoritaria, sin importarle lo que yo acababa

de decir.

Sin más remedio, aparté mi cabello de la frente, mostrandole la herida.

Al ver mi herida, él frunció el ceño bruscamente, su mirada se volvió fría y aterradora, nunca lo había visto así.

Rápidamente dejé caer mi cabello de nuevo para cubrir la herida y nerviosamente dije, —¡ Estoy bien!

Con un tono frío, murmuró, -¿Estás bromeando? ¿Con una herida tan grande dices que estás bien? ¿Eres masoquista?

Lo’miré de repente, pero una sensación de angustia inexplicable surgió, y las lágrimas estaban a punto de salir.

Patricio me vio mirándolo tercamente, entrecerró los ojos y su voz se calmó un poco. -¿Por qué no me llamaste?

Volteé mi rostro hacia un lado y, de manera un poco terca, dije, -Soy una mujer casada, llamarte constantemente sería una señal equivocada. ¡No quiero molestarte!

Antes de que pudiera terminar de hablar, me arrastró hacia él y sujetó mi cintura. —¿Estás reacia a decir la verdad?

Hice un puchero. Este hombre era realmente dominante, no sabía cómo me había metido con él. Sabía que esta atracción no era correcta, pero en lo más profundo de mi ser, no podía contener las ganas de acercarme a él, buscando esa especie de seguridad como un puerto seguro. Esta contradicción me causaba dolor.

El deseo incontrolable también era un tipo de dolor.

-Después de resolver todo esto, ¡déjalo! -ordenó con su tono.

Para ser honesta, no me gustaba que me dieran órdenes, pero de alguna manera inexplicable, deseaba que lo hiciera él. Cada vez que pensaba en alejarme, aparecía en mi mente la imagen de

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Sin decir una palabra, me acurruqué en su abrazo, rodeando su cintura instintivamente, sintiendo esa paz y seguridad.

¿Por qué estás callada? ¿Realmente piensas seguir con él? – su tono estaba lleno de desdén.

Tengo mis propios planes, no es tan simple como piensas, hay muchas cosas…

-Parece que todavía tienes una pizca de esperanza en él, ¡realmente eres una masoquista! —-la cara de Patricio se oscureció-. Uno no cambia su rumbo hasta que se estrella contra una pared. ¡Pronto te haré desistir!

Terminado esto, agarró mi cabeza y me besó con cierta fuerza, ese beso me dejó aturdida por

un momento…

De repente, resonaron pasos apresurados en el pasillo. Me asusté y rápidamente lo aparté. No sabía qué estaba haciendo, había invitados esperando por la anfitriona en el salón, pero aquí estaba yo, aferrándome al abrazo de un hombre.

Forcejeé, intentando salir, pero él me detuvo y metió una tarjeta en mi mano. -Es la tarjeta de la habitación arriba, ¡sube en 20 minutos!

Rápidamente le devolví la tarjeta. No iba a ir, no podía hacer algo similar a lo de Hernán. Después de todo, hoy era el aniversario de nuestra boda, al menos todavía era la esposa de Hernán.

¿En qué estás pensando? -Patricio sostenía la tarjeta con sus largos dedos, mirando mi rostro sonrojado-. ¿Estás pensando demasiado? Si es así, estoy dispuesto a cooperar.

-¿Qué estás diciendo? —gruñí, airada, tratando de alejarme.

Él me volvió a poner la tarjeta en la mano. -Lo sabrás en ese momento, ¡tú decides si vienes o no!

Dicho esto,

él abrió la puerta, salió de la habitación y me dejó sola sosteniendo la tarjeta.

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