Recuperando a mi multimillonaria esposa -
Capítulo 97
Capítulo 97: Arrodillarse Para Suplicar
Todo en la villa estaba preparado meticulosamente. Era evidente que este nido de amor fue creado con mucho esmero por los dos, aunque quizás no se imaginaron que yo llegaría primero.
A partir de hoy, este lugar sería el punto de partida de mi nueva vida. Una sonrisa amarga se dibujó en mi rostro, ¡consideré este lugar como un gran regalo de Hernán para mí! Sin embargo, no sería un aniversario de boda, sino el día de testimonio de un divorcio.
Cuando le dije a Dulcita que este sería su nueva casa, ella se puso extremadamente feliz y correteó
por todas
todas partes.
Los niños nunca entienden el dolor en el corazón de los adultos.
Justo cuando ella se había dormido, Hernán llegó.
A pesar de estar bien vestido, su rostro mostraba moretones. Parecía haber sido golpeado severamente. Después de entrar, sin importarle si Ivannana estaba o no, se dirigió directamente hacia mí y se arrodilló frente a mí de repentino, esta era la segunda vez que lo hacía. Sus rodillas realmente eran blandas, no tan duras como su polla.
Lo miré con desprecio y le dije con calma: -Si todavía estás pensando en decir lo mismo que antes, no es necesario que lo repitas. ¡Puedes irte!
Mi amor… no digas eso, ¿a dónde quieres que vaya? Donde estés tú, ahí estaré yo. ¡Tú eres mi hogar! -Hernán tenía una actitud sumisa, como un niño que esperaba ser castigado por haber hecho algo mal. Sin embargo, sus palabras en ese momento me resultaron repulsivas.
-Jaja, ¿crees que con esas palabras aún tienes alguna credibilidad? -reí sin compasión, mirándolo y le pregunté-. Hemos estado juntos casi diez años, Hernán, dime, ¿cuáles de tus palabras son verdaderas y cuáles son mentiras?
-Por un lado, hablas de vivir bien conmigo, pero en un evento tan importante, ¿cómo puedes abandonar a todos los invitados y escaparte con ella delante de todos? ¿Qué tan ansioso estabas?
Aunque parecía calmada, mi corazón estaba sufriendo un dolor insoportable.
-¿En ese momento, acaso no pensaste en mí, quien todavía estaba sonriendo y recibiendo a los invitados? ¿Qué diablos significo para ti?
Él dio un par de pasos hacia adelante para acercarse a mí, pero yo grité furiosamente: -¡ Aléjate, no me toques, mé repugnas!
Al escuchar mis palabras, Hernán se quedó inmóvil, como si hubiera sido paralizado al instante.
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Me levanté con intención de alejarme de él, pero de repente se puso de pie, me abrazó y trató de besarme. Sin pensarlo, levanté la pierna bruscamente y le di un fuerte golpe en la entrepierna con la rodilla, lo que provocó un grito de dolor por parte de Hernán.
Ivanna quise acudir en mi ayuda, pero al escuchar el grito de dolor de Hernán, se estremeció instantaneamente, se quedó clavado en su sitio, observando a Hernán que, con el rostro lleno de dolor, se agachaba y gemía en el suelo sosteniéndose la entrepierna.
No sentí ni una pizca de compasión, lo miré fríamente y le dije: –¡Vayámonos, divorciémonos!
Al escuchar mis palabras, Hernán conteniendo el dolor, levantó la cabeza empapada en sudor frío y preguntó: -¿Qué… qué estás diciendo? María, ¿puedes repetirlo?
—Da igual cuántas veces lo repita, Hernán, ¡quiero el divorcio! —volví a decir con mucha racionalidad y firmeza.
-María, no… ni lo pienses… ¡No voy a divorciarme de ti! -Hernán me miró, con la cara enrojecida por el dolor, y el sudor en la frente, inhaló`profundamente tratando de controlarse
No voy a divorciarme, solo perdí el control… te lo prometo, cambiaré.
–
–
-Pero no puedo estar sin ti, sin nuestra hija, sin nuestro hogar. En el futuro, puedo esforzarme el doble por ti y por nuestra hija. ¡Ella no puede estar sin una familia completa!
-¿Una familia completa? Desde el momento en que te acostaste con ella, esta casa dejó de ser completo. ¿De verdad piensas que soy tan ingenua como para dejarme manipular por ti? Me pediste que saliera y actuara contigo, que desmintiera algo, ¿pero al final, no has revelado tú la verdad? ¡Creo que deberías dejar de perder tu tiempo aquí conmigo y pensar en cómo enfrentar y continuar con esta farsa!
Su rostro se tensó por un instante y luego recuperó la calma. -María, ¡dame otra oportunidad para explicarlo!
-¿Explicar? Hernán, te ruego, ¿puedes dejar de repugnarme? Todo el mundo en la Ciudad Fluvial pudo ver esa escena tan vívida y, ¿ahora quieres explicar? Te sugiero que al menos mantengas algo de dignidad, jactúa como un ser humano!
Yo estaba a punto de reír mientras las lágrimas se acumulaban en mis ojos. Su rostro se retorcía, mirándome con resentimiento pero sin poder rebatir.
En ese preciso momento, Ivanna gritó: -¡Hernán, has salido en las noticias!
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